Nos vemos luego (Relato)
Publicado en Mar 24, 2017
Prev
Next

NOS VEMOS LUEGO
(Relato)
 
- ¿Por qué te tienes que ir ahora que estamos todavía al principio de nuestra luna de miel, Steve?
 
- Escucha, Clara. Me avergonzaría portarme como un infantil.
 
Clara y Steve están casados.
 
- ¿Por qué los hombres tenéis esa estúpida costumbre de hacer guerras tras guerras en lugar de vivir y dejar vivir a los demás?
 
- Eleanor Roosevelt dijo que no basta hablar de paz sino que uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla.
 
- ¿Y los hombres creéis que es con la guerra cómo se debe trabajar para alcanzarla?
 
Steve no contestó…
 
- ¡Sed ya, de una vez por todas, conciencia humana, ciudadanos de un mundo sin fronteras ni banderas, de un mundo arco iris sin ninguna prevalencia de color sobre color, donde todos seamos partes integrantes de un todo genérico: hombres y mujeres sin luchas ni complejos de superioridad!
 
-¡Yo sólo soy un soldado, Clara! ¡Esa es la verdad! Lo demás no deja de ser simple literatura y con la literatura no se ganan las batallas.
 
- Y mientras tú matas para que nadie te mate a ti en el violín del corazón se me queda latiendo un oasis de arena y paz....
 
- ¿Quién te ha enseñado a pensar así?
 
- Me lo dijo un compañero de la Universidad en una tarde de otoño gris.
 
- ¿Llegó a ser tu novio mientras yo no te conocía todavía?
 
- Me hubiese gustado que fuese mi novio solo por un poco tiempo para poder compararlo mejor con los demás hombres que he conocido.
 
- ¿Me incluyes a mí en el lote?
 
- Steve… es mejor no hablar de él…
 
- ¿Tanto le querías que todavía no has podido olvidarle aunque te hayas casado con otro?
 
- Escucha bien y no te sientas celoso, Steve. Hay hombres tan especiales que es mejor olvidarlos aunque nunca jamás se les consiga olvidar.
 
- Pues me decepcionas, Clara, me decepcionas cuando tan sólo estamos iniciando nuestra vida matrimonial.
 
- Lo siento, Steve; no quiero que te molestes porque él no es la sombra de nadie pero es verdad que quien busca el olvido se encuentra siempre con la memoria.
 
El tiempo, con el filo frío de su navaja, se había vestido de bruma…
 
- Clara, a veces pocas imágenes dicen mucho más que un compendio completo de escenas. La extensión de un noviazgo no es tan importante como la intención de vivirlo. Un noviazgo puede ser largo o puede ser corto pero lo principal es que signifique algo sentimental y profundo o algo interesante y pensativo. ¿Qué pasó en realidad con ese compañero del cual dices que está siempre presente en tu memoria?
 
Clara le dio un cálido beso en la boca a Steve, le subió las solapas de su cazadora de cuero, de color negro, y levantándose los dos del banco donde se encontraban sentados al borde del río, ella se arrebujó contra el pecho de él y comenzaron a caminar. Las hojas amarillas de la arboleda llenaban el suelo de algo parecido a mil sueños rotos…
 
Eran ya las cinco de la tarde en punto. ¿Cómo poder decirle a ella que no quería dejarla abandonada, en medio de la luna de miel, pero que cumplir con sus tareas de soldado era una causa mayor? Poco a poco los dos se introdujeron en una especie de abandono.
 
- Steve… ¿qué pensarías tú si yo te abandonara ahora mismo y para siempre?...
 
- Mi deseo quedaría en su diván divagando… y el amor volaría con las alas de su liberación temporal…
 
- Los amores son siempre trincheras como muy bien decís los soldados. Lo que sucede es que hay que intentar siempre resistir antes de que nos los destruyan; porque… ¿al destruirse un amor qué sucede?... lo mejor es reconciliarse para seguir avanzando cada día más a esa emotiva sensación de que nos hemos liberado de las batallas que a nada conducen salvo al desaliento. Hay una victoria mucho mayor en la paz que en la guerra de las emociones aunque muchos se declaren vencedores de la nada. ¿Y qué tiene de interesante un vencedor de la nada? La respuesta es triunfar siempre con lo que sientes de verdad.
 
- ¿También has aprendido eso de tu ex compañero de Universidad?
 
- Aunque sigas insistiendo en tener celos de él tengo que afirmarte que sí, que fue gracias a que estuvimos saliendo juntos dos o tres días por lo que aprendí tanto en tan corto tiempo. Ningún otro hombre, y perdona que te incluya también a ti, me ha enseñado tanto en apenas un momento tan efímero que cuando lo quise saborear ya se había perdido entre la bruma.
 
- ¿Y si volviera a aparecer en tu vida qué harías?
 
- Es mejor no responder a esa pregunta…
 
- Muy bien detallado ese silencio, Clara. Por eso tengo que decirte, ya que te amo de verdad, que en el corazón caliente se cuelga la espesura de dos cuerpos sin ambages, cuerpo a cuerpo el sentimiento y la diáfana conciencia que se pierde en el momento del éxtasis de hacer de los brazos y las piernas un solo diapasón de extremo encuentro.
 
- Tengo que decírtelo, Steve, porque no puedo callarlo más…
 
- ¡Suelta lo que tengas que soltar! Me estoy dando cuenta de que me he casado con tu belleza pero no tengo casi ningún conocimiento de tu verdad.
 
