Píldoras para ser auténtico (Filosofía) -88-
Publicado en Dec 04, 2016
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88.- El Mgggi's problem: ¿es posible mentirse a sí mismo?
 
De la Agencia EFE, corresponsalía de Roma, extraigo el presente texto: Luciano Moggi, ex director general de la Juventus de Turín y principal encausado en el escándalo de fraude deportivo conocido como 'Calciopolis', dijo que en el mundo del fútbol no hay homosexuales, ya que uno que es gay "no puede ser futbolista" y que él es contrario a que estén en los equipos. "En el fútbol no hay homosexuales. Yo no sé si los jugadores están en contra de tenerlos en los equipos. Yo, por supuesto, que sí", dijo Moggi en una entrevista al periodista italiano Klaus Davi, facilitada a los medios locales.
 
El ex director general del Juventus aseguró que en su antiguo club nunca tuvo jugadores homosexuales y que si tuviera que contratar a uno gay "no lo haría". "Yo conozco el ambiente del fútbol y en su interior no puede vivir uno que sea gay. Un homosexual no uede ser futbolsita. El mundo del 'calcio' no está hecho para ellos. Es un ambiente particular, se está desnudo en las duchas...", agregó Moggi. Las palabras de Moggi han levantado una inmediata oleada de críticas. Franco Grillini, ex diputado socialista y presidente de honor del movimiento gay 'Arcigay', dijo que Moggi es un "vulgar homófobo" y que lo mejor que puede hacer "es jubilarse y callarse". Grillini agregó que "uno que ha tenido problemas con la justicia, como Moggi, debería tener el buen gusto de evitar moralismos y hablar ex cátedra.
 
Vladimir Luxuria, transexual ex diputado comunista, denunció que algunos desean meter a los gay en "reservas indias" y aseguró que la capacidad profesional no se mide con la orientación sexual. El problema, según Luxuria, no es la homosexualidad en el fútbol, "que existe, sino que los futbolistas gay no encuentran en la hinchada y en el equipo el clima adaptado para poder declararse como tales".
 
Yo, desde que tengo uso de razón suficiente como para saber lo que el fútbol, he jugado ya innumerables partidos practicando este deporte. Hago memoria y encuentro que nunca jamás en mi vida he jugado con algún gay en mi equipo ni en los equipos que han sido rivales. La verdad sea dicha es que nunca me ha preocupado ese asunto y jamás he hecho ninguna crítica en ese sentido. Simplemente no sé lo que es un gay jugando al fútbol; lo cual no quiere decir que no los haya habido o que los siga habiendo. Pero como debo especificar con total claridad lo que es este asunto comienzo por hacerme la pregunta de ¿es posible mentirse a sí mismo? o ¿es posible que un gay juegue a un deporte ideado, en el principio de sus orígenes, solamente para hombres excluyendo a mujeres y homosexuales?
 
Mentirse a sí mismo es lo que continuamente hacen los gays para autocomplacerse siéndolo. ¿Puede un hombre mentirse a sí mismo y seguir siendo el mismo hombre que antes era? Sin entrar en discusiones con nadie  -puesto que a mí el mundo de los homosexuales no me ha atraído jamás y por eso no hago ninguna clase de juicio sobre ellos puesto que me aparto completamente de ese mundo y de la discusión de si deben o no deben jugar al fútbol- voy a demostrar que mentirse a sí mismo es un imposible.
 
Supongamos que Pedro es un hombre normal pero que, de repente, quiere parecerse en todo a Pablo. Pedro comienza a mentirse cada vez más ideando historias que le hagan parecido a Pablo porque está enamorado de él. Cada vez que Pedro comienza a mentirse a sí mismo, día tras día con mentiras nuevas, está dejando de ser Pedro para ir pasando a ser Pablo. Cuando alguien se va tranformando en base a mentirse a sí mismo, lo que está sucediendo es que está dejando de ser verdadero y, al dejar de ser verdadero, se está transformando su "yo" y está dejando de ser quién es; hasta que llega un momento en que, como sucede con el Pedro de mi ejemplo, ya no es Pedro sino que ha llegado a ser Juan. No es una labor de empatía, pues la empatía no te transforma sino que te reafirma en el hombre que eres aunque te pongas dentro de la piel de otro hombre distinto para poder comprenderle pero no para ser él. Este asunto de Pedro transmutado y transformado en Pablo no es empatía sino identificacíón del "yo" propio con un "yo" ajeno hasta que tu "yo" propio termina por desaparecer y te convierte en ese "yo" ajeno que tanto deseas ser.
 
