En el deseo propiamente dicho, te imagine miles de veces, y no solo a vos, sino a toda la situación, que calmaba, al imaginarla, algo de mi dolor.
Deseé verte doblando la esquina, viniendo hacia mi persona, y sin decirme más que un, vuelvo porque te amo tanto como vos a mí, me dabas un abrazo acompañado de un beso de esos que más de una vez nos despertó todos los sentidos y emociones, hasta lograr una unión, como si profundamente supiéramos que estábamos destinados a estar siempre juntos.
Deseé, en varias ocasiones, cuando sonaba el timbre, salir y que fueras vos quien llamaba a mi puerta, y verte realizar y decir exactamente lo mismo que conté anteriormente. Te deseé en mis sueños, y puedo reconocer que en ellos el momento se siente más real que cuando solo lo imagino despierto, un sueño no lo podemos elegir, no lo podemos programar antes del dormir, motivo por el cual quizás este se sienta con todos los sentidos y parezca autentico.
En fin, te deseé tanto que también claramente termine por desear tu pleno bienestar  y el mío, y aunque en ocasiones dudo si ya no hay nada por hacer o tal vez si, mi corazón necesita más tiempo que mi cabeza para nuevamente volver a desear, a vivir.