La hora del viento (Novela) -Captulo 3-
Publicado en Aug 01, 2017
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El despacho privado de Ludwig Krapf Korntal, en la Unterstadtstrasse de Meersburg, era espléndido y lujoso. Pero su propietario, recostado en el sillón con los brazos detrás de la cabeza y los pies sobre la mesa, no hizo ningún ademán por cambiar de postura cuando vio entrar a Gil Stauffer Vergleich con su bastón de avellano. 
 
- Perdone que no mueva ni uno sólo de mis músculos pero los morosos no se merecen singuna consideración por mi parte. 
 
- No se preocupe por eso. Comprendo que todos los cabestros actúan siempre igual.
 
Aquel insulto no lo soportó el abogado que, rápidamente, se puso en pie con aire amenazador.
 
- ¿Cómo ha dicho usted?
 
- Me habían dicho que todos los maricas son sordos pero no lo había podido comprobar hasta este momento. ¡He dicho que comprendo que todos los cabestros actúan siempre igual! ¿Lo ha oído usted ahora bien del todo o se lo tengo que repetir todavía más alto?
 
Ludwig Krapf Korntal hizo además de abalanzarse hacia el viejo pianista pero éste no se echó ni un sólo centímetro hacia atrás.
 
- ¡Le advierto que mi bastón no sólo me ayuda para caminar más seguro sino que también funciona como cascanueces si llega la ocasión de usarlo! ¿Quiere comprobarlo usted mismo para darme la razón o se va a mostrar razonable y hablamos de hombre a marica?
 
Ludwig Krapl Korntal se mordió los labios y decidió sentarse tal como Dios manda que deben sentarse las personas cuando recien visitas.
 
- Esto... que conste que no es por miedo...
 
- Sé que es por educación... aunque sea algo milagroso en una persona como usted...
 
- Está bien. ¡No le permito que se siente! Digame lo que quiera y márchese de inmediato. A finales de este mes seré yo el que le visite a usted.
 
- Me parece que no.
 
- ¿Se atreve usted a amenazarme diciendo que no me va a pagar los tres meses de alquiler que me debe?
 
- Me atrevo a decirle que aqui tengo los 900 asquerosos euros que le debía.
 
El abogado, gordo como un toro capado, no salía de su asombro cuando vio el fajo de billetes. 
 
- ¿Es que de verdad juega usted a las loterías?
 
- No tengo ganas de explicarle nada. ¿Cree usted en los milagros, esperpento machista?
 
- ¡No le soporto ni un minuto más! ¡Traiga esos billetes para que cuente si son exactamente 900 euros y para comprobar si no son falsos! ¡En cuanto a los milagros se lo cuenta usted a Rita la Cantaora como se dice en España!
 
- ¿Se refiere usted a la flamenca gaditana Rita Giménez García?
 
- ¿Cómo puede usted saber más que yo?
 
- Saber más que usted no es tan dificil. Hasta la tonta del bote es mucho más inteligente que un abogaducho que sólo sirve para coleccionar papales pintados. Así que ahora mismo me firma usted un recibo de que ha cobrado los 900 euros que le debía o el que llama a la policía para que le echen a patadas de aquí soy yo.
 
- Esto... sí... claro...
 
Ludwig Krapl Korntal firmó el recibo y se lo entregó al anciano pianista justo en el mismo momento en que una tromba de viento hizo remolino en el despacho y todos los billetes que sumaban un total de 900 euros salieron por la ventana ante la desesperación del avaro y barrigudo abogado.
 
- ¡No! ¡¡Noo!! ¡¡¡Nooo!!!
 
- Siento lo sucedido pero si está usted desesperado se lo cuenta a Rita la Cantaora. Publio Siro dijo en cierta ocasión que al pobre le faltan muchas cosa pero al avaro le faltan todas. Y llevaba toda la razón del mundo.
 
- ¡¡¡Odio haberle conocido!!!
 
Pero ya Gil Stauffer Vergleich salía del despacho camino de alguna heladería. Entró en Eiscafe Venezia, de la Unterstadstr número 3, donde pidió uno de fresa y chocolate. Se encontraba algo cansado pero feliz cuando, por circunstancia inesperada, entró en aquel lugar la espectacular y bellísima Hertha Müller Herz quien, si dejar que se levantara, le dio un beso en la frente y se sentó junto a él. Llevaba un libro en su mano derecha.
 
