Colonia Wanda (captulo 04)
Publicado en Sep 24, 2009
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- IV
Fogonazos
 
El río Paraná, tumultuoso, inmenso, como un arrebato austral del Amazonas. Como un mar, Paraná: así lo llamaron los antiguos indios... El remolcador enaltecido en el raudal de la corriente; a la vera, el monte hecho bóveda, rezumando humedad y vapores. En la cubierta descansan los compañeros, la tarde cae calurosa y naranja; en el puente de mando ElGuapetón lleva el barco.
La bandera de la Unidad Básica ondea en el mástil, agitada contra el viento. "Lealtad y Justicia", dice.
Todo sereno. En el río Paraná.
... Ya en la noche la tripulación cena esparcida sobre cubierta, afanosos comen el sancocho hervido de Krakis Ribezzo: Su hermano Krauko sirve el guisado y los hombres comen, encuclillados o en banquetas, comen y comen, y lo saborean y lo eructan y felicitan al cocinero y lo aplauden y piden piden otro plato, ¡ta´mui´rico, ta´mui´rico!, dicen y repiten, y el tanito ofrenda más y más sancocho a los muchachos. Y comen. Y beben agua fresca. Y alguien pide vino:
¡Un´vasito´e´vino, McKensy! Grita en la noche el vozarrón del Narigón de Bera.
Pero el vino está prohibido: prohibido. Así bien lo había aclarado el Indio Mckensy en el atracadero de Villa Nueva: Este es un asunto serio, dijo, ésto no es chacota... Y entonces no habría vino, nada; nada de alcohol. Hasta llegar al Paraguay. Nada.
¡Au´qu´cea un´traguito e´caña, McKensy! Insiste la súplica el compañero. Pero el líder se mantiene firme:
Nada, nada, repite entre risas. Cóma tranquilo el guiso y mámese con agua´el río, compañero, dice McKensy.
El Narigón de Bera ladea la cabeza, y sonríe, apenado.
Qué-le-va-cer, compañero, dice el Indio, ¡métase en la cabeza qu´ésto no es chacota!
Entonces el Loco Walter tercia en la charla:
Mijor métale un´cacho é "cóca" en´la narí a´éte narigo´n endrogáo, Jefe.
Todos celebran la ocurrencia. Y ríen a carcajadas.
El "cocotero" aludido estalla en furia, se pone de pie, resuelto, limpia sus dedos en la pernera del pantalón; y decidido encara al Loco Walter. Le grita:
Y´a´vó en´te güa´meté un garrote en´el culo, ¡maricón!
El Loco Walter se desarma a carcajadas. Todos ríen a carcajadas... Hasta que el primer disparo enmudece la cubierta: compañeros tiesos, aturdidos. Y entonces otro disparo. Y otro. Y otro. Y otro más. ElGuapetón cae fulminado de la hamaca paraguaya. La balacera (ahora) arrecia en la noche. Los compañeros corren, espantados, buscan refugio, trajinan sobre cubierta, en loca estampida se cubren, se arrastran a los gritos. La Vaca Yensen (ya) no se mueve: sangrando en la borda. En la costa santafesina chispean fogonazos de escopetas y rifles. Tiros. Caos. Confusión.
Tiros. Tiros. Tiros.
(En el estuario de Cayastá.)
¡La Húngara!, grita McKensy, ¡la Húngara! Grita el Indio parapetado en la gancha. Le grita al Loco Walter. Y la balacera no se detiene: repiquetea el plomo sobre cubierta. ¡La Húngara, Loco: traéla ya mismo! Tiros. Tiros. Tiros. Y Krauko Ribezzo cae, maldice: en griego: está herido. Tremendos fogonazos asustan en la espesura del monte. ¡La Húngara! El Loco Walter lanzado raudo a popa cruza y se zambulle en la escotilla... Y al instante emerge, y alza en alto el arma oculta en la bodega: la ametralladora del Ejército soviético "tramitada" en la embajada de Hungría. ¡La Húngara! ¡La Húngara!, gritan los compañeros.
El Loco Walter conocía de cerca a la húngara, la había acariciado más de una vez; en pocos segundos cargó tambor y acomodó el bípode sobre cubierta: los compañeros lo alentaban, en dura arenga; y el loco sudaba colorado y nervioso sobrecogido entre los tiros. Un disparo le astilló la rodilla pero Walter El Loco (ahora) recio sobre cubierta ya comenzó a descargar la munición contra la costa santafesina iluminada en su propio fuego... ¡Mierda!, aulló McKensy cuando el tableteo de la metralla sacudió el firmamento: los compañeros también aullaron y se golpearon en la boca al son de la barreada. En la noche.
Méta, Loco, Méta, gritaba McKensy. Déle a la güasa, ¡déle, nomá!
El Loco se detuvo un segundo a cargar un nuevo tambor cuando el Negro Molina aparecía en la escotilla a manos llenas de cargadores llenos y atrás suyo el Narigón de Bera con dos revólveres y una escopeta; y agazapado en el cabestrante McKensy a los gritos gritando ¡Son los ruralistas: los ruralistas de Salcedo!, gritaba, ¡los ruralistas de Salcedo! Pero nadie lo escuchó: el tableteo de la metralla calaba en cada talento... Y el Loco renovaba tambores y el Narigón de Bera y el Negro Molina a la borda en estribor meta disparo y disparo, y ElCachilote a escopetazo maldiciendo en guaraní... Hasta que el silencio fue total, absoluto. El aire olía a pólvora.
Y en la costa santafesina ya no se vieron fogonazos.
 
La aurora apenas se dibuja en el cielo; el horizonte (aún) es confuso, enmarañado. Y en el buque los compañeros lloran las muertes de ElGuapetón Da Silva y la Vaca Yensen... muertos... el buque avanza a todo motor... en el raudal de la corriente... Krauko Ribezzo está herido, grave; se lamenta en la bodega, injuria, delira envuelto en fiebre y dolor: la herida le cruza el pecho. Su hermano menor lo asiste, lo limpia, le seca las lágrimas: está muriendo... en el río Paraná... muertes... muertes... el Negro Molina reza el rosario a un costado... mientras el Loco Walter sobre cubierta monta guardia ceñido a la metralla y el Indio McKensy y el Narigón de Bera emprenden a tabicar el puente de mando... en el remolcador... a la vera blanquea la indómita Cayastá de los Salcedo... muertes... muertos... rígido al timón ElCachilote echa denuestos a la orilla, maldice en guaraní... a la ribera santafesina... El olor a pólvora se hace (ahora) insoportable. Todo hiede a muerte, a sangre reseca...    
McKensy comienza a arriar la bandera: "Lealtad y Justicia", murmura el Indio.   
 
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Foto del autor Martin Fedele
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Descripción

Palabras Clave: Folletn Fedele Colonia Wanda

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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