- Perdona si soy valiente pero te lo voy a contar con sumo detalle.  Le miré. Me miró. Nos miramos. Quise decirle muchas cosas. Éramos dos solitarios de la noche enquistados en un segundo de inseguridad y jugando a contarnos dulces mentiras. Izamos la copa en una mutua acción de connivencia. Pero nuestro silencio era cada vez más grande y allí, en el centro del bar, haciendo esquina con nuestras soledades, los dos éramos náufragos en medio de todos los demás que se habían convertido en un hondo murmullo de voces que ahogaban nuestros requerimientos. Hasta que sonó la hora y me fui con la sensación amarga de la derrota por no haberle dicho tantas cosas como eran necesarias decir en aquel momento. Después volví arrepentida pero él ya no estaba allí. Y tomé otra copa. No para recordarle ni tampoco para olvidarle, sino para no pensar más. No sé. Quizás fue mejor así, sin más complicación que ese profundo anhelo de besarle en la boca que nunca me atreví a dárselo aunque mi corazón me lo pedía a gritos.
 
- ¿Y por qué no te besó él?
 
- Porque su corazón estaba gritando de soledades. ¿Quién escucha siempre el grito de un corazón tan abandonado? Si Edward Munch lo expuso en su célebre cuadro es por algo. Quien siempre escucha el grito es alguien que todos conocen pero muchos desearían no haberle conocido.
 
- Eso suena a traición…
 
- Sí, Steve, sí. Le traicioné llegada la hora de la gran verdad. Pero nunca supe quién era la verdadera mujer que estaba dentro de su desolado corazón.
 
- ¿No eras tú ella?
 
- No era yo aunque deseaba serlo.
 
- ¿Tan diferente era él del resto de todos los hombres que has conocido incluyéndome a mí mismo.
 
- Era completamente diferente a todos los que yo conocía. Tenía una especial y singular psicología sobre lo de ser un caminante. Escucha. ¿Qué necesita la Humanidad entera para poder convertir el tiempo en algo que sea más que un simple pasatiempo sin sustancia determinativa? La Humanidad entera necesita psicologizar nuestra manera de vivir; psicologizar nuestra forma de ser; psicologizar nuestra necesidad de estar. Vivimos, somos y estamos en base a unos parámetros de la existencia. ¿Y qué es la existencia sino un caminar hacia unos objetivos más o menos concretos? Si caminantes somos, caminantes debemos ser. No es lo mismo caminar por caminar que caminar para formarnos un hábito de existencia. Por supuesto que, para ser caminantes con destinos, debemos aprender, y sobre todo aprehender, la psicología del caminante.
 
- ¿Y te la llegó a explicar?
 
- Me llegó a explicar algo tan bello y hermoso que dudo que alguien como tú, a pesar de que te amo de verdad, llegues a entenderlo. Me dijo algo que nunca he podido olvidar: Entre las manos del alba en un oír como transeúnte son mis recuerdos de la lluvia imaginada por su propia luz, un juicio de quedar comprendido dentro del juego de la vida. Llueve por dentro de esta forma que empieza a subsistir de amor… como un salir de lo absoluto para ser circunstancia concordante con lo concreto de mi espíritu: una luz fugaz dentro del agua. ¡Y comprendí que un líder como él no se asusta ante nada ni ante nadie! ¡Defiende solamente lo que está al servicio del bien y rechaza rotundamente todo lo demás sin pensarlo ni un solo segundo!
 
- Ya imagino por qué nunca le podrás olvidar del todo…
 
- Me temo, entonces, que he hecho muy mal en molestarte con mi transcendente charla.
 
- ¿Te apetece que nos tomemos un par de cafés antes de que salga el tren?
 
- ¡De acuerdo! ¿Qué te parece en “Garnier”?
 
- ¡Excelente! Vamos a “Garnier”.
 
Todo aquello seguía siendo solamente un discurso de recuerdos por parte de Clara y un mucho de sentirse culpable por parte de Steve; hasta que entraron en la cafetería, buscaron un cómodo lugar donde pasar desapercibidos y pidieron dos descafeinados con leche.
 
- Me encanta que seas sincera conmigo, Clara.
 
- Y a mí me encanta que sepas que no es por amor lo que te estoy contando.
 
- ¿Por qué tienes ahora miedo de contar toda tu realidad?
 
- ¿Crees que sigo enamorada de él?
 
- No estoy del todo seguro, pero me has contado una historia que es lo más parecido a eso.
 
- Lo sé. Sé que te estás dando cuenta de que no era el único hombre que existía sobre la Tierra pero aquello ya sólo es pasado.
 
- Acabas de reconocer que aún sientes mucho por él.
 
- Los hombres como tú os creéis que las mujeres como yo creemos en fantasías imposibles de alcanzar. ¿Y si te demuestro lo contrario?
 
- ¿Por qué no esperas a que me haya ido al frente?¡Ya ha llegado la hora de partir!
 
- No tengo ganas de ir contigo hasta la estación. ¿No te importa ir solo?
 
Él seguía defraudado pero se dio cuenta de que ella estaba mucho más defraudada con él. Se levantó del asiento, dejó dinero sobre la mesa suficiente para pagar los dos descafeinados con leche y la besó con ganas.
 
- Nos vemos luego.
 
Se iba el altivo guerrero buscando su gloria ilimitada. Ella no sabía nada de los belicosos mortales pero, ahora, sólo le quedaba rezar por él.
 
