La llamada continua (Novela) -Captulo 17-
Publicado en Jul 13, 2017
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Los tres permanecían sentados en sus sillas bajo el porche de la vivienda. Valdimir Putín como siempre en el centro; a su derecha Dascha Stáchova y a su izquierda Julián Forero; mientras por sus alrededores, entres sus piernas, jugueteaban los cachorrillos "Poli" y "Moli" y el gato "Raspas" maullaba, algo lejos, por culpa de los celos. En eso estaba pensando Vladimir.
 
- Los celos deben ser algo insoportable; el peor infierno para una pareja de novios o casados.
 
Dascha no ocultó lo que sabía.
 
- Sobre todo si se dan en una pareja de gays o, peor todavía, en una pareja de lesbianas.
 
- ¿Tú qué opinas sobre el tema, Julián?
 
Julián estaba pensando en cualquier otra cosa menos en los celos pero, como le pidieron su opinión, la dio con entera liberación aunque no supiese qué era aquello de sentir celos de verdad.
 
- Cuando dos mujeres hermosas y bellas se besan en la boca delante de un grupo de hombres morbosos cada uno de ellos pagaría una fortuna por ser una de ellas.
 
- ¡Jajajajaja! ¡Cuánta verdad has dicho, amigo español!  
 
 Volvió a intervenir Dascha Stáchova.
 
- La morbosidad lesbiana siempre reviste un tinte de tristeza por el amor perdido a causa de un orgullo mal controlado. ¡Cuántas veces pasa eso en las relaciones interpersonales donde el amor nos juega malas pasadas!  El lesbianismo siempre se produce por algo que hay que olvidar y algo que es posible volver a reencontrar cuando te fallan las demás alternativas. Los amores vencen muchas veces pero los orgullos son capaces, algunas otras veces, de derrotarlos. Nos queda siempre pequeño el comprenderlo. A veces decir adiós al lesbianismo no es definitivo cuando queda en el ánimo la sensación de que hay todavía un trecho por aclarar en el camino amoroso. Quizás la próxima vez… todo sea diferente… y mientras tanto me quedo con una pregunta. ¿Qué es ahora lo que tengo que olvidar? Hijas de la tierra somos e hijas de la tierra seremos hasta el final.
 
- No, Dascha... no caigas...
 
- Díme, Julián... ¿qué tengo que hacer para no volver a mi pasado si mi presente está lleno de hombres morbosos que me comen con sus miradas?... ¡Tengo miedo, Julián! ¡Tengo miedo!
 
Julián Forero se levantó e hizo levantarse a la bellísima chiquilla rusa.
 
- Perdone, Vladimir... ahora volvemos...
 
La pareja se internó en medio de la arboleda...
 
- Escucha bien, Dascha. La fantasía es todo aquellos que nos sirve para complementar nuestras ilusiones de jóvenes eternos y siempre eternos jóvenes. Estamos en un solsticio de invierno y la cuerda mágica de nuestras vivencias son aquellas con las que hacemos lazos de unión con la esperanza. Los pedazos sueltos son sueños que encadenamos no para esclavizarnos ante la realidad sino para liberar dicha realidad formando un conjunto multicolor de nuestros pensamientos. No hay que caer jamás en la abulia de los momentos grisáceos. Un nuevo olor a la almohada es seguir siempre adelante en la búsqueda de todos nuestros sueños. El oleaje cuántico no es solamente cuánto vivimos sino la calidad que hay en la cantidad que vivimos.
 
- ¿Sabes tú la calidad de vivencias que ella me daba?
 
- Dascha... yo lo he dado todo por ti... pero si quieres volver a las pesadillas sólo tienes que dar media vuelta para seguir engañándote diciendo que eres feliz con ella mientras te demuestras a ti misma que eres una verdadera hipócrita y una pobre infeliz en manos de una bruja sin más sentimientos que su propio egoísmo. Ella te estaba destruyendo y sólo vive con el afán de destruirte. Tú sabes cuál es la verdad. Mírame de frente. Si me miras de frente y me dices adiós yo te diré que puedes quedarte porque yo me voy.
 
- Es que los hombres, salvo alguien como tú, me aburren y me dan asco por su acoso y sus infames propuestas de irme a dormir con ellos.
 
