Un bautismo bien merecido (Diario)
Publicado en Apr 20, 2017
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Un par de años antes de que, por fin, llegara a ser un alumno universitario (a pesar de las muchas envidias de gentes como "El Gimi" y "El Boina") estaba yo tan seguro de que lo iba a conseguir que, de vez en cuando, con algún libro bajo el brazo o leyendo algunas de mis muchas creaciones literarias en hojas de papel, me daba agradables paseos por la Avenida Complutense de Madrid. Eran para mí verdaderas satisfacciones saber que muy pronto yo iba a ser uno de aquellos estudiantes de las aulas de la Facultad de Ciencias de la Información. De vez en cuando hasta conseguía llamar la atención de las bellas chavalillas que me encontraba en aquellos plácidos y placenteros paseos y que me dedicaban sus más emotivas sonrisas. Aquello hacía que mi autoestima fuese cada vez más elevada y mi condición de futuro líder de las aulas universitarias se iba forjando poco a poco pero de manera ya irreversible, a pesar -como dije antes- de las muchas envidias de gentes como "El Gimi" y "El Boina". Ningún Emiliano ni ningún Benito lo podrían impedir. Sólo necesitaba una especie de bautismo ceremonial para estar totalmente preparado. Y aquel célebre y festejado día llegó.
 
Sucedió durante una muy agradable tarde primaveral cuando, paseando yo distraídamente por dicha Avenida Complutense, leyendo unas de mis aquellas hojas escritas, que tal vez de alguna especie de cuento debería tratarse puesto que yo siempre he sido, de toda la vida, un verdadero cuentista, y en el momento en que ya me encontraba a la altura del actual Edificio de Estudiantes (donde antes se encontraba situado el Colegio Mayor Brasil muy cerca de los comedores universitarios) me llegó dicho bautismo que confirmaba mi espléndido futuro de universitario jamás derrotado por gentes tan envidiosas como "El Gimi" y "El Boina" que nunca fueron, para mí, personajes importantes en mi vida; si acaso, tal vez, personajillos de algunas de mis futuras creaciones literarias para solaz de mis lectores y, sobre toda, de mis lectoras. El caso es que, estando concentrado en leer aquellos folios escritos, de repente se puso en funcionamiento un aspersor de aguas para regar el césped y me chapuzó de manera bien merecida por mi parte. 
 
Fue una agrable sensación notar que las frescas gotas provenientes del surtidor me refrescaron la mente, pues hacía calor y necesitaba urgentemente algo que me despertara del sopor de aquella lectura. Sé que las hojas se mancharon de agua pero no reccioné como reaccionan los que se cabrean mucho por estos asuntos inesperados (entiéndase, por ejemplo, el Emiliano y el Benito por citar dos de los más conocidos por mí) sino que me dio por reír y dar gracias a Dios por su bendición acuífera. Muy poco tiempo después ya estaba yo sentado en el aula de Primero de Ciencias de la Información, Rama de Periodismo, recordando dicha anécdota en forma de bautismo ceremonial y partiéndome de risa con Juan Manuel y Fernando que no sabían de qué cuestión se trataba ni por qué me estaba yo riendo con tanto placer. Si los aspersores de agua hablasen confirmarían que estoy escribiendo la verdad en este mi querido y apreciado Diario. "El Gimi" y "El Boina" ni se enteraron porque jamás pensaron que yo lo iba a conseguir. Claro que en esta vida tiene que haber de todo; hasta de gentes que se cabrean cuando alguien de la familia ajeno a ellos consigue triunfar. Pero la envidia sólo perjudica a los envidiosos y esto sí que es otra gran verdad.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Páginas de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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