Francisco Murcia de la Llana redacta el Testimonio de erratas de la primera parte del Quijote
Publicado en May 10, 2020
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Por Roberto Gutiérrez Alcalá
 
Es famoso el “Testimonio de las erratas” de la edición príncipe de la primera parte del Quijote, que, firmado por el licenciado Francisco Murcia de la Llana, a la letra dice: “Este libro no tiene cosa digna de notar que no corresponda a su original; en testimonio de lo haber correcto di esta fe. En el Colegio de la Madre de Dios de los Teólogos de la Universidad de Alcalá, en primero de diciembre de 1604 años.”
Sin embargo, como se sabe, esa edición de la primera parte de la obra cumbre de Cervantes está plagada de erratas que algunas veces incluso llegan a alterar el sentido del texto.
¿Por qué Francisco Murcia de la Llana ejerció su oficio de corrector de libros, como entonces se le conocía, con tan poco rigor y cuidado? Aventuremos una hipótesis.
En agosto de 1604, el librero Francisco de Robles -hijo de Blas de Robles, quien había publicado La Galatea, de Cervantes, en 1585, en Alcalá de Henares- buscó al impresor segoviano Juan de la Cuesta, cuya imprenta se localizaba en el número 87 de la calle de Atocha, en Madrid, le entregó el manuscrito original de la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y le pidió que hiciera un tiraje de mil quinientos ejemplares.
Días después, Francisco Murcia de la Llana, a quien ya se le había encomendado la corrección de dicho libro, se puso en contacto con Juan de la Cueva, y fue así como se inició el proceso de impresión del Quijote.
Al quedar listas las pruebas de los primeros folios, un mensajero de la imprenta de Juan de la Cuesta las llevó a casa de Francisco Murcia de la Llana. Apenas las recibió, éste se encerró en su estudio, se sentó ante su mesa de trabajo y comenzó a leer: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...”
Fue como si un rayo le hubiera traspasado el cráneo... Con una avidez creciente siguió pasando los ojos por aquellas palabras nunca antes dispuestas de aquella forma, hasta que concluyó su lectura hacia el amanecer.
Al cabo de un par de horas de sueño, Francisco Murcia de la Llana cogió las pruebas, salió de casa y se dirigió a la imprenta de Juan de la Cueva, donde las dejó sin perder la oportunidad de preguntar, con una impaciencia mal disimulada, cuándo saldrían las siguientes.
La misma dinámica, con contadísimas variaciones, habría de repetirse una y otra y otra vez, hasta que, al fin, a mediados de noviembre, salieron las pruebas de los últimos folios.
Durante todo ese tiempo, Francisco Murcia de la Llana vivió enajenado por las aventuras de don Quijote y su escudero Sancho Panza. Durante todo ese tiempo, Francisco Murcia de la Llana no aspiró a otra cosa que no fuera terminar de leer aquella singular obra.
Por supuesto, esta enajenación, este delirio lector lo hizo olvidar por completo la tarea que tenía, esto es, corregir aquel texto, dejarlo libre de toda errata, pulcro, para que sus próximos lectores lo disfrutaran sin ningún obstáculo prosódico ni sintáctico.
Cuando, de alguna manera, la cordura regresó a él, Francisco Murcia de la Llana se dio cuenta de que le quedaba un trámite por cumplir: redactar y firmar el “Testimonio de erratas”, indispensable en toda obra que se publicaba en aquella época.
Así pues, a pesar de que sabía que pasaría a la historia de la literatura como un corrector negligente e irresponsable, una mañana en que estaba en su cubículo del Colegio de la Madre de Dios de los Teólogos de la Universidad de Alcalá, donde era catedrático, tomó una pluma y con trazo firme escribió en una hoja de papel: “Este libro no tiene cosa digna de notar que no corresponda a su original...”
La edición príncipe de la primera parte del Quijote se puso a la venta en enero (otra versión dice que en mayo) de 1605 en la librería de Francisco de Robles y fue recibida por los lectores con un entusiasmo inusual. 
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Foto del autor Roberto Gutirrez Alcal
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Descripción

Palabras Clave: Francisco Murcia de la Llana Testimonio de erratas corrector libros Quijote Cervantes Juan de la Cuesta folios delirio cordura

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



Comentarios (1)add comment
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Maria Jose L de Guevara

O Cervantes al escribir era muy cauteloso con sus letras, o la genialidad de su verbo envolvía la lectura haciendo fluir la sintaxis sin reparar en defectos... Me inclino por creer que fue esto último que llevó a Francisco Murcia de la LLana a fallar: “Este libro no tiene cosa digna de notar que no corresponda a su original...”
Dicha me causan tus pasos por estos lugares y aprovecho de manifestar que lamento que en este sitio la mayoría de sus participantes no reconozcan adecuadamente a quienes lo merecen.
Un afectuoso saludo y mi venia por tu calidad.
Un abrazo.
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June 18, 2020
 

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