La probabilidad, el albedro o las barajas: Captulo 28. El tiempo y el espacio es relativo
Publicado en Aug 17, 2018
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EXTRACTO DE LA NOVELA: La probabilidad, el albedrío o las barajas.http://www.megustaescribir.com/obra/64381/la-probabilidad-el-albedrio-o-las-barajas 
 

 28.     El tiempo y el espacio es relativo
 
Llegué a casa, bajé del mototaxi y el conductor me hacía muecas como reclamándome algo. Hablaría fuerte porque salió Martita y le dejó unas monedas en su mano y se fue molesto. Martita sacudía sus labios y se le inflamaban los ojos. ¿Papá, por qué me hiciste esto? Me empujó de los hombros para meterme a la casa y me sentó en el sofá.
—Tu padle es un hi…jo de pu…taaa
Alcancé a escuchar muy lejano. ¿Por qué? ¿por qué? ¿por qué? Seguía increpando a mi padre, todavía sentado en Sala Olimpo.
Martita se perdía por las escaleras. Al rato bajo braceando y señalándome la puerta. La abrió. Era Jimena. Ellas movían sus labios como si hablaran ya dentro de la sala, mientras me miraban. Era como si mi cuerpo oscilara entre dos dimensiones y la predominante, en esos instantes, fuera Sala Olimpo con mi padre enfrente de mí y yo reprochándole; y la otra lejana, el salón de mi casa con Jimena y Martita atrapadas en ella, y yo algo sordo.  Me has decepcionado. Jimena zarandeó mis hombros, decía algo y en su timbre de voz fluctué total a su dimensión.
—Gabriel, ¿estás bien?
—¡Sí! Hola Jimena.
—Mile cómo lo ha dejao el pelo de su padle. Lo ha llevao al Pez Espala.
—Perro, es perro.
—No sé preocupe, Martita, ya se le está pasando.
—Estoy bien. Vi a Pancho.
—¿Qué lice?
—Vi a Pancho, el auxiliar. Me vio. Me reconoció.
—¡Al calajo! Me voy a dolmil. A este niño le han metido algo en su leflesco, ¡segulo!
—Estoy bien. Seguro, Martita, se dice seguro…, y refresco.
—Sí, ya veo que se lecupela, el pesao este. Voy a dolmil, hija. Mañana tengo que lleval a su abuela al hospital muy templano.   
—Descuide. Yo me quedo con él —Martita se perdió por las escaleras—. Gabriel déjate de hacerte el imbécil y vamos a la playa.
—Sí, vamos.
El tiempo es relativo. No recuerdo si saqué las sábanas, si Jimena las traía, o lo que hablamos en el trayecto hasta la orilla. Solo evoco que de pronto aparecimos en la playa tumbados boca arriba, encima de unas telas.
—No me dijiste que conocías el pez espada.
—¿Y cómo lo sabes?
—¡Qué más da!
Al cabo de un corto silencio volvió a hablar Jimena.
—Fui con el griego. Él me llevó para tomar algo y nada más.
—¿Por qué lo hiciste con todos esos muchachos si no los conocías?
—¿Tenemos que hablar de eso ahora?
—Respóndeme.
—¿Acaso no quieres hacerlo aquí en la playa?
—Ahora, no.
—¿Hay algo de mí que no te haya gustado? ¿Mis pechos, mi olor corporal...?
—No. ¿Por qué lo hiciste con desconocidos?
—¡Oye, oye! no he venido a estas horas para que me preguntes cojudeces y te comportes como un enajenado.
El tiempo es relativo y confuso. Había vuelto al Pez Espada sin irme de la arena.
—¿Cómo has podido hacerme eso? —le decía a mi padre, pero Jimena respondía cosas sin sentido.
—Escúchame, pedazo de estúpido, ¿estás celoso? Pues, te aguantas.
Yo no le hacía ni caso. Con ella no hablaba. Seguía molesto y hablando con mi padre. Sala Olimpo estaba en la constelación de orión.
—Me has ofendido.
—Estás desquiciado, aquí te vas a quedar, loco de mierda.
Jimena empujó mi cuerpo para retirar las sábanas, las guardó en una bolsa de tela y se alejó hacia la ciudad iluminada. No recuerdo ni cómo de pronto llegué a mi habitación. Estaba acostado ladeado, de espaldas a la puerta y mirando la luna llena tras la ventana, con la sábana hasta el cuello. ¿Qué horas serían? No tenía sueño cuando escuché que alguien subía las escaleras. Tuve la sensación de sentirme observado desde la puerta. Afiné mis sentidos y reconocí sus efluvios de old spice mezclados con tabaco y sudor íntimo, en ese orden.  No lo esperaba. Pensé que esa noche no dormiría en casa. De súbito recuperé razón. Caminó hasta mi cama y besó mis cabellos.
—Jamás lo vuelvas a hacer.
—¡Eee…!
Su habla no arrancó.
—¡Ah! Y sea lo que sea me quedo en Paita.
Jamás hubiera imaginado que lo que me costaba tanto decirle lo resumiera en una sola frase. Papá salió mudo de mi habitación. De súbito, mis sentidos recuperaron su aliento, como si saliera de un coma profundo. Volví a sentir mis parpadeos, mi ritmo cardiaco y el murmullo de la ciudad soñando arrullada por el silbido de la brisa salada. Miré la hora en el búho: las cuatro de la mañana. Vuelta mi alma al cuerpo y recompuesto en mi ofensa me rendí a Morfeo, hasta la mañana siguiente.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  
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Foto del autor Samont H.
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Descripción

Captulo 28 del manuscrito, La probabilidad, el albedro o las barajas.

Palabras Clave: samont sandro montes la probabilidad el albedro o las barajas.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin


Creditos: Sandro Montes

Derechos de Autor: Sandro Montes

Enlace: http://www.megustaescribir.com/obra/64381/la-proba


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