Buena definición la que haces, Franco, de esa incógnita que jamás conoceremos en su real dimensión y que nos ocupa en buena parte de nuestra existencia. La pregunta es, entonces, si será ello pertinente para nuestro beneficio existencial.
Tú eres un ente vivo que compone el universo de verdadero interés para el sentido de la existencia y, en consecuencia, bienvenido a la hermosa participación humana que nos convoca. Con mucha alegría te acepto como amigo.
Saludos,
María José Ladrón de Guevara.

¡GRACIAS!
Así de gráfico, porque he esperado con mucho anhelo que usted se aproximara a mis letras... La he leído, sus textos y comentarios y la quería cerca.
Reciba mi sincero cariño.
María José Ladrón de Guevara.

Muchas gracias María Jose. También me han gustado tus textos y comentarios. Pasé por tu perfil, para inscribirme como seguidora, pero la privacidad no lo permitió.
Lucy

Hola, mi querida tocaya.
Gracias por acudir a mis expresiones y aportar, tanto con tu agrado como con tu interpretación.
Mi afecto viaja hacia ti en la ilusión.
María José.

Hola, mi querida amiga.
Luego de ello no sabemos nada, es cierto; sin embargo, sí sabemos lo que hay antes: Un apego a la vida, amor por las cosas de ella y por las personas de nuestro entorno que a ella le dan sentido, como la esposa del fallecido y el amigo que dolidamente abriga entre sus brazos sus últimos suspiros.
Quiero decir con esto, querida Magnolia Stella, que debemos fijar nuestra existencia en las razones tangibles y positivas que palpitan en nuestras manos y despreocuparnos de las aventuras de lo desconocido.
Scarlet O'Hara ( la protagonista de Lo que el viento se llevó) decía: "Mañana, cuando llegue el nuevo día, pensaré en ello"
Te envío mis sinceros afectos.
María José.

Es una reflexión esperanzadora. ¿Qué duda cabe? Quienes aquí quedamos siempre la tendremos.
No esperaba menos de ti, Gabriel... Escueto comentario, pero más acertado, imposible.
Gracias, amigo.
Afectos
María José.

Gracias, una vez más, por atender mis cuentos, mi querida amiga.
Recibe mi cariño.
María José.

Ni tan inventado, mi querido amigo Enrique. Hace algunos años le sucedió a un primo y lo cuento en tales términos porque no creía en nada divino y siempre pensó que después de esta vida no existe nada más, pero sí creía en el amor y a su esposa la idolatraba. Habían cumplido apenas tres meses de haberse casado.
Cariños, Enrique.
María José.