EL GLOBALIZADO
Publicado en Dec 04, 2017
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 El fútbol como siempre lo he dicho, puede sacar sentimientos de desintegración y de odio cuando las barras futboleras defienden a sus equipos, pero todos se unen cuando se trata de la camiseta nacional que a un extranjero, como yo, le ha sacado sentimientos de integración en cada país en donde estuve viviendo, pues fui un simple ciudadano más en Argentina ese día que le menté la madre como muchos argentinos a Diego Maradona por haber dejado a la azulgrana desolada cuando salió positivo en la prueba de dopaje y dije como mexicano “la concha que te parió”. Y, aunque, mi mujer me ha dicho que yo no quiero a Alemania, he sentido cariño por su país cuando en el Mundial del 2006 el “Manschaft” perdió contra Italia y en alemán les dije algunas cosas desagradables a los jugadores italianos que, probablemente, los hubiera aplaudido, si me hubiera casado con alguna de las Antonelas italianas. Además, me he desvelado en Albania observando el partido del Perú que se clasificó luego de treinta seis años al Mundial de Rusia y no me quedó más remedio que emocionarme y llorar cuando terminó el partido, imaginándome a los amigos gritando: “carajo, nos vamos al mundial”, aunque no vayan, luego de observarles en sus caras la tristeza y frustración durante las dos últimas eliminatorias en las que estuve viviendo en Lima y en donde vi en un filme a la selección de Sudáfrica derrotar a Nueva Zelandia como el Perú, pero no en el fútbol, sino en el rugby, deporte que sirvió, aunque sea por un día, para hacer realidad el sueño de un gran líder como Nelson Mandela: la integración como nación entre negros y blancos, que juntos festejaron el triunfo de su selección.
Por eso cuando mis amigos me han preguntado cuál es mi Patria, yo siempre he contestado que la casa en donde en ese momento estoy viviendo porque en ella tengo guardado no solo mi acta de nacimiento que certifica que soy un mexicano, sino todo lo que he reunido y me ha acompañado por el mundo como algunos cuadros de pintores peruanos, música de todas las melodías y voces del mundo, mi colección de libros en distintos idiomas, la colección de memorias duras de mis diferentes viejas computadoras, el colchón que por mi peso ya tiene la forma de mi silueta, la silla en donde me han salido hemorroides por escribir mis libros, los platos, cuchillos, y tenedores que puedo diferenciarlos entre los de uso diario y para las representaciones, mis camisas y pantalones con los cuales he salido a conocer a cada nación o país en donde he estado y he tratado de adaptarme, aceptando y respetando muchas de sus costumbres, mezcladas con las mexicanas porque es imposible perderlas que como dicen los argentinos mamé desde que nací y empecé a jugar fútbol sin imaginarme que alguna vez, luego de sentirme ni de aquí ni de allá, hoy me siento un ser que pertenezco al mundo. Pero, la he tenido bien claro cuando las selecciones de Argentina y Alemania se han enfrentado con la mexicana: la balanza de mis sentimientos mexicanos pesa más que las otras, pues este afecto, es como el primer amor luego de olerlo tocarlo, acariciarlo y sentirlo: costumbres, enseñanzas y aprendizaje de mi historia, que me dieron una identidad en la tierra que me vio nacer. Sin embargo, mi cariño se ha repartido entre dos terruños que ya fueron elegidos como mis estaciones fijas, los cuales están entre Acapulco y Bremen, porque de niño en el puerto he dejado varias uñas del dedo gordo en la calle, luego de patear el pavimento en vez de la pelota, así como la piel con las raspadas de mis nalgas y mis rodillas, porque me he ido a pescar en medio de la bahía en la cual en todo su largo me he bronceado sobre la arena, porque he contemplado lo que yo considero las más espectaculares puestas de sol en el mundo, porque como cuando era niño, todavía me baño al aire libre con una jícara y también me pongo a dormir al aire libre sobre una hamaca, pero ahora cerca de una buganvilia que he sembrado con mis propias manos y además quiero alimentarla con mis cenizas, aunque al final abandone este mundo en Bremen, en donde he salvado a una hermosa prostituta borracha de ser atropellada por el tranvía, en donde cuando me estaban haciendo la circuncisión mi pene se estaba poniendo erecto con el contado de los dedos de una hermosa enfermera rubia, y ella misma con un suspiro lo tranquilizó con un gas frío, en donde todavía recorro las calles empedradas para ver el pequeño departamento en el cual vi crecer su vientre plano durante nueve meses a la madre de mi hija, en donde todavía huelo el detergente de un negocio de lavadora y recuerdo que no teníamos dinero para comprar una lavadora y por eso yo junto con mi novia embarazada íbamos lavar nuestra ropa sucia en ese local, en donde un domingo tuve que ir al hospital a conseguir leche en polvo porque mi novia no le podía dar de mamar a nuestra hija por una infección, en donde todavía existe la banca metálica sobre la que me senté un amanecer y miré pasar la corriente de un río luego de una larga sesión de sexo, en donde un sauce llorón que observo desde una terraza de un restaurante, me recuerda el día de mi boda con un par de amigos y, en donde he aprendido a no darle entrada al patriotismo ni el nacionalismo porque con la reputación de estos conceptos siempre se han sembrado los odios entre países cuando todos los problemas se podrían arreglar sin abogados y sin guerras...
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Foto del autor Carlos Campos Serna
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Descripción

EL GLOBALIZADO

Palabras Clave: globalizado Nacin pas Patria

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Carlos Campos Serna

Derechos de Autor: Carlos Campos Serna


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juan carlos reyes cruz

Carlitos, mi amigo querido y ciudadano del mundo, generosamente nos entregas una magnífica y fluida prosa plena de reconocimientos a los suelos que alguna vez te han acogido y que te han entregado el bagaje de riquezas que han dignificado el perfil que acostumbradamente nos muestras.
Y como aludes en tus formidables letras al fútbol, me hubiera consolado una glosa pequeña para mi selección chilena que después de haber dado tanto, en últimas instancias nos quedamos sin Rusia.
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December 04, 2017
 

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