- Dios mío; haz que regrese pronto por favor. Aquí estoy, como siempre, luchando para no naufragar en este proceloso Mar de la Existencia. Enamorada de verdad, vibro mientras me adentro en mundos a veces inventados, a veces imaginados y hasta, a veces y eso es lo más sorprendente de todo, vividos de verdad porque todos ellos son reales. La fuente de las palabras es la que nos conforma el abecedario de nuestros pensamientos, el diccionario de nuestros sentimientos y la enciclopedia de nuestras acciones. O sea, una melodía que siempre consiste en cantar lo que soñamos; pero Dios mío haz que regrese pronto porque el Paraíso siempre está dentro de nuestro corazón y yo deseo profundamente que vuelva. ¿Me has escuchado, Dios mío?
 
- ¿De dónde eres, Sandalio?
 
- De un pueblecito llamado Santa Cruz de Mudela; pero gracias al ejército he podido liberarme de la desesperante labor de ser pastor de cabras. ¿Sabes lo que es tener que contarlas a todas ellas en todos los momentos para que no se perdiera alguna?
 
- ¿Eras tú el propietario del rebaño?
 
- ¡Eso hubiera querido yo! Pero mi realidad es que estaba trabajando como un verdadero esclavo a cambio de un salario miserable y muchas veces comiendo y bebiendo pan y agua nada más. ¿Tú crees que eso era justo, Steve?
 
- Si te gusta ser esclavo eres para siempre un esclavo porque nos somos nunca lo que queremos ser si no sentimos antes lo que queremos ser. ¿Me has comprendido?
 
- Es difícil para mí entender de filosofías por muy humanas que sean.
 
- ¿No tienes ninguna clase de estudios aunque sólo sean primarios?
 
- Cuando ingresé en el ejército era completamente analfabeto. No sabía ni leer ni escribir. Muchos abusaban de mí precisamente por ser un ignorante. Fue en el ejército donde aprendí ambas cosas y por eso sólo puedo estar agradecido al general Gordejuela que defendió mi causa cuando llevé a cabo la petición de ingreso para, de esta forma, acabar con mi esclavitud. Todos decían que no había un lugar para un completo analfabeto como yo pero él dejó bien claro que todos los seres humanos tenemos la misma dignidad seamos completos analfabetos pastores de cabras o sabios doctores de filosofías universitarias. Para el general Gordejuela todos los del ejército somos iguales.
 
- Es verdad, Sandalio. Eso se llama igualdad y forma parte de la justicia social.
 
- ¿Y tú? ¿Quién eres tú y qué haces tú en el ejército español siendo norteamericano?
 
- Soy nacido en los Estados Unidos pero cuando sólo tenía un año de edad toda mi familia trasladó su residencia a la ciudad de Málaga. Allí vivo todavía y tengo la nacionalidad española. Es por eso por lo que formo parte de este ejército para defender la dignidad de la nación que me permitió tener mi propia personalidad. En Málaga me casé hace solamente un par de días. Justo cuando estaba comenzando a gozar de mi luna de miel en Madrid, pensando llegar después hasta París, me han llamado para formar parte de esta misión.
 
- Debes tener mucha personalidad…
 
- ¿Entiendes algo de mujeres?
 
- Ni la menor idea. Sólo me acuerdo que una vez, siendo zagal, me enamoré de una prima mía pero ella me mandó al carajo. Y no he vuelto a saber nada más de mujeres. Me produjo demasiado dolor.
 
- Amor. Dolor. Yo tampoco sé exactamente distinguirlos a pesar de ser tan diferentes.
 
- Supongo que las mujeres son todas iguales…
 
- Sandalio… cada mujer es diferente y cada mujer es un universo propio… porque no hay dos mujeres iguales. Así que no culpes a tu prima porque te diese calabazas. Debías haber seguido buscando a alguna que fuese la que Dios tenía preparada para ti.
 
- ¿Es que tú crees en Dios?
 
- ¡Más que en todos los hombres del mundo juntos!
 
- Debe ser muy bonito creer en Dios…
 
- Cuando terminemos esta misión y regresemos a España te invito a pasar unos días en mi casa para que conozcas a Clara. Ella te demostrará que sí es muy bonito creer en Dios. Y si ella tiene tanta Fe es que es cierto todo lo que te cuente sobre Dios. Te vendrá muy bien para tu futuro.
 
 - ¿Vives de verdad en Málaga?
 
- Sí, Sandalio. Vivo en Málaga capital. En la calle Carretería número 2. Al lado de la Plazuela de la Virgen de las Penas.
 
- Espero tener futuro suficiente como para poder comprobarlo.
 
- No te vas a arrepentir jamás. Nacerás de nuevo y olvidarás a todos los que te han hecho tanto daño burlándose de tu ingenuidad a la hora de expresar el amor.
 
- ¡Son unos indeseables y para mí ya están muertos!
 
- ¡Calma Sandalio! Cierra los ojos por un momento y míralos. Míralos bien a los suyos. Pasan por la vida, al igual que tú, con todos sus múltiples sueños y deseos de ser felices. No es cuestión ahora de hacer un análisis crítico sobre qué es lo que les motiva o si son suficientemente independientes de cualquier presión ajena para desear lo que asumen como meta y finalidad para sentirse felices o al menos satisfechos. Ellos desean vivir. Son tan humanos como tú y, al igual que tú, sienten alegrías, penas, satisfacciones, dolores, risas y llantos… en este perpetuo caminar por esto que llamamos vida. Los humanos y la vida. ¿Qué es lo que cada uno de nosotros y nosotras creemos que es la vida o, por lo menos, aquello que nos puede satisfacer como para decir que vale la pena vivir?
 
