Al nacer, inclusive antes de que algún nombre fuera designado para nosotros el cual llevamos como una marca perpetua, pertenecemos al algo. Es decir, somos de cierta nacionalidad, de un idioma en específico que al crecer aprenderemos para comunicarnos, una cultura el cual forjará nuestra manera de pensar y hacer las cosas, inclusive situados en una dogma religioso que orientará nuestro sentido de espiritualidad creyentes en una deidad suprema que decide el destino de cada individuo. Es algo que nos identifica y nos hace profesar un sentido de pertenencia y un lugar al cual llamar hogar. A medida que crecemos nos hacemos consientes del ambiente en el que nos desenvolvemos así como menos dependientes de nuestros progenitores y en la capacidad de tomar nuestras decisiones y asumir los riesgos que se puedan presentar.
Ya sea por mero capricho del dios que cada quien considere como hacedor de los hombres o por un simple sentido de supervivencia que evolucionó y se asentó en nosotros, el hombre está en la necesidad constante de estar en compañía de otros, diseñado para dar y recibir, comunicar sus problemas y ser escuchado así como ayudar y recibir apoyo. Es completamente normal y natural querer encajar en un círculo social  que piensan y actúan de una manera y de acuerdo a tus necesidades y preferencias los eliges, ser aceptado dentro de un grupo y sentirse necesitado y que contribuyes de manera positiva en una causa es una manera de alimentar podría decirse que el ego (muy diferente del egocentrismo) generando un bienestar interior. Tenemos una necesidad fundamental de unir nuestras mentes.
En el mismo sentido, el sentirse aceptado y amado por los demás en especial por aquellos que han transitado gran parte del camino junto a nosotros y que todavía siguen en el trayecto es de vital importancia y tiene influencia sobre el autoestima de cada quien. En parte, el dar afecto es algo que brota sin mucho esfuerzo del corazón siempre y cuando sea de su agrado y exista reciprocidad, el sentirse parte de algo implica tener semejanza en varios aspectos y estar de acuerdo en la forma en que se llevan las cosas en cualquier entidad étnica, religiosa, política, académica, cultural…
Sabemos por mera logística que cada persona es diferente a otra. No hay alguien exactamente igual a tu persona. En la actualidad es comprobable por el código genético que determina la individualidad y nos separa en parte de nuestros consanguíneos, nuestras huellas digitales y labiales entre otras. Pero fuera de los rasgos biológicos que puedan distinguirnos pienso que la verdadera diversidad consiste en nuestra manera de pensar, de accionar, en la manera en que cada par de ojos percibe el universo en el que habita. Si bien a manera general entendemos que existe esa complejidad o variedad de personalidades y filosofías de vida no siempre aceptamos lo que es diferente a nosotros.
En muchos casos, las personas se ofenden con aquellos que no comparten su misma opinión ni hábitos de vida; esto es algo absurdo. Existe esa discriminación emocional por lo desigual. Se internaron en una burbuja de su realidad distorsionada y se niegan a salir creyendo que el exterior es toxico y enfermizo aquel que no esté en la misma ¨sintonía¨. Solo ven las cuatro paredes de una habitación cuando afuera se presenta un amplio horizonte con una gama de beldades únicas y que juntas conforman un paraíso llamado La Tierra. Piensan que el concepto diversidad se aleja de lo real y que es de otro planeta. ¡Nada más errático que eso! Dicen que hay tres figuras geométricas en la vida que debes evitar: Círculos viciosos, triángulos amorosos y MENTES CUADRADAS.
El ser diferente o tener preferencias poco comunes que la mayoría de las personas que te rodean, no te hace menos ni más, ni un bicho raro (aunque nos sentimos así) solo alguien que busca su identidad y no tiene miedo de descubrir y experimentar cosas nuevas, ver más allá del campo visual que se presenta e imponer su propio estilo. Nadar en contra de la corriente no es fácil, pero a veces es lo mejor que podemos hacer para poder dar rienda suelta a nuestros sueños y cumplirlos. Los grandes personajes que han destacado a lo largo de la historia nadaron en dirección opuesta y han dejado una huella imborrable ¿Qué te impide hacer lo mismo? Siempre habrá oposición por cualquier parte, pero recuerda que no eres de aquellos que espera sentado una oportunidad, eres de aquellos que las creas y si se presentan las aprovechas al máximo. Así que si algún día alguien te dice ¨ eres muy raro¨ respóndele ¨ y tu demasiado común¨
¨Para llevarnos bien no necesitamos tener las mismas ideas, necesitamos tenernos el mismo respeto¨ Desiree Guzmán