Es la tempestad de mis sentidos
doblegando la selva sensible de mis nervios.
¡Es la carne que grita con sus ardientes lenguas!
¡Es el incendio!  Pablo Neruda
 
 
Con mucha admiración dedico este poema a Norma Aristeguy.
 
 
Cuando la palabra se insinúa temerosa a destiempo
y se adhiere a la espera del vértigo del otro…
inciertos los minutos se regodean atentos,
¡No te fies…!
suena quedo esa voz  soñolienta en el vacío,
en la continuidad mansa de ese espacio
acorralada de circunstancias  adversas
y con la boca seca …
contesto desde otra instancia esperanzada
 
¡Hay un sueño que espera ser soñado!