- Cualquier cosa menos acosar a un ser humano con burlas feroces.
 
- Amigo Sandalio… ¡qué bello canto es esta certidumbre existencial de que la sombra de uno mismo va más por nuestro interior humano que por la presencia externa!... sobrecoge darse cuenta de cuánto hay de profundidad cuando nos miramos a nosotros mismos, no al espejo exterior, sino a esa sombra interna que nos llena de asombro y de incertidumbres certeras para saber que somos mucho más de lo que aparentemente creen los demás que somos. Abre los ojos y sabrás que te estoy contando una gran verdad.
 
Sandalio abrió los ojos…
 
- De acuerdo Steve… pero todas esas cosas que citas, y que son verdaderas, no quieren decir, para mi forma de pensar y sobre todo para mi forma de sentir, que digamos que vale la pena vivir. ¿Vale la pena sufrir para conseguir se felices?
 
- Yo te doy mi palabra de hombre que se puede vivir con verdadera sensación pasional todos los días de nuestras existencias hasta hacernos eternos de verdad. Creyendo en la Verdad de Dios he conseguido siempre tener ganas de vivir.
 
- ¿Y qué es en realidad la vida si es que sabes explicarlo usando dicha Verdad?
 
- La vida es una profundidad que es necesario calibrarla adecuando debidamente su esencia compuesta de cuerpo, alma y espíritu. ¿Qué han dicho sobre la vida algunos personajes muy famosos de la Historia? He aquí unas cuantas frases que, sobre la vida, han dejado escrito algunos de ellos. Voy a recitarte exactamente catorce: “La vida es el misterio de la existencia”; “En la vida lo menos importante es su ausencia”; “Vivimos mientras sentimos cuándo se nos produce el efecto causa consecuencia”; “No hay mejor tesoro que una vida con acentos de sensualidad”; “La vida es como un proceso: el más inocente suele ser culpable de todo menos de saber vivir”; “En la vida siempre nos encontramos con una duda: vivirla o no vivirla”; “La mejor manera de vivir es soñar que estamos viviendo”; “No hay vida cuando no hay fantasía”; “Si nos encontramos en la vida saludemos a nuestra mujer”; “En la vida muchos desconocen que ésta tiene más moral que la muerte”; “Si hoy estamos vivos quiere decir que mañana tenemos la esperanza de seguir estando vivos”; “No se debe confundir a la vida con el afán de auto eliminarla”; “Encontramos la vida hasta en las ocasiones en que, necesariamente, debemos tropezar para pedir perdón”; “Cuando la vida está lejos lo mejor es coger el atajo de la existencia”.
 
- No sabía yo de que todo eso estuviese escrito. Cuando regresemos a España pienso ocupar mi ocio en leer.
 
El autobús llegó a su destino.
 
- ¡Yo soy el sargento Benito y vamos a entrar en combate en este mismo momento! ¡No quiero que nadie dé un paso atrás pase lo que pase! ¡Así cumplid con todas las órdenes del cabo Montillana! ¡Tenéis que saber que esto es el glorioso ejército español y no una banda de coristas femeninas bailando el charlestón en el Molino Rojo de París!
 
- ¿Es que no viene usted con nosotros, sargento Benito?
 
- ¡La duda ofende, soldado Steve!
 
- Es que no estoy acostumbrado a ver cómo un sargento no está junto a sus hombres cuando se está llevando a cabo una batalla.
 
- Pero resulta que yo no estoy renunciando a combatir sino que es necesario que alguien se quede aquí, dirigiendo el sistema de las comunicaciones.
 
Benito era tan cobarde que ninguno de sus hombres se creía aquella mentira.
 
- ¿Alguien quiere llevarme la contraria?
 
- ¡Nosotros sólo estamos para cumplir sus órdenes, sargento Benito!
 
- ¡Muy bien dicho, cabo Montillana! ¡Hombres como usted necesita el glorioso ejército español y no tanto extranjero introducido en sus filas!
 
Benito creía que todos habían ya olvidado que en verdad era tan cobarde que jamás iba a los combates en aquellas peligrosas tierras del Medio Oriente.
 
- ¡Si no hay ninguna duda pónganse ya en marcha!
 
- Sigo opinando que esto no es normal, sargento Benito…
 
- ¡Lo que es normal o no es normal sólo lo tengo que decidir yo, soldado Steve! ¿Alguien está en contra de lo que digo?
 
- Mi sargento… todos estamos de acuerdo en que Steve que, aunque nacido yanqui, ya es español, lleva toda la razón...
 
- ¿Tú de dónde eres y a qué te dedicabas antes de entrar a formar parte del ejército?
 
- ¡Soy el soldado Sandalio nacido en el humilde pueblo de Santa Cruz de Mudela!
 
- ¿Me estás haciendo saber que no sabes nada más que decir?
 
- ¡Si usted cree que no es una cobardía dejar que sus hombres entren en combate mientras se busca una excusa para no estar con ellos se equivoca! ¡Cuándo solamente era un simple pastor de cabras siempre llevaba un garrote para darle a las que se quedaban atrás!
 
- ¿Me estás comparando con una cabra cobarde?
 
- ¡Yo más bien le comparo con un cabrito!
 
