30.11.19
Perro.
Tal vez la manera en la que a veces vivo sería faltar el nombre a los perritos, puede que solo sea un ser que se acuesta con mujeres en su periodo por solo tener que hacer algo de vez en cuando, algo que varía la rutina sin importar un poco siquiera las consecuencias de actos desviados de un toque de luz.
Profesando bien y faltando el respeto al propio y al de alguna mujer que solo se deja llevar por impulsos de lujuria que suelen terminar en intercambios de fluidos para luego dormir al abrazo de un, nos vemos a la próxima.
Puede que alucine con caminos oscuros que son pisados por primera vez para luego dejar todo atrás en las aguas de un dialogo oral que pierde el sentido conforme el tiempo se bebe en cervezas amargas, tibias y trasnochadas.
No soy un perro, ellos tienen la ternura, yo solo poseo una mente que trata con la vida de forma propia, en la limpieza y en la suciedad de esta, aquella que cual catacumba pestilente suele emanar el tufo de pensares retorcidos que no encuentran lógica en la charla con su homónimo y antagonista del bien.
Ambos representando su mejor papel en el momento adecuado, ni uno molestando al otro a la hora de la actuación, ambos dejándose ser a la hora de la acción, efectos con causa, comportamientos no gratos y llevares de tranquilidad.
Dos caras diferentes de una moneda que se tira al cielo y cae en el lado del papel a representar.