Hay ojos que esperan y nadie sabe si ayer miraron el cielo, el suelo o a sus propios pies. Cuando miraba a través de la reja de su casa, aquellos ojos se solían conmover y deseaban que la vida los sorprenda, que los payasos que no hacen reir, ¡se saquen la careta, de una vez por todas!, y que la escoba deje de barrer la mugre del barrio, que tapa las cloacas de su propia ignorancia.
Con las agujas de tejer, que heredó de su madre, los fines de semana, se pinchaba los ojos, (sobre todo el izquierdo), y la sangre chorreaba hasta sus manos y casi sin poder ver, solía escribir en la pared: Amor.
De este modo, aquellos bellos, sangrientos y pasivos ojos, fueron creciendo, contando nubes, (esperando a que la reja, se abra), que los perros dejen de ladrarle, a los pibes que pasan en bicicleta y que el mundo sea un poquito más justo... pero eso nunca ocurrió.
Un buen día, aquellos ojos, despertaron sobresaltados, al oír el ruido de la reja, de la entrada de su casa y sin nigún ladrido... (enseguida pensó que algo malo le habían hecho a sus perritos).
¡Pero no!, cuenta la vecina más chusma del barrio, que aquellos ojos, un 17 de Agosto de 2013, fueron visitados por un tipo, de buen aspecto, al que no le ladraban los perros y éste hombre le dijo:
- ¿Así que está esperando, a que le llegue el Amor?.
- ¡Sí!... respondieron aquellos ojos.
- ¿Y es cierto que adentro de su casa, están escritas todas las paredes con ese deseo?.
- ¡Sí!, ¡¿y vos cómo sabes?!, ¿qué sos amigo de Mirta?.
- Permítame tutearla... vos sos bastante más jóven que yo. No importa, cómo sé lo de tu casa, ojitos lindos, lo importante es que te respondas, a vos misma, ¿cuantas veces escribiste la palabra Amor, en tu interior?.
- No sé... ¡siempre!, ¡nunca!... qué sé yo. El amor te llega.
- Y el tipo le respondió: Así como escribiste "Amor" en tu casa, tenés que escribirlo en tu interior y solo de ése modo, vas a poder salir al mundo, (a ese mundo que tanto señalás desde tu encierro, desde tu ceguera).
- Aquellos ojos se pusieron a llorar por la respuesta del hombre y exclamaron desbordados; ¡¿pero cómo hago?!, ¡¡¡decime!!!.
- El hombre sonrió, la abrazó y la contuvo como nunca habían hecho con aquellos ojos y le dijo: "No lo olvides... el amor es de adentro hacia afuera, el amor no llega, no muere... el amor ES".
- Ella muy conmovida con sus palabras, le agradeció con el abrazo más sincero que pudo y el hombre, le sonrió con mucha paz y dijo mirando al cielo: "¡Tarea cumplida!", y se fue silbando por el camino de tierra.

... Un tiempo después, aquellos ojos pintaron el interior de su casa y de a poco su corazón, se fue llenando de Amor... conoció a un hombre afín a su esencia y hoy es madre, ¡una gran madre!, de un hermoso niño que silba, antes de dormir.