- El mundo de los hombres no es tu verdadera vida ni tu búsqueda para tu realización como mujer. Tienes capacidad suficiente para ser de un solo hombre y eso sí que es felicidad. ¿Te vas o te quedas?
 
Dascha Stáchova por fin volvió a sonréir.
 
- Me quedo contigo.
 
Cogiéndola de la mano la sacó de aquella verdadera enmarañada situación de arbustos que tanto la había estado queriendo engañar... 
 
- ¿Nos comprende, señor Putín? ¿Nos comprende ahora por qué tenemos que irnos los dos de esta ciudad?
 
- Te he comprendido pero estoy pensando en mi granja...
 
- ¿Le preocupa qué pasará con ella cuando se muera? 
 
- Eso mismo es. Acabo de cumplir cien años de soledad. 
 
- ¿A lo García Márquez?
 
- Mucho más que a lo García Márquez porque a mí es que ya no me queda a nadie. No rengo ninguna clase de familiares ni cercanos ni lejanos y todos mis amigos y amigasya han muerto. Si mañana ya no puedo despertar toda esta inmensa granja y mi querido caserón pasarán a manos del Estado ruso si es que no la entrego, como caridad, a la Iglesia.
 
- Tengo una idea que puede ser la que usted necesite para seguir viviendo todos los años que Dios rodeando de numerosas personas y sabiendo que sus posesiones van a servir para hacer mucho bien a personas necesitadas.
 
- ¿De qué me estáshabando?
 
- ¿Conoce al misionero Gamarra?
 
- ¡Claro que conozco a Andrés Lope de Gamarra y Rueda! ¡Fue siempre un luchador continuo contra las brutalidades cometidas por los comunistas de la RSS! ¡Nunca jamás se doblegó ante ellos ni adoró a ninguno de sus múltiples dioses! ¡Es un hombre valiente y decidido que lcuha por la fe cristiana sin desmayar jamás!
 
- ¿Y no sabe que necesita un precioso lugar para agrandar el número de cristianos y cristianas haciéndoles vivir junto a la naturaleza y creando, por ejemplo, campamentos cristianos? Su grupo está creciendo de manera muy considerable desde que la URSS se despedazó a si misma.
 
- ¿Estás diciendo que le venda todo a Gamarra a cambio de que su grupo me acompañe durante todo lo que me queda de vida?
 
- ¡Es usted muy inteligente! ¡Lo ha captado a la primera!
 
- ¿Cómo puedo hacer legal esa transacción?
 
- Hay leyes democráticas para conseguirlo.
 
- ¡Busca a Gamarra a ver si quiere venir esta misma noche a cenar con nosotros!
 
- ¡Eso es, señor Putín! ¡Eso es ser valiente!
 
- Y yo voy contigo... porque ahora Vladimir Putín tiene la compañía de "Poli", "Moli", "Raspas", "Rayo", "Centella" y todos los animales de la granja...
 
- Por eso necesita también compañía humana y tú y yo tenemos que irnos de aquí.
 
- Aquí estoy a gusto, Julián.
 
- No, Dascha. Aquí corres el peligro de que te encuentren o bien Varvara Petrovna o bien Nikolái Lódonov. ¡Te odian a muerte!
 
Julián Forero la abrazó cariñosamente.
 
- Ven conmigo. No te voy a abandonar.
 
- Vamos antes de que sea demasiado tarde.
 
Montando sobre "Rayo" y "Centella", después de un tiempo más corto de lo que habían pensado encontraron al misionero Gamarra saliendo del Teatro Ershova.
 
- ¡Vaya, vaya! ¡La parejita de los descarriados!
 
- Andrés, no sé yo si nosotros somos más descarriados que usted pero ese tema no nos interesa saberlo ni a Dascha ni a mí. No enjuiciamos a las personas porque Dios ya se encargará de hacerlo. No venimos a cotillear sobre su vida privada pero tenemos algo muy improtante que contarle.
 
- ¡Válgame el Dios de los Cielos! ¿Venís a casaros como la Santa Madre Iglesia ordena y manda?
 
- ¡Jajajajaja! ¡Eso me hace recordar las bodas de sangre de García Lorca!
 
- ¡Repámpanos! ¿Es que lees mis pensamientos?
 
- Que yo sepa "Bodas de sangre" no la escribió usted sino García Lorca...
 
