Estampida
Publicado en Dec 30, 2017
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Un salvaje trueno hace crujir la habitación, que frágilmente amenaza con desmoronarse.  El estruendo simula ser eterno, y el temor de una catástrofe inunda el ambiente. Testigo inútil soy, de todo esto, y mis oídos reclaman un coraje que parecía olvidado. Me parece oír gritos de auxilio, en un lugar tan cercano como inalcanzable, y sólo atino a comprender lo que dicen.
 
El temblor mueve los cimientos mismos de la casa, y no parece terminar pronto. Recuerdo con espanto aquellos temores de los cuales me protejo, en esta frágil habitación, debajo de cuales cimientos está todo sumergido. Pretendo, como siempre, estar tranquilo. Mas no lo hago un interés egoista; tengo muy claro que la estadía misma de todo cuanto vivo depende de ello. La fragilidad de esta habitación no es casual, ni producto del infame paso del tiempo destructor.
 
Toco las paredes no para sostenerlas, sino para comprenderlas. Nada ocurre que no haya sido antes. Ellas mismas me tocan y me invaden, ellas mismas son las que gritan.
Y logro al fin comprender su dolor, su miseria, su queja, su llanto. Su pesar no está en el techo que me cobija, no está en el tiempo, ni en la compleja distribución de su estructura. Si algo ha hecho aquello, es darles la vida que aún ahora las mantiene, aunque crujientes y débiles, en pie.
 
Dolido por aquellos quejidos llenos de amargura y resentimiento, las intento calmar diciéndoles que todo pasará, que han resistido tormentas y temblores peores que éste, que su tesoro es gigante y no le pueden fallar. No me pueden fallar...
 
Una suave brisa entra por la puerta, abierta a la fuerza de par en par. Sin despegarme de las pobres paredes, escucho atento lo que el viento dice, y caigo de rodillas.
 
El viento, que lo ha visto, lo ha dicho, lo ha hecho todo, me revela aquél largo misterio que, encerrado en esta escuálida habitación, creí esperar o buscar por tanto tiempo. Vaciado de ansias y suspicacias, dejo ir los muros que me rodean y que tiemblan con la idea de un final inesperado, pues este misterio es sólo uno y más grande que cualquiera. Comprendo también que no hay estructura que logre aguantar su peso, y que su verdad es más poderosa que cualquier fuerza que pueda hacer por sostener lo que se sabe ya perdido...
 
Todo aquello ocurrió en un instante, eterno pero efímero, de un tiempo y un espacio que, por más que me esfuerce, no logro ni lograré comprender. El trueno y su temblor se detienen, atiendo al silencio y escucho. Me cuesta salir del trance al cual el miedo me llevó, pero no tengo otra opción. Pues nunca fue el cielo o la tierra lo que me atacaba, sino sólo un par de gatos que corrían por mi techo.
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Foto del autor Carlo Biondi
Textos Publicados: 81
Miembro desde: Oct 29, 2008
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Descripción

Palabras Clave: Estampida gatos gato momento hogar casa temor cuento

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Carlo Biondi

Derechos de Autor: Carlo Biondi


Comentarios (2)add comment
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Mara Vallejo D.-

Cuando el miedo logra poseernos, no hay poder hunano que nos saque de el; buena historia, gran final ....
Felices fiestas para vos y vuestra familia.
Abrazos
Responder
December 31, 2017
 

Carlo Biondi

Muchas gracias por sus palabras. Felicidades!
Responder
January 08, 2018

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