- ¿Es casualidad o es cierto que los ángeles son visibles?
 
- ¡Jajajajaja! Hoy tienes buen humor, Gil.
 
Ella volvió a enamorarse de las manos del pianista.
 
- Esto... lo que pasa es que la justicia de Dios a veces es increíble...
 
- Cuenta... cuenta... por favor... me interesa todo lo relacionado con Dios...
 
- Resulta que le he pagado los 900 euros a Ludwig Krapf Korntal y, después de haberme firmado un recibo legal de que se acabó mi deuda con él, ha llegado la hora del viento.
 
- ¿La hora del viento? No sé a lo que te refieres, Gil.
 
- Escucha lo siguiente. A todos nos llega alguna vez que otra la hora del viento. Y entonces es cuando Dios hace justicia.
 
- Todavía no termino de comprender...
 
- Escucha cariño. Hoy el viento tiene frío en las orillas del río… y el aire se agolpa en mi camisa del pasado convertido en lirio. Hoy el viento tiene frío en su etapa concisa y pasajera de simiente en el delirio. Hoy el viento tiene frío y en medio de la era el trigo se muele limpio cuando las manos del tiempo le roba su albedrío. Hoy el viento tiene frío y yo miro a lo lejos el horizonte sombrío. Hoy el viento tiene frío.
 
- ¡Enorme poesía pero me dejas sin saber qué ha pasado! 
 
- Que de repente el viento ha entrado en el despacho que tenía la ventana abierta de par en par, ha formado un torbellino sobre la mesa y todos los billetes que completaban los 900 euros han salido volando hacia la calle. No ha quedado ni un sólo billete. ¡Todos han volado y al abogado casi le ha dado un soponcio! Por eso me odia cada vez más.
 
- ¡Jajajajaja! ¡Eso hay que celebrarlo!
 
- ¡Sí, Hertha! ¡Pídete otro igual que el mío y hoy el que paga soy yo!
 
- De acuerdo. Pediré uno igual que el tuyo. No sé qué pensará el mundo cuando sepa que te amo de verdad pero no me importa. El amor es un talante que se basa en el talento. ¿Te gustó mi juego de palabras?
 
- El amor es un talante que se basa en el talento. Muy buena, Hertha, muy buena.
 
Hertha Müller Herz pidió otro helado igual que el de Gil Stauffer Vergleich y los dos quedaron por un momento en silencio.
 
- ¿Le amas mucho, Hertha?
 
- No lo sé todavía, Gil. Con veinte años de edad todavía no sé qué es lo que siento.
 
- Te pregunto que si le quieres.
 
- Sí. Le quiero.
 
- Cuando el amor es verdadero siempre hay algún rival. Es ley de vidas humanas. En esa lucha permanente eres tú misma convertida en la otra parte del espejo pero siempre tú misma. Por eso es por lo que te aconsejo que no te amedrenten los mortales. Tu secreto está a voces que se llama Felicidad. Buena suerte. Sigue haciendo soñar con tus encantos. Por cierto he visitado tu blog. Es muy bonito. Algún día te comentaré lo que me parece.
 
- ¿Puedo saber de qué tienes miedo?
 
- Muchas veces me has dicho que quieres ser escritora y ganarte la vida como escritora.
 
- Y es cierto que lo voy a intentar.
 
-  Escucha bien, Hertha.  Buen día para vivirlo como único e irrepetible. No dejes nunca de escribir tal como lo sientes y más allá… mucho más allá… de los que se otorgan el derecho divino, porque como dioses se creen que lo son,  de decir cómo se debe escribir según sus normas vejestorias tan cambiantes como las veletas. Escribe libre y haz de este día un buen día para vivirlo como único e irrepetible. Por ejemplo escribe y habla del canto de las cigarras, del sueño de las cigarras, del amor de las cigarras y deja de seguir la senda de las aburridas hormigas dirigidas por el hormigón armado de las Academias.
 
- ¡Jajajajaja! ¡De verdad que hoy estás de buen humor, Gil! ¡Eso de el hormigón armado de las Academias sí que ha estado bueno de verdad!
 
