Hombre inamovible“Ahí viene el descorazonado”, lo llamaban, invocaban como hechizo de medianoche. Y aunque la leyenda no contemplaba higueras bajo luz de la luna o gritos desconsolados entre calles sin nombre, cuando sus labios pronunciaban su nombre como encantamiento, un montón de lágrimas caían de sus ojos. Aparecía atolondrado como pájaro cantarino, ebrio de un dolor seco en el pecho.Tuviste que golpear tres veces del lado del corazón para esquivar la maldición, y aunque cualquiera podría serlo después de perder lo que más amaba, viste directo en el reflejo del agua turbia que yace estancada en el paraíso y te entumeciste por dentro.“Ahí viene el descorazonado”, y seguiste llenando el espacio con su nombre. Fue una leyenda que condenada de boca en boca, como una maldición gitana de tiempos remotos. Es como filo de navaja suavizando el ambiente y es que quiero verme quieto en el reflejo de una ilusión rota, amor pasajero, te imploro perdón.