28.05.10
Fiesta del metal.
Un tranque de cientos de kilómetros lleno de cerveza, miles de mujeres semi desnudas a sus costados, música metal en el ambiente, millones de amigos cabeceando, al son del mejor grupo de la historia, cigarros y marihuana por doquier, pequeñas fogatas de enamorados, abrazados y seduciéndose al calor de un suave viento que sopla con calma.
Grandes hogueras, y nosotros corriendo y saltando alrededor, enloquecidos al sonar de un solo de guitarra, grandes caravanas, con banderas llegando a la fiesta, con escudos y estandartes de sus países, pueblos y ciudades.
Fiestas celtas por las noches, grandes asados y exquisita comida, por las tardes de otoño tertulias que arrebocen nuestras mentes de grata escritura, en el cansancio, una hamaca amarrada a dos grandes sauces llorones florecidos en primavera y al lado tuyo reposando en tu pecho el amor de tu vida.
Caminar por el sendero de una cuerda eléctrica,
para abrigarnos al sol de un platillo
llamar a la fiesta con el bombo,
espadas afiladas de dos vaquetas,
y una voz gutural que te dice;
¡Somos hijos del metal!