- Pues no me extraña que sea cierto... porque todos sabemos lo que pasa en las Academias... ¿O no es cierto que lo sabemos?
 
- ¡Jajajajaja! Sí. Llevas razón. En las Academias de todas las Bellas Artes suceden cosas que todos sabemos pero que nadie quiere contar. ¿Qué opinas tú?
 
- Quiero que me escuches y lo vayas imaginando dentro de tu mente. Es domingo. En día de fiesta todo el vecindario se moviliza. El popular “Juan Champús”, producto natural del mestizaje, hace una reunión de familia. La mujer con blusa coloreada le enseña la foto del recuerdo. ¡Retrato de familia! Mientras tanto, un vecino endomingado se cruza con una pareja del vecindario. Se saludan. La mujer del encaje observa desde su balcón. Su hijo va para músico y comienza a tocar el piano. El reposo del anciano abuelo le sirve de inspiración. La mujer del encaje deja sus labores. Está embelesada con “El Vals del Minuto” de Chopin, que su hijo hace desgranar de las teclas del piano mientras el anciano abuelo, despertando, se queda con el pensamiento anclado en ese minuto en que la vida se recuerda como una foto del recuerdo. Se ve a sí mismo llevando de la mano a su nieto preferido. La pareja del vecindario, el joven y la jovencita más enamorados de todos los vecinos, miran hacia arriba. En el balcón hay una maceta de geranios rojos. El vecino endomingado tiene prisa por llegar a su destino. ¿Quién sabe qué buscará al doblar la esquina? “Juan Champús” sigue observando, fijamente, el retrato de familia. Es como si todo el vecindario se hubiese puesto a escuchar al que va para músico. En medio del domingo el anciano sigue pensando en aquellos otros tiempos, cuando los vecinos no eran solamente pasajeros de circunstancias en el tren de la vida, sino algo más que se queda en su mente como la foto del recuerdo. Y recuerda… La mujer del encaje vuelve a su labor, ahora con más atención al reloj… porque parece como si el tiempo se hubiese detenido en ese “Vals del Minuto” que es lo que ha entrado en el pensamiento del anciano; mientras el vecino endomingado da la vuelta a la esquina y se pierde en quien sabe que búsqueda. A la pareja no le interesa otra cosa sino darse un beso de enamorados debajo del balcón donde la mujer del encaje los observa, ahora, sin disimulo alguno. No les importa, ni a él ni a ella, que mañana lo sepan todos los vecinos.
 
- ¡Jajajajaja! ¡Muy bueno! ¡Me lo he estado imaginando y es muy bueno!
 
- Hertha... 
 
- ¿Qué quieres de mí, maesrtro?
 
- Nada más que me escuches con suma atención.
 
- Sabes bien que siempre lo hago.
 
- Hertha... nuestras horas son minutos cuando queremos saber y siglos cuando sabemos lo que podemos aprender... bueno es saber que los vasos nos sirven para beber lo malo es que no sabemos para qué sirve la sed... la mentira manifiesta falta de imaginación la verdad siempre se inventa cuando habla el corazón... ayer soñé que veía a Dios y que Dios me llamababa y soñé que yo le oía... desperté... y era verdad que me hablaba...
 
El sol comenzaba a irisar la melena de plata del octogenario pianista. 
 
- ¿Y si la vida resulta que es sólo un cuento, Gil?
 
- Si la vida es sólo un cuento merece la pena poner un poco de música a la vida... porque todo cuento es emoción...
 
- Es cierto, maestro. Yo me emociono por completo cuando oigo a su piano y cuando veo sus manos.
 
- ¿Qué sucede con mis manos?
 
- Tienen duende.
 
- Con túnica de sal bebiéndose el sol desde el otro costado de la vorémica luna el ozono baraja duendes y nuestro planeta azul, música celeste de verde tacto, revela que en el huído paisaje nos asombra el verso alado asentado en los desiertos y el mar. Todas las noches el arco de nuestra voluntad muestra su inquietud y dispara la serena, ausente, silenciosa luna de nuestros sueños que con aires de canción huelen a música. Nuestras almas se bañan de luz de duendes que viajan bajo los puentes del vaivén de la emoción y perfuman las rutas de los collares celestes. Imágenes de algodón empapado de noche que cae sobre nuestras almohadas mientras serenos, ausentes, silenciosos, nuestros sueños se elevan hasta su cima y navegan en el horizonte con sus alas que luego regresan nuevamente convertidas en la sabiduría del agua. Y el conjunto de sus verbos con trino hacen que vuelen vientos y desnudan nuestra curiosidad vistiéndonos de ternura. 
 
