El niño se asomaba por la ventana frontal  de su casa, tenía su mirada fija en la calle, específicamente, donde dobla la esquina hacia la derecha. Si lo observamos de frente, en su cara se refleja el miedo, se notaba que estaba pasando momentos de angustia muy fuertes, se podía ver en sus ojos que algo le aterrorizaba. No se le veían lágrimas, pero esas estaban a punto de aparecer.
   A su lado estaba una de sus hermanas, era menor que él. También estaba mirando hacia la calle. Aunque no reflejaba signos de miedo, también en su rostro se veía rastros de preocupación,  ninguno de los dos, movían su mirada del frente, hacia la calle.
   Sus demás hermanos mayores y sus tres hermanas restantes, menores que él, al verlo tan asustado, fue sujeto de mofa por parte de todos ellos. Lo empujaban, le metían miedo, le insinuaban que mejor desapareciera, porque la iba a pasar muy mal. Su mirada seguía clavada en la calle, su miedo aumentaba cada segundo mas, se acercaba el momento, que él no quería que sucediera, ni siquiera ponía atención a las burlas de sus demás hermanos.
   El sabia cual era su plan, por eso estaba vigilando desde  la ventana. Aunque sabía que al final no tendría escapatoria, por lo que estaba a punto de pasar, pero aun así, mantenía en vivo sus planes de escape.
   Saldría corriendo como siempre lo hacia su cuarto, y rápidamente, con una práctica increíble, como lo había hecho muchas veces, se acurrucaría debajo del viejo catre. El sabia que eso nunca le había funcionado, pero aun así, tenía claro que no tenía otra opción, como si el viejo catre, fuera infranqueable y lo salvaría  del inminente infierno que estaba a punto de pasar. El tiempo pasaba demasiado a prisa, y el sudor  se empezaba a parecer en su pequeña frente, sudor de miedo, de horror y de impotencia.
   Sus hermanos continuaban asustándolo, le decían que ya casi era la hora, y que no tendría escapatoria.       Ya todos conocían la historia de terror de su hermano.
   De repente, y para su desgracia, acaba de doblar, camino a su casa, al ser  que más odiaba.: Su Padre.
   No era la primera vez, que Jose, pasaba por este tipo de sufrimientos, ni seria la ultima a su temprana edad.
      Ese día, el sabía que no sería un día diferente a los demás, y al ver a su padre dirigirse hacia la casa y ver en su rostro, la ira que traía, supo que lo único que podía hacer, horrorizado, era irse a resguardar a su refugio  diario: debajo de su viejo catre, acurrucarse en posición fetal y comenzar a llorar  y temblar del terror que eso le producía. Cuando oyó la puerta del frente abrirse, y escuchar  los pasos de su padre hacia su cuarto, estuvo a punto de desmayarse del miedo, ya que su momento de terror, estaba a punto de comenzar.