Dedicado a mis amigos de Textale, en homenaje a ellos y mi poema 200.
 
Al poeta perdido que lucha por la vida buscando un amor iluso,
al torpe incluso que no escucha y te insulta pobre ser obtuso,
al peregrino escritor que recibe aplausos solo como un favor,
a las textaleros acendrados bautizados por el Dios del dolor.
 
A todos los amigos escritores de versos e ilusiones,
a los que te venden la inmortalidad desde sus cuerpo mortales,
a los inefables e innombrables que tocaron a Dios y ahora están muertos,
a los visionarios sabios que vieron la verdad y ahora están ciegos.
 
A los que sintieron pena y odio por cada retazo de desprecio injusto,
a la pequeña trivialidad que pasaste por alto de un sobre salto o susto,
a las palabras sobre el papiro que con el tiempo se borran sin reparo,
a los visitantes que te miran con desdén y nos deben un disparo.
 
200 veces intente gritar lo que el alma enfurecida cruje entre dientes,
acercándome a la muerte para ver el verdadero desenlace,
200 veces vomitando el dolor a través de una pluma,
arrebatándote la inocencia y dibujando escenas como espuma.
 
Saludar a los amigos, enviarles mensajes e invitaciones a verte,
comentar sus líneas, pareceres y figuras, sentirse rebelde.
 
Así me siento yo en este poema doscientos llenos de pensamientos,
así quiero tenerte siempre atrapado entre mis brazos malditos,
besándote la mente con mis palabras hirientes,
así me gusta darte hasta la última gota de vida,
que me hará inmortal en tus recuerdos sin medida,
así como fantasma de poeta me transmuto en tu alma,
para no abandonarte nunca y besarte de tu tormenta a tu calma.