pASTOR DEL SIGLO 21.
Publicado en May 22, 2017
16/4/98.
Pastor casi siglo 21. Cuando hablo del pastor... Cuando evoco al pastor... Cuando pienso en el pastor... hablo de verdes campiñas, de fértiles valles, de cerros rocosos, y , aún de desiertos y sabanas interminables. Evoco el trinar de su silbido, la fina melodía de su flauta, el golpe del cayado en el suelo, el ladrido de su amigo y fiel colaborador perro. Pienso en su indumentaria humilde, jubón al hombro, con su colación exigua, con sus pies descalzos y su manta de basta lana enrollada. Sin duda, que desde hace muchos años esta es la figura que nos viene a la mente, ubicado en una época en que no había escuelas, que no era necesaria la instrucción y aún era contraproducente ser instruido. Una época lenta, casi bucólica, de días y noches sin grandes sobresaltos, en la cual abuelos, padres, hijos, compartían la misma casa, la misma majada, el mismo trabajo para lograr sus sustento de la tierra. La sabiduría trasmitida de boca en boca. En los cuentos de las largas noches de fogatas e inviernos, en las actividades diarias, de vida, de ejemplos, de todo esto enmarcado en un entorno de lento devenir, lentas culturas, lentos desarrollos, lento.... Lento al ritmo de la madre naturaleza, a su influjo... a su remedo... Pero, pero con la aparición de nuevas formas de trabajo, de vida, de actitudes con respecto a la vida, de... de sociedad de consumo de sociedad organizada de sociedad apurada de sociedad casi culturizada. De televisión, de comunicaciones, de movimiento, de arte, de radio, de mucho movimiento, de clonaciones, de reproducción a destiempo, de consumo de animales y hombres. Yo había supuesto que el cambio había llegado hasta el pastor, hasta el rebaño, hasta la campiña, hasta todo lo imaginado, que el cambio había llegado ... Hasta que un día, allá en el Barrio Obelisco, en Las Piedras, Uruguay, donde vivía, lo vi.... Lo miré muchas veces, durante muchos días, antes de llegar a verlo. De zapatillas raídas, de pantalón vaquero roto, de campera, hiciera calor o no, sin medias, piel cetrina, cara hosca, ojos huidizos, de mirada perdida, en un horizonte que estoy seguro no divisa. Sentado en “ la vereda” de pasto, al lado de la cuneta, de mañana, de tarde, con sol, con frío, con tristeza, con apagada imagen, allí estaba de pronto, “el pastor”. Sin cayado, sin rebaño, sin flauta, sin jubón, sin manta, sin bucólico entorno. Rodeado por casas, de mugre de sociedades humanas, al borde de una pobre y agostada cañada, carente de vida, sentado contra el muro de bloques de su propia casa, de 12 o 14 años, cuidando, estando y compartiendo soledades con... una única , sola, esmirriada, oscura y balante , oveja. Qué será de él cuando ella no esté, cuando sea festín de fin de año, cuando cese su contrato de cuidador y cuidada, existe el pastor del siglo 21, subsiste, vive y casi no lucha... Resistiéndose al tiempo y... a los tiempos.
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