- ¡Cuando vuelvas del frente quiero verte de inmediato ante mi presencia porque se te va a caer el pelo!
 
- ¿Por decir solamente la verdad?
 
- ¡Ya está bien, Sandalio! ¡Vamos todos a combatir y conquistar más gloria para el ejército español!
 
- ¡Si lo hago es porque usted sí que es un valiente, mi cabo Montillana!
 
Y los doce soldados, dirigidos por el cabo Montillana, se fueron perdiéndose de la vista del sargento Benito que, para ocultar su cobardía, se alivió con una botella de güisqui de la cual bebió un largo trago.
 
- ¿Valentía? ¿Cobardía? ¡A mi sólo me interesa recibir la paga mensual y seguir estando vivo!
 
El soldado encargado de manejar el equipo de las comunicaciones no pudo resistir la tentación de decirle lo que estaba pensando…
 
- La realidad duele más que la imaginación. ¿Es por eso por lo que usted bebe tanto, sargento Benito?
 
- ¿Tú también dudas de mí, soldado Anastasio?
 
- El soldado perfecto no existe, mi sargento, y yo no sé si existe o no existe ser valiente o ser cobarde pero, recordando solamente un poco, le podría contar momentos que yo he vivido en forma de emociones intensas. Presencias. Ausencias. Todo ese arsenal de vida que llevamos siempre dentro del alma.
 
- ¿Me acompañas con el güisqui, soldado Anastasio?
 
- Perdone que no lo haga, sargento Benito, pero es que yo no tengo nada que intentar olvidar.
 
Los diez valientes soldados, dirigidos por el valiente cabo Montillana, ya se encontraban en sus trincheras y tenían frente a ellos a los cuarenta cobardes francotiradores musulmanes. Sandalio se encontraba bastante nervioso.
 
- ¿Qué te sucede, Sandalio?
 
- No es nada, cabo Montillana. Es la primera vez que entro en combate y este silencio no puedo soportarlo por más tiempo.
 
Montillana entendió lo que le estaba sucediendo.
 
- Toma. Fúmate un cigarrillo y espera a que yo dé las órdenes cuando llegue el momento oportuno.
 
Sandalio aceptó el ducado que le ofrecía Montillana, lo encendió y comenzó a fumar lentamente para combatir los nervios.
 
- Linda anatomía del valor, cabo Montillana.
 
- ¿A qué te refieres con eso?
 
- No acierto a saber muy bien por qué lo digo.
 
- Escucha, Sandalio. Cuando entramos en combate por vez primera en nuestra vida de soldados es como si estuviéramos desalojando fantasmas de nuestro pensamiento. ¿Qué estamos pensando minutos antes de entrar en combate? Son largos minutos que parece que nunca van a tener lugar en nuestras vidas. Algunos creen en el nerviosismo, otros creen en la incertidumbre y hay quienes hablan de inquietud. Ninguno de estos tres grupos de personas acierta; porque la verdad es que todo se transforma en la sensación que se lleva por dentro y de la cual nunca se habla para evitar que salga a la luz pública porque lo podemos llamar miedo. Sólo quienes hemos vivido esa curiosa circunstancia sabemos lo que de verdad se siente antes de entrar en combate. Ni es valor ni es cobardía. Es una sensación de vacío que estamos deseando que rápidamente se convierta en olvido.
 
- ¿Es algo así como querer comprender algo que estamos leyendo y que somos incapaces de poder entenderlo?
 
- Eso es, Sandalio. O se hace todo de corrido cuando llega el momento de hacerlo o te falta esa chispa de férrea voluntad para ser un sobreviviente.
 
- Gracias por estar aquí, cabo Montillana.
 
- No le culpes tanto al sargento Benito, Sandalio. Al fin y al cabo son muchos los que prefieren no correr riesgos a la hora de sentir esta especie de vacío interior.
 
- ¿Y como hago para no culpabilizarle si de verdad es un cobarde que me ha amenazado con llevarme ante un tribunal militar por habérselo dicho?
 
- Olvídalo, Sandalio. No será capaz de hacerlo porque todos sabemos la verdad. Así que en estos minutos que nos faltan para entrar en acción bélica piensa solamente en el canto de los pájaros, en los niños que se deslizan por el tobogán, en los perros contentos jugando con sus amos, en las albas tranquilas de las que no pueden gozar quienes tienen el miedo dentro de sus almas. Quienes vivimos en la calma lo sabemos muy bien. Hay que combatir por todo eso.
 
- Y tener buena suerte, cabo Montillana.
 
- Quienes sabemos o debemos saber que el destino está ahí nunca hablamos de tener suerte o de no tener suerte. Ni la buena suerte ni la mala suerte se buscan porque sabemos que no existen. Quizás la explicación esté solo en esa frase que dice: “podemos creer en nosotros mismos”. Y lo que es imposible de evitar es que esas preguntas no nos las podemos hacer cuando la tragedia nos azota. Sin embargo lo que es inevitable es que todos pensamos y queremos  salir vivos de aquí. Goza de tu cigarrillo y ten siempre el ánimo tan dispuesto como para saber que la vida es una transición hacia cualquier destino.
 
El soldado Sandalio aplastó la colilla del ducado contra la arena, la tiró al suelo y la pisó con su bota izquierda.
 
- Me asusta tanto silencio, cabo Montillana.
 
Montillana estaba acostumbrado a ver estos estados de ánimo entre los soldados primerizos. Debía tranquilizarle dándole conversación.
 
