Buen ejemplo...
Publicado en Sep 16, 2019
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                                                                     Septiembre 16 de 2019  
 
 En un taller que se había organizado para una jornada de convivencia entre padres y docentes de todas las áreas que intervienen en la formación pedagógica  de los alumnos, entre los temas a tratar figuraban en agenda de trabajo la relación padres-hijos y viceversa.  
Se hablaba del respeto; de la tolerancia; de la comunicación ; de los ejemplos; de la convivencia; del control de padres hacia los hijos; de compromisos; de responsabilidades; de la familia; de los roles; del uso adecuado de los celulares y/o computadoras...Entre otros tantos temas. 
En un momento de esa jornada, un abuelo que representaba al padre de un alumno que  por cuestiones de horarios de trabajo no pudo asistir a ese encuentro, levantó su mano y pidió le otorguemos el uso de la palabra. Así lo hicimos y no dedicamos a escucharlo. 
El señor Mario  luego de presentarse, comenzó hablando de su hijo, el papá de uno de nuestros alumnos. Decía él que su hijo desde muy pequeño ya daba problemas por su conducta a pesar de que nunca le faltó un llamado de atención. Tampoco fue él un padre ausente en cuantas veces que ,desde la escuela se lo hacía llamar  por una u otra razón que tenía que ver con su hijo pero reconociendo siempre que sabía de los problemas de conducta que él tenía: era mal educado, muy intolerante, respondía siempre mal, peleaba mucho con todos sus compañeros y ¡lo peor de todo!!, denigraba siempre a los  más débiles con insultos, con burlas, poniéndoles sobrenombres para la risa de todos los demás...
Muchas veces el daño que su hijo hacía con palabras al denigrarlos, era más cruel que un golpe físico como cuando les pegaba una trompada.Don Mario nunca acudió al maltrato físico cuando lo castigaba, pero sí le hablaba largo y tendido con la esperanza de que él cambiara su actitud.
Contaba él a los presentes en ese taller que una mañana,  ya cansado de hablarle sin conseguir nada, le había pedido a su hijo (hoy padre de un alumno) que lo acompañara al campo que estaba atrás de su casa donde tenía sembrados en la tierra. Le costó mucho llevarlo pero  lo había logrado.
Allí le dijo que el cerco estaba muy descuidado y que como a él (por el hijo), parecía ser que no le gustaba ir a la escuela y no se quería educar, entonces debía ayudarlo a poner una cerca nueva y que no volverían a la casa ni siquiera a almorzar si él no clavaba la verja de madera que estaba ya destrozada.
Con mucha insolencia y rabia el hijo comenzó a clavar reja por reja...Cada rato le preguntaba a don Mario si ya estaba bien, si ya era suficiente a lo que su padre le respondía que no, que aun faltaba más y que trate de hacerlo bien. Al cabo de unas horas, volvieron a casa pero por la tarde lo volvió a llevar al campo para que continuara con "su" trabajo...Y así todos los días apenas salía de la escuela incluyendo dos fines de semana..¿jugar a la pelota???..¡No!!, aún no
Durante toda esa semana y  la otra, lo tenía trabajando: clavo por clavo y reja por reja. Había completado ya la cien rejas que debían reconstruirse..Su hijo ya no daba más y cuando le informó que  había terminado,  daba brincos de alegría ..¡Pero también le dijo que al día siguiente debía desclavar de nuevo reja por reja porque tenían que estar puestas en otra parte, entonces su hijo zapateaba en la tierra de rabia, de impotencia, de negación.
Aduciendo dolores y lastimados en las manos, al día siguiente   no quería ir al campo porque debía sacar de nuevo cada clavo a cada reja, ¡pero no tuvo más remedio que ir o ir! porque su padre ya se había puesto muy firme.
Cuando terminó dos o tres días después, don Mario comenzaba a mostrarle cada una de la rejas de madera y le preguntaba a su hijo que veía en ellas ,él respondía  que observaba agujeros en todas y algunas madera rasgadas..Entonces don Mario aprovechó el momento para decirle a su hijo que  las maderas habían quedado heridas, con agujeros  despues de extraerles los clavos,  así quedaban sus compañeros o amigos a quienes él los maltrataba con palabras, que los denigraban y que eso no tenía cura porque hería el alma, que aunque les pidiera disculpas  la herida ya estaba en ellos,en sus sentimientos, en su corazón,en su autoestima.
Frente a otros padres y a docentes, don Mario puso de manifiesto que esa muestra con los clavos en las rejas fue un BUEN EJEMPLO que su hijo supo analizar y reflexionar tanto que hoy, con orgullo  él cuenta esta anécdota a su hijo de once años para que  no cometiera ese mismo error: no  lastimar con las palabras a quienes lo rodean porque esa herida ya no cura jamás, como ocurre con la marca que dejan los clavos  que muchas veces  rompen o lastiman a la madera ,dejando la marca que ellos mismos hicieron  en ella ...                                                           
                                                     Raquel Zurita 
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Descripción

Historia que muestra como los clavos rompen a la madera y quedan los agujeros como ejemplo sobre las heridas que ocasionan cuando se denigran con palabras que hieren mucho ms a las personas.

Palabras Clave: Padre; hijo; docentes; taller; palabras; comapaeros; clavos; maderas

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Filosofa



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