- Me refiero a que estoy ahora ensayando esa obra con mi grupito de jóvenes teatreros. ¡Qué lástima que en esta ocasión no pueda contar ni con Dascha Stáchova ni con Nikolái Lódonov! Pero vosotros dos, si queréis, podrías formar una bonita pareja para atraer al mayor número posible de gentes.
 
- Eso lo podríamos discutir en otro momento... ahora se trata de Vladimir Putín...
 
El misionero Gamarra cambió su expresión risueña por otra de serio compromiso.
 
- ¿Ha muerto el viejo Putín?
 
- No. Pero puede morir en algún momento-
 
- ¿Es que está enfermo de gravedad?
 
- No. Está más sano que nosotros tres juntos... pero acaba de cumplir cien años...
 
- Bueno. Pongámonos serios. ¿Cómo habéis llegado hasta aquí?
 
- Montando a "Ray" y "Centella" que siempre lo cobijamos en casa de Leónidas Lódonov.
 
- ¿Nos hacemos unas de anís dulce?
 
- ¿Tú que opinas, Dascha?
 
- ¡Jajajajaja! ¡Que sí! ¡Que nos hacemos unas de anís dulce?
 
Así fue cómo los tres llegaron al pub Kit de Tobolsk y Julián le planteó el asunto acordado con Valdimir a Andrés junto a tres copas de anís dulce.
 
- ¡Sería formidable pero yo no cuento con tantísimo dinero como debe costar comprar todo eso!
 
- Podemos legalizar el asunto haciendo una venta simbólica, una cantidad inmensamente pequeña, aunque a cambio de ellos él nunca será expulsado de su vivienda sino que será debidamente atendido hasta que el Señor se lo lleve consigo.
 
- ¡Caramba! ¡Eso sí que es interesante! ¿Otras tres de anís?
 
- Andrés... Andrés... que me parece que nos podemos desbocar...
 
- ¡Venga, Julián! Podemos vivir amargado o podemos vivir alegres y tú siempre has sido y eres un muchacho divertido.
 
- Bueno. Otra copa de anis dulce para cada uno y se viene usted con nosotros hasta la granja "VLAPU" para comenzar a legalizarlo todo.
 
- Se me ocurre un chiste malo pero al fin y al cabo un chiste.
 
- Si no hay más remedio que escucharlo...
 
- Se me ha ocurrido observandoos a los dos...
 
- Espero que no sea nada imprudente.
 
- Es muy malo de verdad.
 
- Adelante con el chiste.
 
- Se encuentran dos amigos por la calle y uno le dice: ¡Anda ya casado que estás yacasado! Y el otro le contesta ¡Yo estoy casado pero tú lo pareces!
 
Silencio.
 
- Vaya. O el chiste es pésimo del todo o no es hora de hablar de boda alguna. 
 
- ¡Jajajajaja! Es pésimo pero hay que reconocer la risa nos sirve para ensanchar las ganas de ser, de existir y de vivir. 
 
- Pues me parece que a tu Dascha no le ha hecho ni puñetera gracia.
 
- Es que la pilla usted en un mal momento.
 
El misionero Gamarra se arrepintió una vez más por sus meteduras de pata.
 
- Perdona, Dascha.
 
- No importa, don Andrés. Es cierto que no estoy hoy en un buen momento de mi vida.
 
- Pero los momentos malos también se pasan y luego vienen los momentos buenos. ¿No es cierto, Julián?
 
- Es cierto, Andrés. Y hablando de lo que es cierto... ¿es verdad que estuvo como misionero en las comunas comunistas de Paraguay?...
 
- ¡Jajajajaja! ¡Claro que es cierto! ¡Les estuve robando todas las ovejas a los ateos marxistas leninistas comunistas maoístas y no sé cuántas más zarandajas que dicen que se llaman.
 
- ¡Eso es echarle cojones, padre Gamarra!
 
- Es que los padres tambíen los tenemos.
 
- ¡Jajajajaja! Parece otro chiste pésimo pero es también una gran verdad.
 
- Yo no lo veo tan gracioso...
 
- Dascha... lo que está intentando hacer Andrés Gamarra es que levantes el ánimo...
 
- ¿Con insinuaciones machistas?
 
- No... no... no y no... me niego a ser considerado un machista porque tenga pitorro...
 