Dejando el mundo de las continuas peleas entre los gays y los homófobos, porque no me interesa para nada y además me aburre soberanamente hablar de ese tema, centrémonos en lo de engañarse a uno mismo. En Internet he encontrado lo siguiente en una página titulada "Vive tus buenos momentos": Hay que ser muy valiente para aceptar la realidad tal y como viene. Es humano que a veces flaqueen las fuerzas y ocultemos la verdad, tanto a ojos de los demás como a ojos de nosotros mismos. Y si mentir a los demás puede ser inconveniente, mentirse a uno mismo es una conducta mucho más dañina. Los mecanismos que una persona emplea para engañarse a sí misma son variados. Veamos algunos:
 
Negación: Rechazar la verdad es la forma más habitual de auto-engañarse.
Represión: Desterrar la verdad al rincón más remoto de la mente y hacer como que no existe.
Proyecciön: Atribuir cualidades negativas propias a otra persona. ("Cree el ladrón que todos son de su condición").
Racionalización: Justificar los errores o las conductas que no estén bien vistas para evitar sentirse ridículo o culpable.
 
La función de estos mecanismos es la de protegernos de una verdad que es dolorosa o molesta. En definitiva, nos mentimos a nosotros mismos por miedo a la verdad. Ocultar la verdad a uno mismo puede tener su lado positivo, como casi todo. Por ejemplo, dejar de pensar en una situación determinada, como si no existiera, para abordarla más adelante cuando se esté preparado. Sin embargo, estos mecanismos sólo sirven para eso, para posponer la asimilación de la verdad indefinidamente. Ser capaz de aceptar y asumir la vrdad, sea cual sea, es un signo de valor, el cual tiene repercusiones positivas en nuestra persona: Aumenta la confianza que tenemos en nosotros mismos; nos sentimos más contentos y cómodos... En esencia, mejora la autoestioma.
 
Resumiendo: Engañarse a uno mismo durante largo tiempo es un error de los que se pagan más caro; porque has dejado definitivamente de ser tu "yo" para convertirte en el "yo" de otra persona; lo cual desencadena dos reacciones paralelas y de gran complejidad: por un lado ya no eres tu propio "yo" con lo que no estás siendo verdadero; y en segundo lugar, aunque estés tranformado en otro "yo", como no eres ese otro "yo" sino que le imitas, terminas también por seguir desconociendo a ese otro "yo" en que te has transformado y continúas, por lo tanto, sin ser verdadero.
 
Dejando de lado que Velasco fuese gay o que Velasco no fuese gay (lo cual ni me importó para nada entonces ni me importa para nada ahora), voy a poner un caso real de cómo un hombre (en este caso Velasco) deja de ser "yo" para convertirse en otro "yo" distinto sin autoesima definida porque sus acciones son, al menos, propias de alguien que no sabe razonar adecuadamente porque está "ausente de su yo" y no se sabe qué clase de "yo" es en realidad. 
 
Años de 1967 y 1968 después de Jesucristo. Una especie de fiebre contagiosa asola a toda España (por lo menos a Madrid capital). Se trata de que el juego del yo-yo (en época ye-ye) hace tal furor en la sociedad que en el Centro Compensador del BHA (Oficina Principal de la Plaza de Canalejas, número 1) que muchos de los empleados, y muchas de las empleadas, para matar los tiempos del ocio, compiten desaforadamente con el jueguecito del yo-yo, que se ha expandido por toda la Península Ibérica gracias a la campaña publicitaria de los refrescos Fanta (made in Cocacola CASBEGA). ¡Esto parece una locura y lo es!
 
Hasta en Televisión Española aparece un verdadero artista genial que hace toda clase de malabarismos con el dichoso yo-yo, un jueguecito que yo ya había conocido en mi primerísima infancia, nada más que en aquella época era de madera barnizada por mi abuelo materno Bonifacio y ahora es de plástico o poliuretano. Viendo estas maravillas me estoy empezando a aburrir, sobre todo observando al loco de Manolo Velasco (no me estoy refiriendo para nada al hermano de Conchita Velasco sino al loco del BHA) hacer "el burro" con el yo-yo. Así que, para evitar el tedio y el aburrimiento, me invento el café del yo-yo que consiste en que yo invita a yo y yo agradece la invitación a yo. Antes de eso, le pido a una compañera de negociado que me preste por un momento su yo-yo y demuestro que sí, que es verdad que sube y baja; pero me interesa muchísimo más aprovechar el tiempo de ocio con el café del yo-yo en que tengo la oportunidad de dialogar conmigo mismo y seguir creciendo como persona a través de este yo que invita a yo y este yo que agradece la invitación de yo mientras mantengo intensos debates entre yo y yo. Una manera muy culta y provechosa de seguir creciendo por dentro de mi personalidad.
 
Una vez demostrado que el jueguecito del yo-yo no me interesa para nada ya que sólo consiste en leyes físicas que conozco de mis estudios en el Instituto San Isidro de Madrid, yo sigue invitando a yo al café del yo-yo y yo sigue agradeciendo la invitación de café a yo. En cuanto a Manolo Velasco (no me estoy refiriendo para nada al hermano de Conchita Velasco sino al loco del BHA al que tengo que pararle los pies para que deje de lanzarme piropos porque un poco de la acera de enfrente me parece que es este menda) me entero, a través de un par de compañeras que me lo cuentan en uno de los momentos en que aprovecho para enrollarme con ellas, de que el dichoso Manolo Velasco del BHA persigue a las chavalas que trabajan en el negociado, las acorrala contra la pared y se las queda mirando, durante largos minutos, con aviesas intenciones. Las chavalas del BHA están realmente asustadas y hay que hacer algo para evitar este acoso laboral.
 