- Todo, en este mundo, tiene su propio silencio, el que determina la verdadera propiedad de cada cosa, de cada acto, de cada pensamiento. Desde el más absoluto de los vacíos hasta la música más alegre. Todo tiene su silencio. Hay silencio en los campos, hay silencio en las playas, hay silencio en los valles, en los vuelos de las alondras, en las ciudades. Hay silencio en las palabras, en las verdades, en las mentiras, en los bailes. El silencio está siempre presente en todas las cosas que hacemos o que pensamos hacer; en todas las cosas que hicimos, en todas las cosas que hacemos y en todas las cosas que un día dejamos sin hacer. Hay silencio en una conversación, en un discurso, en un coloquio, en un comentario, en un monólogo. Y hay silencio también en los ojos, en la boca, en los labios, en una tormenta o en las pacíficas horas del bienestar. Hay silencio en los amores, en los desamores, en las manos que se enlazan, en las manos que se olvidan. Hay silencio en los pasos que damos a veces demasiado lentos y a veces demasiado rápidos. Silencio hay en todas las medidas. Los pobres viven del silencio, los ricos se rodean de silencio y en las clases medias el silencio es lo más relevante. El silencio no conoce de clases, de etnias ni de religiones; él no sabe de ideas ni de ideologías, porque simplemente es una perenne presencia. Y es entonces, cuando somos capaces de comprender la presencia del silencio cuando entendemos que, junto a todo lo que vemos, oímos y sentimos, hay un silencio que acompaña, que define, que argumenta. Es cuando podemos darnos cuenta de que al captar ese silencio en verdad encontramos la divina concepción de nuestras existencias y las existencias de todas las cosas. El silencio es siempre una historia nacida en el misterio divino.
 
- Me gusta mucho escucharle hablar de esta manera…
 
- Sandalio, mantén la tranquilidad hasta que yo dé la orden de actuar. Y ahora disculpa pero tengo que ver cómo se encuentran los demás.
 
Sandalio se sintió repentinamente solo. Ninguno de los demás compañeros eran una presencia o una ausencia. Era algo diferente. Algo que expresaba sus deseos de meditar. Pero no podía desalojar de su pensamiento tanta soledad, tanta eterna ingratitud con que la vida le había pagado en su infancia, en su adolescencia y en aquella primera juventud en la que todos se burlaban de él por haberse enamorado de una zagala imposible. Esa tan profunda ingratitud de los demás estaba hilvanando dolor en su cuerpo y en su alma. Sabía que tenía que superarlo para poder sobrevivir  pero no acertaba a encontrar una solución correcta por más que lo estaba pensando. ¿Cómo hacer caso a las indicaciones del cabo Montillana y dejar de pensar en su pasado? Era imposible no acordarse ella. Y en su mente comenzó a interpretarla
 
- Te recuerdo en la fuente de la plaza cuando froto mis manos en la pulsación del frío para sentirte más cerca… te recuerdo pasando por la puerta de mi casa para llenar mi silencio de las ausencias… te recuerdo en alguna de las calles que ya me son desconocidas… te recuerdo mientras aprendo a comunicarme con las estelas de los pensamientos… te recuerdo en algún jardín imaginado para no caerme en el abismo… te recuerdo en la playa singular donde cada uno somos lo que en verdad somos… te recuerdo en los disparos ajenos que me rozan la supervivencia… te recuerdo en alguna expedición a las regiones solidarias… te recuerdo en alguna fiesta mientras brindo por las representaciones personales… te recuerdo asido a la barra del viejo bar para no fracasar en mis intentos de seguir sonriendo… te recuerdo en todo este teatro que forma la esencia para el vivir… pero, sobre todo, te recuerdo en la tarde de sol y sombra mientras te miro a los ojos y comprendo…
 
Fue entonces cuando ya no pudo soportar más y saliendo rápìdamente de la trinchera se lanzó hacia delante. El cabo Montillana reaccionó cuando ya era tarde. 
 
- ¡Dónde vas, Sandalio! ¡Vuelve aquí!
 
- ¡Gracias por sus palabras, cabo Montillana, pero volveré a España siendo un héroe viviente para merecerme su amor y poder casarme con ella!
 
- ¡No seas loco y vuelve acá, Sandalio!
 
El soldado Sandalio ya no pudo decir nada más porque la bala de un francotirador musulmán le había entrado en el cerebro cayendo junto a una pequeña roca que le ocultaba de la vista de los enemigos.
 
- ¡Tengo que salir a por él antes de que muera, cabo Montillana!
 
- ¡Steve! ¡Sandalio está muerto! ¡Te ordeno que no salgas!
 
- ¡Siento desobedecer la orden de un superior por primera vez en mi vida pero tengo que ir a por él!
 
- ¿Pero no te das cuenta de que está muerto? ¡Ya nada podemos hacer!
 
- ¡Esta vez se equivoca, cabo Montillana! ¡Esta vez se equivoca! ¡Yo sí puedo hacer mucho por él y puede estar vivo!
 
Debido a que el soldado Steve ya había salido de la trinchera y corría hacia donde se encontraba el cuerpo yaciente de su compañero Sandalio, Montillana dio una orden enérgica que todos cumplieron al pie de la letra.
 
- ¡Disparad todos para que esos cabrones no puedan dispararle a él! ¡Disparad para protegerle!
 
En medio de un estruendo de balas disparadas para cubrir su carrera, Steve llegó donde se encontraba, agonizando ya, su compañero Sandalio.
 