- Cómo es posible que un genio como tú, Gil...
 
- No sigas. Sé lo que vas a decir...
 
- ¿Sabes que voy a decir que el traje de la ternura es igual que el alma al desnudo?
 
- Eso es. Sé que ibas a decir eso. Escucha, Hertha. Yo fui parte de una vida anterior.
 
- ¿Una vida anterior a esta vida de ahora?
 
- Sí. Una vida anterior a esta. Imagíname por favor. Estoy tomando unas cervezas frescas con mis amistades en la terraza de "Dame Spree". Hace calor fuera de las sombrillas y por la pared una araña se hace predicadora desnuda para atraer a la moscas. Recuerdo al viejo Plutarco de la Historia, enanito él, cómo se crecía en forma de orador ante los gigantes de Bizancio. Me cuentan que el lenguaje es grande cuando es sonoro y limpio, claro, sencillo, sin muletillas ni tópicos mil veces trillados. El habla aquí, en "Dame Spree", se expresa sonoro y limpio, para ser comprendido por las sencillas gentes de las torres. Aquí, con todos los conciudadanos departiendo tertulias, hay que saber hablar sin temblarnos el fondo de la voz. Actitud. He aquí la otra cuestión importante para ser orador en "Dame Spree". Actitud de palabras sin doble interpretación ni engaño, llenas y llanas, lisas, como autopistas por donde circulan las voces de todos los parroquianos. Las cervezas están bien frescas mientras hablamos de cosas generales. El mundo anda mal ... anda despacio… pero anda… ¡y eso ya es mucho pedir en este fin de otoño donde las hojas comprenden que la hora del viento las hacen caer en esa inercia de color amarillo! ¿Te gusta mi camisa amarilla, Hertha?
 
- Sí. Me recuerda a los girasoles de Van Gogh. 
 
- Posiblemente es que yo también esté loco...
 
- ¿Un genio puede estar loco?
 
- Un genio puede estar todo lo que los demás digan de él. ¿Qué importancia tiene eso? Ramón y Cajal dijo algo muy sorprendente: "las grandes obras las sueñan los genios locos, las ejecutan los luchadores natos, las disfrutan los felices cuerdos y las critican los inútiles crónicos" y Eberd Hubbard remató el asunto cuando afirmo que "cada genio tiene sus limitaciones, pero la estupidez no". 
 
- ¡Jajajajaja! En "Dame Spree" debiste aprender mucho. 
 
- Mucho no es suficiente, Hertha. Lo que hay que aprender es lo excepcional y lo excepcional no se mide sino que se interpreta cuando tenemos que salir a escena. Por lo demás ya sabes cómo funciona el resto del mundo. ¿Tú crees que el Sol está loco?
 
- ¿A quién se le puede ocurrir tal majadería?
 
- Pues resulta que el Sol siempre viste de amarillo.
 
- ¡Jajajajaja! ¡Ya comprendo! ¡Me encanta tu camisa amarilla!
 
- Hablando de absurdas paradojas... ¿te ha gustado el helado de fresa y chocolate?...
 
- Ha sido el mejor helado de mi vida pero no entiendo por qué tuvo que ser, precisamente, de fresa y chocolate y qué tiene que ver eso con las absurdas paradojas.
 
- ¿Es que no has visto la película cubana titulada de esa manera?
 
- ¿Una película cubana titulada "Fresa y chocolate"? Pues no. No la he visto.
 
- Tres personajes mantienen una intensa y conmovedora relación de amistad, en medio de prejuicios e incomprensiones sobre la homosexualidad en Cuba. La película se centra en el papel de David, un universitario miembro de la Juventud Comunista cuyos valores se ponen en cuestión al hacerse amigo de Diego, un artista homosexual que entra en contradicción con el sistema establecido. En medio, se cruza la vecina de Diego, una mujer madura y agobiada por la soledad. Si ese es el mundo de las libertades... ¿cómo será el mundo de la esclavitud, Hertha?... Creo que me estás comprendiendo también en esta ocasión...
 