- ¿Se está usted pitorreando, padre Gamarra?
 
- ¡Jamás me pitorreo nunca de las mujeres más bellas de toda Rusia y tú eres la primera entre las primeras.
 
- ¡Jajajajaja! ¡Está usted en plan machista pero gracias por el piropo!
 
- ¿Qué es un piropo para ti, Julián? ¡Sé que estarás acostumbrado a saberlo porque ya he visto que sabes ligar muy bien! ¡Quitarle el bocado a Varvara Petrovna sólo puede hacerlo alguien que sepa ligar mejor que ella y me he enterado que le diste sopas con ondas y se la robaste del todo y para siempre!
 
Julián sintió deseos de hablar quizás como efecto de las dos copas de anís dulce.
 
- Algunas mujeres tienen reflejos para soñar. ¿Y por qué no nos detenemos entonces un momento en nuestro caminar para poder contemplarlos a la distancia adecuada?. Esa es la distancia de los enamoramientos; cuando la luz del sol empieza a menguar y aparecen los primeros tímidos intentos de lunatizar nuestro sueño. Son reflejos que juegan bajo los contraluces del binomio boca-rostro. Reflejos “Sol-Luna” para que en ellos podamos bailar nuestras emociones, barajar todas nuestras oportunidades con el tarot de los ensueños y lanzarnos de lleno a la conquista de podernos quedar atrapados para siempre en sus enigmáticos destellos. Podernos acercar lo suficiente para lograr besarlos o fracasar en el intento pero sabedores que hemos vivido el momento de gloria de haberlos podido contemplar tan de cerca que hemos ardido por unos segundos con la intensidad de su sonrisa. Podría ser que, gracias a ellos y con la inevitable ayuda de Dios, nos convirtamos en enamorados para siempre o en desesperados a perpetuidad… pero ese es el juego, ese es el hermoso pero peligroso juego de poderlos contemplar cuando surgen a la luz de todo el binomio diario. Si puedes elegir, acércate con más precaución que vanidad… pero échale el suficiente valor para lanzarles el silencioso piropo que los haga encender.
 
- ¡Hostias! ¡Tú sí que sabes de verdad! ¡Yo sería incapaz de atreverme a eso y que conste que soy un verdadero profesional de las confesiones! ¡Pero Dios no me ha dado tantas Mercedes como a ti!
 
- ¡Jajajajaja! Por ahí va eso de los reflejos femeninos y los piropos adecuados para salir bien librado de los reflejos femeninos. Recuerde. Boca-Rostro y  Sol-Luna. A buen compensador buenas imágenes bastan.
 
- ¿Cómo has dicho?
 
- Que a buen compensador buenas imágenes bastan.
 
- ¡Dios mío! ¡Eres más impresionante de lo que me imaginaba!
 
 
- Impresionsita, Andrés. No soy impresionante pero sí soy impresionista.
 
- ¡Jajajajaja! ¿Otra más de dulce? Tengo que contaros una tremenda noticia. Me han afirmado que Varvara Petrovna ha aparecido esta madrugada ahorcada en una encina del Patriot Park de Kubinka a una hora de distancia de Moscú.
 
- ¡Vamos a por la tercera y nos largamos para la granja!
 
Asi fue como Dascha, Julián y Andrés acabaron por beberse cada uno cuatro copas de anís dulce y llegaron "piripis" a la granja "VLAPU" gracias a los instintos naturales de "Rayo" (montado por Dascha y Julián) y "Centella" (montada por Andrés). En cuanto al acuerdo entre Vladimir y Andrés fue super rápido y aquella noche terminaron por dormirse allí mismo: Andrés en la cama de Vladimir éste en su cómodo butacón junto al fuego encendido de la chimenea y Dascha con Julián en el granero, estrechamente abrazados pero sin haberse quitado ni tan siquiera los zapatos ni nada del resto de la ropa.
 
- Julián... tengo miedo... 
 
- ¿De qué tienes miedo, Dascha?
 
- Del fantasma de Varvara.
 
- No tenga miedo y duerme.
 
Ella se apretó aún más contra el pecho de él y se quedó profundamente dormida.
 
- De verdad que ha merecido la pena conocerla.
 
FIN DEL CAPÍTULO XVII 
 
Y él también se quedó profundamente dormido. 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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