13.02.19
Madrugada.
La noche se disuelve en un tibio pensamiento que habla de superación, que relata historias de victorias, de medallas celestiales ganadas como lo son la templanza, el amor, la solidaridad y el buen sentir por los animalitos de la calle.
Una bella ninfa entona una canción que relata la historia de dos amantes que cruzaron y desafiaron a los guardianes de los cementerios para encontrarse en un plano del cual el humano quizá nunca tenga conciencia.
Me duermo en las notas, sintiendo la melancolía de la espera antes de que se vuelvan a unir, más, se que el final es positivo y cientos de violines interpretan Dvorak Excerpt From Symphony No. 9, con tintes de metal gótico, Therion hace de las suyas en una noche de verano en donde los pensares silentes dicen mucho más que cátedras muertas de filósofos de antaño y del presente.
Un mate antes de dormir y un abrazo a la vida por regalarme la magia de estos momentos de existencia. Al igual que en mi adolescencia escribiendo en la madrugada sin poder dormir y escuchando buen metal.