El asunto es que, no sé ni cómo ni de qué manera, los altos directivos del BHA se enteran de este acoso y, poco tiempo después de unas célebres Navidades en las que le corto definitivamente a este gilitonto para que me deje en paz y deje en paz a las chavalas del BHA, Manolo Velasco es trasladado a Alfonso XII para que se entretenga, durante toda la jornada laboral, a cortar y contar cupones de los accionistas. Con esto se liberan a las chavalas del BHA del acoso de este tipo que se dedica a hacer "el burro" con el yo-yo. Es por eso, por el aburrimiento que me producen tipos de este jaez, por lo que invento el café del yo-yo y soy feliz con yo invitando a yo y yo agradeciendo a yo. Y es que es la época ye-ye y hay que estar al día.
 
Otro ejemplo muy diferente, pero también muy clarificador sobre esto de engañarse a sí mismo, era lo que sucedía en el fútbol-chapas de nuestro hogar. Si "Gimi" se creía (y quizás era verdad que se lo creía) que Murillo (Zaragoza CG) era la mejor chapa de todas las innumerables chapas con las que jugábamos al fútbol, era porque se mentía totalmente a sí mismo, puesto que todos los demás ("Califa", "Fantini" y yo mismo) sabíamo de sobra (como lo sabe cualquier persona normal) que Murillo (Zaragoza CG) era completamene igual que lo eran Murillo (Zaragoza CJ), Murillo (Zaragoza CB) y Murillo (Zaragoza CM) y, para dejarlo claro del todo, era completamente igual que cualquier otra chapa (fuese Murilllo o fuese otro jugador del equipo que fuese) de toda aquella infinidad con las que jugábamos. Yo no sé si "Gimi" era consciente o no era consciente pero se engañaba a sí mismo para no tener que reconocer la verdad y la verdad es que todas las chapas que jugaban al fútbol en nuestro hogar eran exactamente iguales y todas hacían lo mismo; porque lo que hacía ganar, empatar o perder los partidos no eran las chapas sino la habilidad de nuestras manos para manejar las chapas, los reflejos que teniamos los cuatro a la hora de hacer una jugada u otra, y lo de dejarnos perder para poder seguir jugando al fútbol porque si ganábamos a "Gimi" (que era el que se mentía a sí mismo cuando todos los demás sabíamos que era una mentira) nos castigaba sin dejarnos jugar.
 
Para termianr de definir completamente esto de engañarse a sí mismo, entremos en el terreno de los sentimental entre un chaval y una chavala. Yo no era el chico que tú esperabas ni tú eras la chica que yo soñaba. En las aulas de los conocimientos de la vida la distancia entre tú y yo cada vez se hacía más grande. ¿Para qué construir entonces metáforas diarias? A veces parecía como que íbamos a poder subir al mismo tren, pero los muros de la indiferencia separaban nuestros corazones. Sí. Tú tocaste mi corazón en un momento pero... ¿y nuestras almas?... ¿dónde estaban nuestras almas? Asomado al ventanal de las esperanzas yo notaba que tus miradas sólo eran caricias de superficie sin motivo absoluto y me quedé observando que tus ojos solamente eran para otro diferente a mí, distinto a mí, opuesto a mí. En medio de las olas, en la playa de los deseos, yo sólo podía sentirte... pero la distancia entre nuestros cuerpos cada vez se hacía más sin límites, más con infinitos, más inalcanzable; así que yo marché con el sol al morirse la tarde y me quedé pintando números para poder descubrir que yo sólo era un 8 y tú buscabas un 10. Y así muchas veces más. Todas aquellas sinfonías solamente eran cantos de sirenas. El caso es que perdí la partida porque manejé muy mal mis caballos y tus torres eran de adinerada. Yo no quise, jamás, usar para nada el dinero. Por eso dejé pasar el juego para apostar por una felicidad muy lejos de ti. Y sólo porque yo no era el chico que tú esperabas ni tú eras la chica que yo soñaba.
 
Hoy el destino del azar divino me ha sonreído y tengo un amor de 16 para un amor de 18. Por eso merecieron la pena tantas derrotas consecutivas para poder alcanzar, por fin, todos mis anhelos. Esfuerzos para sobrevivir y sueños conquistados. Gracias a que nunca, y cuando digo nunca quiero decir nunca, me engañé a mí mismo porque siempre supe mi verdad. y atención a este pensamiento que he fabricado pensando en los que siempre se engañan a sí mismos: "El primer engaño es una victoria, el segundo engaño es una derrota y el tercer engaño es la desaparición". Callando es como se prende a oír; oyendo es como se aprende a hablar; y luego, hablando se aprende a callar; así que muy bueno es lo de "voy donde me lleva el viento pero sabiendo siempre dónde voy", que es la mejor manera de no engañarse a sí mismo jamás.
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