- Sandalio… Sandalio… ¿me estás escuchando?...
 
- Muy poco, Steve, muy poco… ya no tengo más tiempo para poder escuchar…
 
- ¿Quieres saber lo que es creer en Dios y poder salvarte para siempre?
 
- Quiero…
 
- ¿Te arrepientes de tu vida mundana y aceptas a Jesucristo como tu Salvador?
 
- Me arrepiento de mi vida mundana y acepto a Jesucristo como mi Salvador.
 
- ¡Tu Fe te ha salvado!
 
El soldado Sandalio esbozó una pequeña sonrisa y ya no pudo decir nada más. Fue Steve el que le cerró los ojos.
 
- ¡Llévalo contigo, Dios mío!
 
Después pensó que Sandalio aún podría estar escuchando mientras se iba al cielo.
 
- Con tu sonrisa más grande te liberas de la violencia y te conviertes en liberación. Un abrazo amistoso compañero.
 
Y aunque Sandalio ya estaba muerto Steve le abrazó como se abraza a un hermano que acaba de llegar de un largo viaje.
 
- Sandalio. Todo viaje es sueño, hermano Sandalio. Grande y profundo sueño inmerso en esa permanencia temporal a la que tanto nos referimos los cristianos. Al otro lado del viaje puede estar el espacio, pero dentro del viaje, dentro de sí mismo, siempre está el sueño que hace realidad haber alcanzado la gloria. Desde arriba, desde lo más alto de este cielo donde ya te encuentras, se está más cerca de la gloria que ésta podrida historia de guerra y violencia por todas partes. Estoy seguro de que ya comprendes mejor lo que es la existencia humana.
 
- ¡Vuelve ya, Steve! ¡Te estamos esperando!
 
Steve oía la voz de mando del cabo Montillana pero no la escuchaba.
 
- Escucha, Sandalio. Todos tenemos relojes que esperan hallar encuentros. ¡Qué extrañas son las cosas que nunca imaginamos que pudiesen ocurrir hasta que de repente acontecen! Todo un día entero podemos estar sintiendo el fluir de algo especial que va a ocurrir dentro de sus veinticuatro horas… !y nada ocurre!… pero, sin embargo, de repente, hay un día en que no estamos esperando nada y de pronto el reloj pierde su timidez y se nos dispara y acelera su tictac hasta tal punto que nos envolvemos en un torbellino de sucesos y descubrimientos que no dejan de asombrarnos. A veces pensamos que no estamos viviendo nada. A veces pensamos que lo estamos viviendo todo. La vida, en fin, es un coloquio continuo entre los detalles de las horas que se convierten en libélulas del pensamiento iniciando una efervescente orgía de detalles. Entonces se me ocurre un breve pensamiento: que la vida de un ser humano es una danza en la estrecha e íntima pista de baile de lo cotidiano. O somos simplemente cosas o somos profundamente algo. No hay término medio. La decidida confesión de lo que somos está siempre latiendo en la existencia de nuestros desafíos.
 
- ¡Te estoy ordenando que vuelvas con nosotros, Steve! ¡Vuelve ya!
 
Steve sólo sentía la sangre todavía caliente de su fallecido compañero Sandalio.
 
- Hermano Sandalio, manifestarnos a nosotros mismos nuestra propia verdad nunca nos hace daño porque todo ser humano debe conocer lo que hay dentro de él. Mal camino siguen aquellos que no saben cómo son ni lo que son ni para qué son así y no de otra forma. Sin embargo, quien conoce su verdad sabe de la entereza de su alma abierta y es capaz de entender el porqué de sus movimientos y la resonancia de sus voces. Quienes conocen su verdad, la vida y la muerte se juntan en un punto concéntrico que es , lo que podríamos llamar, algo así como conciencia exacta de las cosas de su corazón y las causas que las producen. ¡Tú lo has conseguido!
 
Y sin decir ni pensar nada más, Steve se levantó saliendo a cuerpo descubierto y haciendo que los cuarenta cobardes musulmanes saliesen también.
 
- ¡Cabrones! ¡Os voy a eliminar a todos por completo! ¡Os voy a borrar para siempre de la historia humana!
 
Comenzó a disparar ráfagas tan acertadas que siete musulmanes cayeron mortalmente al suelo pero cuarenta eran demasiados contra uno solo y una ráfaga de balas impactó en su cuerpo que cayó malherido. Fue aquel el momento que ya no pudo soportar el cabo Montillana y se decidió a lanzar el ataque.
 
- ¡Compañeros! ¡A por todos ellos y no paréis de disparar hasta haber matado a todos esos cobardes que sólo son asesinos de mujeres, de niños, de ancianos y de personas inocentes! ¡No quiero que dejéis vivo ni a uno solo de esos cabritos!
 
Con un arrojo increíble y una valentía imposible de describir los ocho soldados españoles salieron de las trincheras y comenzaron a disparar con tanto acierto que los treinta y tres musulmanes que todavía estaban vivos salieron huyendo a toda velocidad pero a los españoles ya no había ninguna fuerza humano o inhumana que los pudiera detener y fueron eliminándolos porque eran más ágiles que sus enemigos. Hasta que no quedó vivo ni uno solo mientras el cabo Montillana se arrodillaba ante el cuerpo de Steve.
 
- ¿Cómo estás Steve? ¡No te preocupes! ¡Te vamos a salvar la vida!
 
- Nos vemos luego.
 
- ¡No te vas a morir!
 