- Te estoy comprendiendo muy bien, Gil.
 
- ¿Y qué es el mundo de las libertades, Hertha? Quisiera aprenderlo de una chica como tú.
 
-  Libertad. ¡Qué hermosa palabra cuando se trata de la libertad de nosotros mismos pero qué difícil de aceptar cuando se trata de la libertad de los demás!.
 
- Lo has dicho muy bien, Hertha. No poder estar aquí, viviéndonos instantes de sentimiento acumulados en el transcurrir de las almas y los sueños, y de los cuerpos y sus sentidos, y de las múltiples semillas de las vivencias y los recuerdos, es sentir las cadenas y no poder desligarse de ellas. ¡Debes saber que hay seres humanos que no poseen la libertad aunque les digan que son libres!. Es cierto. No es necesario ir a países llamados subdesarrollados para encontrarse con hombres que viven la esclavitud de sus prohibidas licencias para pensar, de sus prohibidas licencias para sentir y de sus prohibidas licencias para caminar. En el sentido exacto de las palabras he visto a hombres que viven despojados de sus libertades. Las causas de sus condenas pueden ser varias, pero lo patético del caso es que no me estoy refiriendo a quiénes viven encarcelados por haber delinquido o haber cometido actos violentos contra las personas o las instituciones. Me refiero a seres humanos que están sometidos, en contra de su libre voluntad, a vivir sin los plenos derechos a los que podrían aspirar. Dependientes de otros seres humanos que los tienen amarrados al duro oficio de tener que aceptar sus encierros, en el término exacto de la  palabra encierros, son hombres que han caído en la desgracia de no tener suficiente valor o posibilidades propias para rebelarse y conseguir la libertad. Sencillamente no pueden hacerlo por causas ajenas a ellos mismos; por causas contra las que desean luchar pero no tienen medios ni posibilidad alguna a no ser que quienes les esclavizan tengan compasión y los liberen. Por eso yo te digo que es morir en vida no poder estar aquí, viviéndonos tú y yo instantes de sentimientos acumulados en el transcurrir de las almas y los sueños, y de los cuerpos y sus sentidos y de las múltiples semillas de las vivencias y los recuerdos. Me quiero hoy sumergir en el enamorado sentimiento de transitar libremente por la vida y verme aquí, en este tiempo, viviendo una alegría infinita por encontrar junto a todo ello la libertad de poder expresarme y expresarlo. ¡Qué gran libertad es esta de poder tener todo el espacio al que alcanza nuestra vista para poder caminar por él! ¡Y poder sentirlo! ¡Y poder vivirlo! ¡Y poderlo contar!. No existe un sueño humano más ansiado que ese camino que troquela los espacios y que nos hace tanta falta como el aire para vivir. Ese camino se llama Libertad y hay lastimosamente hombres a los que se les tiene determinante prohibido el recorrerlo. Cierto y real como la esclavitud misma. Fresa y chocolate, Hertha, La absurda paradoja existencia puesta al descubierto para aprender y conocer ciertas farsas políticas mientras alguien fuma, a costa  de los demás, puros habanos de señores que pasan a la Historia pisando fuerte. Ya no hace falta aclarar qué es lo que están pisando.
 
- ¿La dignidad humana?
 
- Tú lo has dicho, Hertha. Se trata de la dignidad humana de ser cada uno como desea ser... pero es que a ciertos sistemas no les interesa...
 
- Lo he comprendido todo, maestro.  Pero tengo que irme ya.
 
- ¡Vuela, Hertha! ¡Lucha por tu futuro!
 
Herta Müller Herz se levantó, le dio un beso en la frente a Gil Stauffer Vergleich y se despidió.
 
- Hasta mañana en su casa para continuar con las clases...
 
- Si Dios quiere, Hertha...
 
- Yo sé que Dios si lo va a querer.
 
La vio desaparecer de su vista, pidió un granizado de limón y solamente exclamó.
 
- ¡Libertad! ¿Por qué corres, Libertad?
 
Luego se quedó soñando.
 
FIN DEL TERCER CAPÍTULO 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Miembro desde: Jun 29, 2009
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Descripción

Novela de ficcin.

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Narrativa Ficcin.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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