Revancha
Publicado en Sep 11, 2018
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“Aunque pudiera parecer trillado, buscar e internarse en la vida ajena, por vicio, cada vez es más común y menos peligroso, sobre todo cuando se trata de mujeres a las cuales se pretende masacrar socialmente.”
Lo leyó con lentitud, tal vez con demasiada, como si intentara localizar un error que lo convenciera de olvidar el texto y lo obligara a desecharlo, al igual que a Marie, pero en este caso no halló nada que lo justificara. Para él, el texto tenía esa validez intrínseca que te hace sentir que lo creado, roza la perfección y aunque Jean nunca lo había experimentado, percibió que esta vez, estaba muy cerca.
Marie había decidido irse, ¿por qué? No lo sabía, pero suponía….
“No. Nunca es meritorio suponer...”, se dijo, “…la suposición es ficción.”. 
Sabía que lo había traicionado, aunque no podía comprobarlo.
“¿Cómo llamar a esta posición de estar seguro sin pruebas?”, se preguntó.
Prendió la laptop e inicio el relato.
“La conocí en Pigalle.
“¡Alto! Eso no es verdad. Ni siquiera recuerdo dónde la vi por primera vez.”
“Cenamos y la convencí de que al día siguiente me acompañara a Louvre.”.
“¡Mentira! ¿Pigalle, Louvre, París? ¿Qué estoy pensando? No conozco París, Marie era María y yo, Juan, no Jean.”.
La intempestiva vuelta a la realidad lo frustró, pero al mismo tiempo,  lo motivó a seguir escribiendo. Sin embargo, lo único que consiguió fue incrementar su frustración, porque, en ocasiones, escribir reafirma el fracaso y de ser sustantivo perdido se transforma en un adjetivo demoledor.
La única realidad válida en ese momento es que María se iría y Juan quería vengarse,
“¿Cómo puedo vengar el abandono?”, se cuestionó.
“No es posible. La venganza no encaja en estos casos. No puedes, si prefieren alejarse de ti voluntariamente. En definitiva, la venganza no funciona para el abandono”, pensó.
Desechó lo que había escrito. Incluso el texto que anteriormente había rozado la perfección, llegó al fondo del cesto de la basura.
“La mujer abandona por capricho”, escribió.
Observó la oración sin sentir nada y la desechó.
“María me abandonó por inútil”.
Le agradó más, aunque su auto calificación no le agradó nada. “Plasmar la realidad nunca es fácil, pero si no lo hago, todo será ficción.”, se dijo.
De nuevo estaba frente a la página en blanco, pero antes de teclear la primera letra, escuchó un quejido en la habitación contigua.
Abrió la puerta y vio que María había despertado. Al verlo estalló. Estaba fuera de sí y si no hubiera sido por su invalidez, le hubiera sacado los ojos.
“¿Por qué me sigues teniendo aquí? Déjame ir ya. Olvídate de mí. ¡No quiero estar contigo nunca más”, le gritó con odio evidente.
Juan no respondió y aunque sentía la mezcla de coraje y repulsión suficiente para atacarla, se controló. Permaneció observándola en silencio, sólo pensando,  
“¿Será suficiente destrozarla para sentir la satisfacción de la venganza?”
 No lo sabía.
La observó unos segundos más y cerró la puerta lentamente. Se colocó los audífonos y volvió a escribir.
“Tal vez nada de lo que hiciera contra ella lo dejaría satisfecho, aunque haya pensado que vengarse lo satisfaría, no estaba seguro y eso, le angustiaba, porque arrepentirse y perdonarla podría ser peor, incluso podría aparecer la violencia y no se sentía capaz de controlarla”.
Leyó lo escrito y confirmó que vengarse era la mejor opción. Continuó,
“Se levantó y caminó al cuarto donde se encontraba María. Antes de abrir la puerta intentó escuchar lo que ocurría en el interior. No escuchó nada. Se alejó de la puerta confundido, incluso confirmó que estuviera detrás de la puerta correcta. Volvió a intentar escuchar. Silencio absoluto.”
Dejó de escribir
“¿Qué carajos?”, se preguntó.
Se paró frente a la puerta de la habitación, respiró profundamente y la abrió con lentitud. Ahí estaba, tirada en el piso con las muñecas ensangrentadas. Se acercó, sintió su pulso, tal como lo había hecho hacía dos horas.
“Está muerta, se mató, te traicionó. Tienes que vengarte.”
Tomó el mismo vidrio que utilizo María para cortarse y sin pensarlo,  se lo clavó en el cuello, directamente en la yugular.
“Si tan sólo lo hubiera hecho antes que tú.”, pensó mientras todo se obscurecía a su alrededor.        
 
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Foto del autor Juan Carlos Maldonado Garca
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Miembro desde: Jul 09, 2009
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Descripción

Relato de la frustracin que puede provocar la desaparicin o abandono de un ser querido, al grado que puede provocar acciones irracionales.

Palabras Clave: Venganza abandono desaparicin rechazo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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