21 de noviembre, 2018Estuve gritando tu nombre a lo alto del cielo, mientras el viento soplaba con fuerza, resonando el eco de desesperación. Entonces, plantado con firmeza, me quedé esperando tu respuesta. Más las horas fueron pasando, pero la esperanza no la vi perdida, se quedó pendiente de mi prenda favorita para ser despojada con tu arribo.Con el vaivén impaciente de las olas, floté a la deriva y luego me volví a sumergir, justo para encontrarme contigo en la profundidad de los mares. El romper de las olas me fue arrastrando por completo, arrojándome y envolviéndome de lado a lado. Dónde se encuentra el escondite de tu costa.Como naufrago, llegué a la orilla de tu playa y descansé en la tranquilidad de tus suaves arenas, hasta que me correspondiste con el más tierno de los besos, haciéndome navegar más allá del horizonte.Pero me removiste los cimientos que mantenían distante la locura y el dolor. Quiero que la tierra me llame a sus aposentos, porque tengo miedo que todo caiga sobre mis hombros otra vez. Ya no lo podría soportar. Por favor, sostenme como tierra firme y no me dejes desmoronar.Que ya has encendido las llamas que se despiertan con el calor que me abrasa del pecho y me consume a fuego lento el cuerpo. Y todo lo empezaste tú; que estás dentro de mí, estoy dentro de ti...