- Gracias, Montillana, pero me voy con Sandalio que me está esperando para seguir hablando los dos ahora de hermano a hermano.
 
- ¿Qué podemos hacer por ti?
 
- Sólo te pido una cosa. En el bolsillo de mi chaleco, el que está pegado a mi corazón, guardo una carta. Te ruego que se la hagas llegar a mi esposa Clara.
 
- ¿Dónde vive ella?
 
- La puedes encontrar en la calle Carretería, número 2, de la ciudad de Málaga. Está junto a la Plazoleta de la Virgen de las Penas. Si no la encuentras allí dirígete a las oficinas del Diario Sur de Málaga, en la Avenida Doctor Marañón, 48 porque allí trabaja como corresponsal de Sucesos.
 
- ¿Qué más, Steve?
 
- Nada más. Solamente dile que yo la amaba de verdad.
 
El cabo Montillana cerró los ojos del ya fallecido soldado Steve.
 
- ¡Hemos matado a todos esos mamones!
 
- ¡Bien hecho, Ordóñez! ¡Dejadlos que se los coman los buitres carroñeros porque son solamente carroña y no seres humanos!
 
- ¡Tenemos que llevarnos los cadáveres de Sandalio y Steve!
 
- ¡Preparad todo porque regresamos a la base con ellos como verdaderos héroes de los de verdad! Ahora quiero estar un poco a solas con Steve.
 
- Pero si Steve ya está muerto…
 
- Lo sé, Ordóñez, lo sé… pero quiero hablar con él…
 
- Bien, cabo Montillana. Nosotros prepararemos todo ahora que hemos conseguido dejar el paso libre a la caravana de la Cruz Roja Internacional.
 
Una vez solo Montillana no sabía por dónde empezar…
 
- Empezar a vivir es empezar a morir, compañero Steve. Es cierto que empezar a vivir es también empezar a morir pero resulta que vivir significa siempre un empezar. Te hablo a ti, compañero de fatigas enhebradas en las horas del esfuerzo cuando las horas se tiñen de cansancio acumulado en las noches del ensueño. Somos dignos cuando realmente lo somos; cuando hemos dejado atrás la falsa apariencia de la hipocresía. Como Jesús de Nazaret, yo te digo: “Dignidad es una palabra muy manejada pero poco comprendida, porque en la práctica sólo es digno quien, necesitado, encuentra refugio en su única y verdadera personalidad. No es digno quien hace a los demás indignos y sí es digno quien respeta la dignidad de los demás. Sólo se es digno cuando se practica la dignidad, no cuando se habla de ella”. Y tú siempre has sido digno en tus acciones aunque también supieras expresarte con bellas palabras. Lo cortés no quita lo valiente, compañero Steve. Y tú has sido siempre valiente y cortés al mismo tiempo. Tú, que diste la vida por nosotros en el campo de batalla de la vida; tú. que fuiste más que otros en el fuerte dolor y en la alegría. Tú te has ido ya, gorrión. Un cruel disparo te dejó yerto sobre la tierra mojada de sangre huera bajo la tarde del sol, Réquiem por ti, gorrión. Réquiem por ti. Los que no lo entienden deberían volver a repetir la carrera de la vida para saber dónde está el camino. Y es que sólo nos conocemos cuando nos sentimos.
 
Montillana tuvo suerte en la búsqueda y encontró a Clara en su vivienda de la capital malagueña.
 
- ¿No vuelve Steve?
 
- No puede volver.
 
- ¿Le han enviado a otra misión?
 
- No. Es que ya ha muerto.
 
Clara no dijo nada…
 
- Tengo aquí un sobre que me dijo que te entregara rápidamente. Soy el cabo Montillana y si necesitas algún tipo de ayuda cuenta, bajo mi palabra de honor, con todo el glorioso ejército español. Así me lo ha hecho saber el general Gordejuela.
 
Clara cogió el sobre antes de hablar...
 
- El verdadero honor sólo está dentro de un único verbo que se llama amar. Alguien me lo contó en una tarde de otoño gris y es una de las verdades más hondas que yo he llegado a conocer.
 
- Clara, has mezclado lo humano con lo divino y eso es un acierto. Hay quienes se pasan la vida esperando y se convierten en vegetativos. Hay quienes se pasan la vida actuando y se convierten en humanos. Partiendo de un punto cero  podemos llegar a entender que hay quienes buscan vivir muriendo y hay quienes viven no sabiendo nada de la muerte. La doble circunstancia la has expresado muy bien en la frase que alguien te hizo conocer.
 
El cabo Montillana se despidió dándole la mano. Cuando se perdió en la ciudad malagueña, Clara abrió el sobre. Sólo contenía un pequeño pedazo de papel donde Steve había escrito únicamente “nos vemos luego”. Ella no derramó ni una sola lágrima pero estaba tan destruida que sentía cómo una imaginaria espada le atravesaba el corazón. Y entonces, mirando al infinito a través del cristal de la ventana, volvió a recordar a su ex compañero de Universidad.
 
- Supongo que será feliz.
 
FIN
Página 1 / 1
Foto del autor José Orero De Julián
Textos Publicados: 7132
Miembro desde: Jun 29, 2009
1 Comentarios 210 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Relato.

Palabras Clave: Literatura Prosa Relato Narrativa Fe Cristianismo.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (1)add comment
menos espacio | mas espacio

José Orero De Julián

La valentía no consiste en saber correr sino en saber para qué se corre.
Responder
March 24, 2017
 

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy