Literatura deportiva (Ensayo) Capítulo 11: Renacimiento.
Publicado en Sep 24, 2016
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Un texto de Xavier Torrebadella-Flix (Universidad Autónoma de Barcelona) dice lo siguiente: El tratado "Artis gymnasticae" de Geronimo Mercurialis, publicado en Venecia en 1569 es considerado como la primera obra humanística que restablece la gimnástica clásica y el corpus doctrinal galénico. La calidad de la obra y sus numerosas ediciones sembraron de referencias la literatura médica, pedagógica y gimnástica europea, prácticamente hasta finales del siglo XIX. En España esta obra se presentó en 1845, como la primera traducción en lengua vulgar, honorando el renacimiento de la educación física que se estaba gestando en Europa y que en Madrid estaba representado por la figura de Francisco Aguilera Becerril, conde de Villalobos. A partir del Renacimiento –siglos XV y XVI– una nueva analítica en torno al concepto humano fue resquebrajando los pilares de la cultura caballeresca y de la educación escolástica. Los pactos entre iglesia y estado tienden a cuestionarse y a fragmentarse, proponiendo nuevos órdenes políticos o utopías. En el Norte y centro de Italia, una nobleza enriquecida dinásticamente durante los siglos de guerra y la aventura de una floreciente burguesía comercial y financiera marcó el pulso intelectual y cultural de Occidente. En este período, un nuevo concepto de hombre se antepuso a la omnisciencia de la divinidad. El hombre se vislumbra como el dueño de su destino y puede cambiarlo, porque de él parte su futuro como centro del universo. En esta metafísica, el sentido del equilibrio es una acepción que fusiona el idealismo platónico con el empirismo aristotélico. La búsqueda de las proporciones exactas son sinónimo de belleza humana y natural. El equilibrio, la armonía, el orden y la paz se convierten en ideales y valores de cultura y de civilización. En este paradigma, la corporalidad humana es vista como parte de la creación divina, como parte del orden y del equilibrio en la naturaleza y el universo. 
 
 
Hyeronimus Mercurialis o Girolamo Mercuriale, Jérôme Mercurialis, Gerónimo Mercuriale (Forlì, 30 de septiembre de 1530- 13 de noviembre de 1606) fue un médico, naturalista, filósofo, y pedagogo italiano, que junto con Vergerio (1349-1420) y Vittorino da Feltre (1378-1446), culmina el movimiento de renovación pedagógica que ocurrió en el Renacimiento. Su aportación más importante consistió en la recuperación de las ideas que Galeno tenía en relación al cuidado del cuerpo humano, que junto a aportaciones propias, devolvió el valor que había perdido durante la edad media, a la actividad física como medio para conservar la salud. En 1573, fue llamado a Viena para tratar al emperador Maximiliano II. El emperador, satisfecho con el tratamiento que recibió (aunque moriría tres años después), lo nombró conde palatino imperial. 
 
En el Renacimiento se descubre una retrospectiva cultural clásica, vuelven los desnudos, se busca la perfección humana, testimoniada por el hombre de Vitrubio, por los cuerpos y las formas musculares atléticas que manifiestan los artistas como Miguel Ángel. Dios ama al hombre, pero el hombre también se ama a sí mismo y por ello desea gozar de la vida y cultivar su conocimiento y su corporalidad. Aún tenemos pocos datos sobre este resurgir de la humanidad, pero no cabe duda que fue precisamente entre los siglos XV y XVI, cuando se inició el camino hacia la nueva educación física. El nuevo concepto platónico de educación integral redimensionó el culto al hombre, al cuerpo, al desnudo y a las fuerzas físicas y mecánicas. Todo ello también supuso la recuperación del estudio científico del cuerpo humano, de su funcionamiento y de sus capacidades; es decir, se retomó la naturaleza biológica y la sabia aristotélica del hombre, cuyo modelo se ejemplarizó en la genialidad de eruditos de la talla de Leonardo Da Vinci. En el Renacimiento por todas partes se apresuraron entonces a revisar y coleccionar las obras de la antigüedad que existían esparcidas. En este trabajo de investigación y de anotación no fue olvidada la gimnasia”.
 
Esta nueva composición del pensamiento centrada en el humanismo tiene como objetivo el perfilar un hombre nuevo como el que Baltasar de Castiglione (1478-1529) mostraba en El Cortesano (1528). El cortesano es presentado como el gentil hombre equilibrado en la formación intelectual y física. Su formación tiene como punto de partida el conocimiento de las fuentes clásicas, pero también no desatiende el desarrollo de las facultades físicas y de las relaciones sociales. El ejercicio corporal, los juegos como el de pelota se prestan a cumplir esta finalidad. Así se hermanan las dos tradiciones del humanismo: el discurso hipocrático centrado en el cuidado del cuerpo y el discurso socrático que busca la perfección del alma. Además, a partir de este manual de El arte gimnástico-médico, la formación de nobles se modeló según la distinción social y el cortesano se prestó a la función de civilizar eutrapélicamente las costumbres y el respeto a las instituciones. La renovación del modelo pedagógico escolástico consagró en Europa las primeras escuelas de nobles, dispuestas a formar a una nueva generación de dirigentes para liderar la compleja organización administrativa y económica que conllevaba el emergente desarrollo de las ciudades. El ejemplo más citado se presenta en la llamada “Casa Giocosa” de Mantua, en donde Vitorino da Feltre (1378-1446) armonizó una completa educación, que para algunos ha sido referenciada como la primera manifestación de la educación física escolar y su continuación inmediata debería buscarse en las Public Schools inglesas. En este nuevo contexto, una larga sucesión de tratadistas humanistas llevaron el ejercicio físico y las recreaciones corporales a los libros de textos. La alusión a los juegos corporales y las actividades atléticas, como al ejercicio moderado fueron recurrentes para mostrar las grandes ventajas que proporcionaron antiguamente el cenit de las culturas clásicas. En la historiografía de la educación física y el deporte son citados al respecto a Giovanni de Domenici (1357-149), Guarino de Verona (1374- 1446), Matteo Palmieri (1400-1473), Bautista Alberti (1404-1472) o Mafeo Vegio (1406-1458).
 
Baldassarre, Baldassar o Baldesar Castiglione, españolizado como Baltasar Castiglione o Baltasar Castellón, (Casatico, Mantua, 6 de diciembre de 1478-Toledo, 2 de febrero de 1529) fue un noble cortesano, diplomático y escritor italiano, conde de Novellata, autor del célebre tratado Il Cortegiano (1528), traducido al castellano en 1534 como El Cortesano por Boscán. Vittorino Ramboldini más conocido como Vittorino da Feltre (Feltre, 1372 o 1378 - Mantua, 2 de febrero de 1446) fue un humanista y educador italiano. Hijo de un escribano, se marchó hacia Padua para estudiar en la Universidad de Padua, donde fue alumno de Gasparino de Barzizza. Fue invitado a Mantua por Francisco I Gonzaga y allí se estableció en 1422. Pronto fundó (en 1423) allí una escuela bajo los ideales cristianos unidos a los del humanismo. La llamó "Casa Giocosa", que significa La casa de la alegría. La estableció alejada de la agitada y mundanal vida cortesana, en un poblado que Gonzaga, su colaborador, dejó a su disposición. Él vivía con los mismos alumnos en la misma casa, por lo que se ha considerado que fundó la primera escuela pública secular.
 
Según dice José Ramón Fernández de Cano, Guarino Guarini de Verona fue un filósofo y pedagogo italiano, nacido en Verona en 1374 y fallecido en Ferrara en 1460. Figura pionera del Humanismo que habría de extenderse por toda Europa Occidental durante los siglos XV y XVI, ha pasado también a la Historia con los apelativos de Guarino Veronés o Guarino Veronese. Fue padre de otro conspicuo humanista, el poeta, profesor y diplomático Battista Guarini (1435-1508). Inclinado desde su temprana juventud a los estudios clásicos, se especializó en el conocimiento de las Letras de la Antigüedad y, con este bagaje, marchó a Constantinopla para ampliar sus saberes bajo el magisterio del sabio bizantino Manuel Crisolaras (1350-1415). A su regreso a Italia, fue profesor de Letras clásicas en Florencia, donde adquirió un merecido prestigio intelectual que le permitió impartir clase en otras florecientes ciudades italianas del siglo XV, como Venecia -donde dejó un egregio discípulo, el pedagogo y polígrafo Vittorino da Feltre (1378-1446)- y Verona. Pero en ésta última ciudad -a la que se había transferido, en 1419, la escuela en la que enseñaba en Venecia- no se encontraba a gusto Guarino, a pesar de tratarse de su propia cuna; de ahí que decidiera marcharse a Ferrara para ponerse al servicio de la Corte de los Este, que habían conseguido transformar su ciudad en uno de los focos culturales más importantes de la Europa del momento. Ya en Ferrara, Guarino Guarini de Verona fundó una escuela a la que pronto concurrieron alumnos de todo el continente, sin distinción de clases sociales ni diferencias económicas, ya que uno de los criterios básicos del humanista veronés era el de extender la cultura entre todos aquellos que tuviesen capacidad para su comprensión y estudio. Otro de los alumnos célebres de Guarino fue Eneas Silvio Piccolomini, quien, con el paso de los años, habría de ocupar el Trono de San Pedro el nombre de Pío II (1405-1464). Sus ideales pedagógicos sirven para ilustrar, en gran medida, el espíritu del primer humanismo: formar literatos amables y honestos, atraídos por el bien y por la belleza, y capacitados para promover el bienestar público merced a los conocimientos que habían aprendido en las fuentes clásicas. Impresionado por la labor pedagógica e intelectual que Guarino Guarini de Verona estaba realizando en Ferrara, el Emperador elevó su escuela al rango de estudio general, lo que equivalía a la posesión de derechos universitarios (de hecho, la posterior Universidad de Ferrara cifró sus orígenes en la escuela del Veronese). Los alumnos del ilustre humanista eran invitados a desentenderse del estudio de las artes liberales propias de la educación medieval, para aceptar a cambio una innovadora propuesta pedagógica organizada en tres grados: un curso elemental, que comprendía el aprendizaje de la recta pronunciación y escritura del latín; un curso medio, en el que se hacía hincapié en el perfecto dominio de la gramática; y curso final, centrado en la retórica, disciplina que podía mostrar, mejor que cualquier otro, la asimilación y el aprovechamiento, por parte del alumno, de los contenidos cifrados en los dos grados anteriores. Otra de las innovaciones plenamente humanísticas de Guarino Veronés fue la de complementar esta formación, puramente literaria, con una serie de ejercicios y actividades físicas (danza, caza, gimnasia, natación, etc.) tendentes a la mejora de la salud y el aspecto corporal del alumnado. De sus amplios conocimientos sobre la Antigüedad clásica, el audaz pedagogo rescató el espíritu vertido en la máxima latina de mens sana in corpore sano, y situó, entre las prioridades de su programa de estudios, el contacto directo de los alumnos con la Naturaleza. Guarino Guarini de Verona fue también autor de varias obras en las que recopiló buena parte de sus saberes. Además de un interesantísimo Epistolario, una gramática griega y otra latina, dejó algunos tratados como la Chrisolorina y los Pequeños comentarios, y numerosas traducciones de obras clásicas de autores griegos y romanos, entre los que figuran Plutarco (50-125) y Luciano de Samósata (120-180).
 
Matteo di Marco Palmieri (1406-1475) fue un humanista e historiador florentino que es mejor conocido por su trabajo Della vita civile ( "Sobre la Vida Civil"; impreso 1528) que abogó humanismo cívico, y su influencia en el perfeccionamiento de la lengua vernácula de la Toscana a la mismo nivel que América. Él fue enviado como embajador florentino en la corte de Alfonso de Nápoles. Vespasiano da Bisticci lo incluyó entre los hombres ilustres de su generación cuyas carreras merecía un artículo en su Vite di uomini illustri del secolo XV [2] vita. Palmieri nació en una familia de clase media que ocupaban puestos prominentes de la ciudad. Fue educado en Florencia y se pasó una botica rentable; como su padre persiguió una carrera en la función pública, convirtiéndose en un funcionario público bien conocido y respetado entre 1432 y 1475 la celebración de muchos puestos y títulos. Al final de su vida, se encargó al pintor florentino Francesco Botticini (1446-1498) una suposición monumental de la Virgen [3] para la iglesia del convento benedictino de San Pier Maggiore, en Florencia, donde el Palmieri tenía su capilla; en la pintura son los retratos de los donantes de rodillas de Matteo y su esposa Niccolosa de 'Serragli.
 
Leon Battista Alberti (Génova, Italia, 18 de febrero de 1404 - Roma, 25 de abril de 1472) fue un arquitecto, secretario personal (abreviador apostólico) de tres Papas -Eugenio IV, Nicolás V y Pío II-, humanista, tratadista, matemático y poeta italiano. Además de estas actividades principales, también fue criptógrafo, lingüista, filósofo, músico y arqueólogo. Es uno de los humanistas más polifacéticos e importantes del Renacimiento. Alberti fue el primer teórico artístico del Renacimiento, una figura emblemática, por su dedicación a las más variadas disciplinas. Se mostró constantemente interesado por la búsqueda de reglas, tanto teóricas como prácticas, capaces de orientar el trabajo de los artistas; en sus obras menciona algunos cánones. Por ejemplo, en De statua expone las proporciones del cuerpo humano, en De pictura proporciona la primera definición de la perspectiva científica y por último en De re aedificatoria (obra que termina en 1452) describe toda la casuística relativa a la arquitectura moderna, subrayando la importancia del proyecto, los diversos tipos de edificios siguiendo las funciones que deben desempeñar. El aspecto más innovador de sus propuestas consiste en mezclar lo antiguo y lo moderno propugnando de ese modo la praxis antigua y la moderna, que había iniciado Filippo Brunelleschi. Además, según Alberti: "el artista en este contexto social no debe ser un simple artesano, sino un intelectual preparado en todas las disciplinas y en todos los terrenos". Una idea heredera del enciclopedismo medieval de los doctos, pero adaptada a la vanguardia humanista. La clase social con la que Alberti se relacionará es la alta burguesía culta florentina. Trabajó al servicio de los mecenas más importantes de su época: el papado, los Este en Ferrara, los Gonzaga en Mantua, los Malatesta en Rímini.
 
Maffeo Vegio (Lodi, 1406/1407-Roma, 1458) fue humanista y escritor italiano del siglo XV. Maffeo Vegio era hijo de una familia noble de Lodi y recibió una educación esmerada estudiando derecho en la Universidad de Pavía y la de Cremona y más tarde retórica y dialéctica en la Universidad de Milán. Comenzó a escribir poemas en latín de muy joven y enseñó derecho y literatura en Pavía durante 10 años. El papa Eugenio IV lo nombró secretario de cartas latinas y a príncipes y datario apostólico en la cancillería pontificia. Se ordenó agustino y en 1443 lo nombró canónigo el papa Eugenio IV, cargo que conservó con Nicolás V y Calixto III. Tomó partido en los medios intelectuales cristianos del humanismo italiano de la primera mitad del siglo XV y tenía una gran devoción a Santa Mónica.
 
Asimismo, una abundante producción de tratados sobre la educación de príncipes también puso de relieve las debidas atenciones higiénicas y ejercicios corporales, tan necesarias para la salud y provechosas para la felicidad. En el entramado de las influencias humanísticas en torno a la historiografía de la educación física son recurrentes el aludir a las contribuciones pedagógicas de Antonio Nebrija (1444-1522) con su obra "De liberis educandis" (1509); Luis Vives (1492-1540) con "Disciplendis" (1531) y "Linguae Latinae Exercitatio" (1538); Thomas Elyot (1490-1546), con "The book named the governour (de 1531); François Rabelais (1490-1553), con "Pantagruel" (1532) y "Gargantúa· (1534); Michel Montaigne (1533-1592) con sus "Ensayos" (1580-1592) o Richard Mulcaster (1530-1611), con "Positions" (1561). En todos estos tratadistas se condenan los actos violentos del régimen feudal y se buscan recreaciones corporales honestas socialmente, recreativas y sin peligro. Con la expansión de la imprenta el libro adquiere un valor universal y se descubre como la fuente de erudición destinada a diferenciar a los nuevos nobles. La espada es substituida por el libro, por el dominio de las artes y también por la recreación de los ejercicios corporales, que progresivamente tienden hacia el abandono de la violencia y se integran en un proceso de “civilización” en manos de los cánones cortesanos.
 
Antonio Martínez de Cala y Xarava (Lebrija, Sevilla, 1441 - Alcalá de Henares, 5 de julio de 1522), más conocido como Elio Antonio de Nebrija, de Nebrixa o de Lebrija, fue un humanista español que gozó de fama como colegial en el Real Colegio de España de Bolonia. Ocupa un lugar destacado en la historia de la lengua española por ser el autor de la primera gramática castellana (la Gramática castellana), en 1492, de un diccionario latín-español ese mismo año y de otro español-latín hacia 1494, con relativa anticipación dentro del ámbito de las llamadas lenguas vulgares. Fue, además, historiador, pedagogo, gramático, astrónomo y poeta. Su actividad abarcó también trabajos de análisis y comentario erudito, que hoy podrían calificarse de ediciones críticas, acerca de autores como Prudencio y Virgilio, los Evangelios y las Epístolas; escribe también sobre cómo educar a los hijos en su De liberis educandi (tanto en lo intelectual como en la físico a través de los juegos y deportes) y tradujo al latín la Historia de los Reyes Católicos, que incluye muchos fragmentos de la obra en castellano de Hernán Pérez del Pulgar.
 
Juan Luis Vives, pensador español (Valencia, 1492 - Brujas, Flandes, 1540). Nacido en una familia de judíos conversos, estudió en las universidades de Valencia y París. Desde 1512 se estableció en Flandes, donde fue profesor de la Universidad de Lovaina y entabló una estrecha relación con Erasmo de Rotterdam. También mantuvo amistad intelectual con Tomás Moro, que le llevó a enseñar en la Universidad de Oxford desde 1523. Al igual que Moro, se opuso al divorcio de Enrique VIII, motivo por el que fue arrestado y hubo de dejar Inglaterra y regresar a Flandes en 1528. Su influencia sobre la Europa del Renacimiento fue enorme, pues no sólo acudieron a consultarle los más influyentes artífices de la Reforma protestante y de la Contrarreforma católica, sino que fue tutor y educador de muchos nobles que ocuparon puestos de responsabilidad en la monarquía de Carlos V.  Su pensamiento es uno de los máximos exponentes del humanismo renacentista: trató de rescatar el pensamiento de Aristóteles, descargándolo de las interpretaciones escolásticas medievales; sustentó una ética inspirada en Platón y en los estoicos. Pero, más que plantear teorías de altos vuelos, Vives fue un hombre ecléctico y universalista, que avanzó ideas innovadoras en múltiples materias filosóficas, teológicas, pedagógicas y políticas, y propuso acciones en favor de la paz internacional, la unidad de los europeos y la atención a los pobres. Entre sus abundantes obras cabe destacar los tratados Sobre el alma y la vida (1538) y Sobre la verdadera fe cristiana (1543). Sus escritos, todos en latín, son aproximadamente unos sesenta. La variedad de esta obra y su valor de innovación revela la honda calidad humana de Luis Vives, que insiste en problemas de métodos, por lo que ante todo es un pedagogo y un psicólogo. En su tratado De anima et vita (Sobre el alma y la vida), aun siguiendo a Aristóteles y defendiendo la inmortalidad del alma en base al argumento "res omnis sic se habet ad esse, quemadmodum ad operari", atribuye a la psicología el estudio empírico de los procesos espirituales, estudia la teoría de los afectos, de la memoria y de la asociación de las ideas, por lo que se le considera como precursor de la antropología del siglo XVII y de la moderna psicología.  De su obra pedagógica destacan la Institutione de feminae christianae (1529, La educación de la mujer cristiana), especie de manual ético-religioso para la joven, la mujer casada y la viuda; De ratione studii puerilis (1523), sobre los métodos y programas de una educación humanística; De ingenuarum adolescentium ac puellarum institutione (1545) y De officio mariti, similares a las anteriores. De disciplinis (De las disciplinas, 1531), por último, se divide en tres partes: De causis corruptarum artium, De tradendis disciplinis y De artibus. En ellas Vives propone una renovación y planteamiento más científico de la enseñanza frente a la artificiosidad y vacuidad escolástica y retórica del tiempo; la enseñanza habrá de realizarse además de acuerdo con la naturaleza y personalidad del alumno, es decir, la psicología ha de ser la base de la pedagogía, y en este sentido había dirigido desde Lovaina (1519) contra los escolásticos de la Sorbona su texto In pseudo dialecticos. En realidad, Vives supera ya el humanismo y marca el tránsito de la pedagogía a la edad moderna y la instauración de la psicología como ciencia experimental, precediendo a Descartes y a Bacon. En otro grupo de obras que pudiéramos llamar sociales, encontramos los conocidos tratados De subventione pauperum (El socorro de los pobres, 1526) y De communione rerum (1535) en oposición a los principios extremos individualista y comunista; preocupado en general por los problemas de su tiempo, escribe Vives una serie de obras, siempre de temas concretos y con propuestas de soluciones, como De conditione vitae christianorum sub Turca (1526) o Dissidiis Europae et bello Turcico (1526), sobre los problemas del cristianismo en relación con los turcos y la reforma protestante.  Su Rethoricae sive de recte ratione dicendi libri III (1532) es un interesante tratado de retórica, con importantes innovaciones, que hacen de ella un precedente directo de las modernas preceptivas. Vinculado a su fama de filólogo y humanista tenemos sus Linguae latinae exercitatio (1538, Ejercicios de lengua latina), diálogos llenos de una encantadora sencillez que dictó para la ejercitación escolar.  Otras obras suyas son De veritate fidei christianae, (Sobre la verdadera fe cristiana, 1543), apología católica dedicada por su discípulo Craneveldt al pontífice Paulo III en 1543; De causis corruptarum, De tradendis disciplinis y De ratione dicendi, con temas de sus explicaciones universitarias sobre el problema de la enseñanza; el comentario del De civitate Dei, de San Agustín; De initiis sectis et laudibus philosophia (1521); De pacificatione (1529), dirigida al arzobispo de Sevilla Alfonso Manrique, con exposición de las ideas sobre la paz; y De concordia et discordia in humano genere, dedicada al emperador Carlos V (1529).  Ad sapientiam introductio y Satellicia son dos colecciones de sentencias morales, con un total de 805 máximas, dedicadas a la princesa María, y de las que es famosa Veritas, tempora filia (la verdad es hija del tiempo). La primera colección de sus obras se publicó en Basilea en 1555; la más completa fue la publicada en Valencia por Mayans (1782-90, en ocho volúmenes). Fueron muy traducidas al español y al francés. Lo importante en Vives es su preocupación por aquellos aspectos más inmediatos de la realidad humana; con un profundo conocimiento del hombre y de su historia, Vives pudo intuir las decadencias de su época, al tiempo que su concepción prudentemente optimista de la vida le impulsaba a renovar esta realidad. Católico, comprensivo y tolerante, dotado de un gran sentido de la realidad, Vives va aplicando estos módulos invariables de su conocimiento a los problemas que estudia.  Su vida y su obra se han hecho modelo de universalidad y profundidad, de pasmosa seguridad; su actitud fue la del mejor humanismo, pero ensalzado por virtudes más universales de sobriedad y mesura, de una profunda soledad y comprensión del fenómeno humano, a través de la cual este humanismo cobró características más trascendentales que las brillantes y entusiastas de la época.
 
Sir Thomas Elyot (1490 - 26 de marzo de 1546) fue un diplomático y erudito inglés. Thomas era el hijo del primer matrimonio de Sir Richard Elyot con Alice de la Mare, pero ni la fecha ni el lugar de su nacimiento se conoce con precisión. Anthony Wood lo reclamó como un alumno de Saint Mary Hall, Oxford, mientras C. H. Cooper en los Cantabrigienses Athenae puso en un reclamo para el Jesus College, Cambridge. Elyot mismo dice en el prefacio de su Diccionario que fue educado bajo el techo paterno, y fue a partir de los doce años su propio tutor. Se suministra, en la introducción a su Castell de Helth, una lista de los autores que había leído en la filosofía y la medicina, y agregó que un "médico de adoración" (Thomas Linacre) leyó a él de Galeno y algunos otros autores.
 
François Rabelais (La Devinière, Francia, hacia 1494 - París, 1553) fue escritor y humanista francés. Escasean los datos sobre la primera parte de su vida. Se considera habitualmente que nació en la finca de su padre, abogado en Chinon, pero la fecha exacta de su nacimiento es incierta. Se deduce de su obra que podría haberse dedicado al estudio de las leyes, de la misma manera que tal vez ingresara en el convento de La Baumette, cerca de Angers, en 1510. Una carta enviada al humanista Guillaume Budé, en 1521, que contiene unos versos en griego, da cuenta de que ya era fraile franciscano. A través de una apología del sexo femenino del jurista Amaury Bouchard, se sabe que Rabelais había emprendido, ya por entonces, la traducción de la Historia de Herodoto.  En 1524, molesto por los reproches de los superiores de su orden acerca de sus lecturas, pasó a la orden benedictina y fue nombrado secretario del obispo Geoffroy d'Estissac. Se relacionaba entonces con el círculo del poeta Jean Bouchet, a quien envió una carta versificada, su primer escrito conocido en francés. A partir de 1530, frecuentó, como alumno, la facultad de medicina de Montpellier, y a pesar de no tener el título de médico ya se le reconocían grandes méritos.  Atravesó entonces un período de dificultades económicas que lo indujeron a trasladarse a la ciudad de Lyon, donde también ejerció como médico, aunque no estuviera todavía titulado. En 1532 publicó, además de una traducción de los Aforismos de Hipócrates, el primer libro de su sátira Pantagruel, cuyo éxito fue espectacular, aunque La Sorbona lo condenó en 1533 por obsceno y herético. En invierno del mismo año acompañó al obispo y diplomático Jean du Bellay a Roma, en calidad de médico. Se interesó entonces por la botánica y la topografía y editó una topografía de Roma, firmada por Marliani. En 1535, su segunda gran obra, La vida inestimable de Gargantúa, padre de Pantagruel, fue publicada por François Juste en Lyon. Tras una nueva estancia en Roma, a partir de 1536 fue dispensado de sus votos eclesiásticos y llevó, durante diez años, una vida aventurera, dedicándose sobre todo a la medicina. Finalmente graduado por la Universidad de Montpellier, en 1537, fue introducido en la corte y se benefició de la protección de Guillaume du Bellay, hermano de Jean. El tercer libro de Pantagruel, publicado en 1546 y dedicado a Margarita de Navarra, fue condenado como herético por La Sorbona, que lo incluyó en el Índice de los libros prohibidos, junto con Gargantúa, tras lo cual Rabelais se refugió primero en Metz y después en Roma. Los primeros capítulos del cuarto libro de Pantagruel aparecieron en 1548. En 1549 regresó definitivamente a París, donde vivió de la prebenda que le había sido otorgada. Del quinto libro de Pantagruel, los dieciséis primeros capítulos se publicaron en 1562, nueve años después de su muerte; los demás fueron añadidos dos años más tarde, pero se duda de su autenticidad. Su obra constituye un gran fresco satírico de la sociedad de su época, rico en detalles concretos y pintorescos que contribuyen a una descripción humorística, a menudo exacerbada y paródica, de la Francia de su tiempo. Las sátiras de Rabelais se dirigen ante todo contra la necedad y la hipocresía, como también contra cualquier traba impuesta a la libertad humana, lo cual lo enfrentó a menudo con la Iglesia, al parodiar su dogmatismo y sus aspiraciones ascéticas. Se manifestó contrario a la educación tradicional y optó por ciertas reformas que lo relacionaron con Erasmo.
 
Michel Eyquem de Montaigne (Castillo de Montaigne, Saint-Michel-de-Montaigne, cerca de Burdeos, 28 de febrero de 1533 - ibíd., 13 de septiembre de 1592) fue un filósofo, escritor, humanista y moralista del Renacimiento, autor de los Ensayos y creador del género literario conocido en la Edad Moderna como ensayo. Ha sido calificado como el más clásico de los modernos y el más moderno de los clásicos. Su obra fue escrita en la torre de su propio castillo entre 1580 y 1588 bajo la pregunta "¿Qué sé yo?". Montaigne es el hermano de Juana de Montaigne, casada con Richard de Lestonnac y por lo tanto el tío de Santa Juana Lestonnac.
 
Richard Mulcaster, pionero de la pedagogía crítica fueun inglés que se avanzó a Rousseau al teorizar sobre la necesidad de atender a las diferencias individuales y de ajustar los procesos de enseñanza a esas diferencias. Fue el primer director de la Merchant Taylor's School, en Londres, que era la escuela más grande de su época. Allí estableció un riguroso currículum escolar, con enseñanza de latín, griego y hebreo. Recuérdese que en aquella época, la educación pública no existía, las clases altas contrataban maestros privados para sus hijos. Esta escuela, todavía en funcionamiento, estaba sostenida por la Merchant Taylor's Company, destinada a los hijos de las familias asociadas a esta empresa.
Contra las ideas de su época, apostó por el inglés como lengua vehicular en la enseñanza, en detrimento del latín, que debía ser reservado para los niveles académicos más altos, como la universidad. Los maestros debían tener formación universitaria, para asegurar unos niveles mínimos de calidad. Recuérdese que, a finales del siglo XVIII, una persona de origen modesto y sin apenas estudios, como Thomas Paine, fue maestro de escuela. Recuérdese que, hasta hace pocos años, los maestros españoles debían cursar una diplomatura de 3 años, en lugar de una licenciatura de 5.  Mulcaster fue también pionero en la introducción de las prácticas deportivas como elemento de importancia educativa en la escuela. De hecho, fue el primero en formar un equipo de fútbol, y de hecho fue él quien dio nombre a este deporte, practicado entre los ingleses desde el siglo XIII.  Además del deporte como medio de relajación de los alumnos, consideraba importante el contacto con la realidad cercana, el conocimiento del lugar y del mundo natural, y por ello pensaba que las escuelas debían estar situadas cerca de los campos. Mulcaster creía también conveniente que hubiese una estrecha relación entre los maestros y las familias de los alumnos. En su obra titulada "Positions" aconseja y educa tanto las dotes intelectivas de sus alumnos del colegio parroquial Saint Laurence Powntenie como el desarrollo físico de sus cuerpos a través de la gimnasia y el deporte. 
 
En el Renacimiento se inició así una fecunda producción literaria en todos los ámbitos de las ciencias y las artes, pero también en torno a la educación física y el deporte. En este ámbito los autores fueron variados, pero en todos se desprendía la admiración por la antigüedad clásica. Así podemos encontrar tratados de esgrima, de equitación, de natación, de gimnástica, del juego de pelota o de ejercicios acrobáticos. Fueron conocidas las obras de "El arte gimnástico-médico" de Francisco Román, y su "Tratado de esgrima" (Sevilla, 1532).
La Esgrima en España es la actividad sistemática del desarrollo de nuestro país. Aunque es posible considerar que el combate con armas blancas fuese practicado en los reinos de la península Ibérica con tanta intensidad como en el resto de occidente, la aparición de tratados españoles de esgrima es posterior a la de prácticamente todos sus países vecinos. En la zona germánica se constata la tratadística desde finales del siglo XIII (con la obra anónima conocida como "Royal Armouries") a los que le siguen otros escritos que indican la existencia de una tradición fuertemente asentada cuyo máximo representare sería Johannes Liechtenauer. En Italia el primer tratado conservado es obra de Fiore dei Liberi, del año 1409, aproximadamente, manuscrito conocido en español como Flor de Batallas (Flos Duellatorum in armis, sine armis, equester, pedestre). También Inglaterra conserva escritos como el Manuscrito Harley, conservado en el British Museum, datable en torno a 1430, un texto anónimo rimado, indicador de una incipiente escuela inglesa de esgrima de salón. Por su parte, en Francia, la bibliografía se inicia apenas unos años después, a mediados del siglo XV, con Le Jeu de l'hache d'armes, asimismo anónimo. La práctica totalidad de estos tratados se conserva, bien en su estado original, bien en forma de copias posteriores o, incluso, resúmenes y adaptaciones. En cambio, en España, los primeros tratados aparecen bien entrado el siglo XV y no se conserva ninguno de ellos. Tan sólo tenemos referencia de los mismos porque son mencionados en otros libros. Por esta vía, sabemos que Jaime Pons de Perpiñán, publico su obra La verdadera esgrima y el arte de esgrimir en 1472, en el que, al parecer, se establecen las pautas para el ejercicio de esta actividad. Uno o dos años después, saldría a la luz "El manejo de las armas de combate" (1473) de Pedro de la Torre. En 1532, Francisco Román, un conocido Maestro de Armas desde 1526, publica su Tratado de la esgrima con figuras, que -desgraciadamente- tampoco ha llegado hasta nosotros, pero que por referencias parece ser el fundamento sobre el que se asienta lo que será la llamada Destreza Española, aunque no se puede demostrar. Lo que sí es un hecho innegable es que, al menos, desde el punto de vista de las evidencias escritas, España se encuentra muy por detrás de otros países y, aunque ello no implique que no hubiera una tradición propia de esgrima, es del todo indemostrable seguir afirmando, como se ha hecho hasta hace unas décadas, que la esgrima es un invento hispano y que, en el siglo XVI el estudio de la escuela española centrada en espadas que conocemos como roperas produjo una especie de revolución en la esgrima italiana; también se sostenía, sin ninguna base documental, que las técnicas españolas se popularizaron en Europa, especialmente en Inglaterra y Francia. Al contrario, todas las evidencias (tanto el estilo de las armas, sus centros de producción, los términos técnicos más populares, y la bibliografía conservada), indican que lo que se dio es un continuo flujo de conocimientos entre toda Europa, siendo las escuelas italiana y alemana las dominantes, al menos hasta que apareció la mencionada Destreza Española. El primer tratado español de combate que se conserva en su estado original es la Doctrina del arte de la caballería, del maestro don Juan Quijada de Reayo (Medina del Campo, 1548), que no trata precisamente la Destreza, sino que, con un enfoque militar, estudia el equipo del caballero (silla, arnés, lanza, armadura) y las circunstancias en el que se usaba. El que, a todas luces, parece ser el primer libro sobre la Verdadera Destreza, con un método matemático y filosófico conocido, es el de don Jerónimo Sánchez de Carranza, titulado De la philosofía de las armas y de su Destreza y la aggression y defensa cristiana, escrito hacia 1569 y publicado en Sanlúcar de Barrameda en 1582. El segundo gran libro sobre la Verdadera Destreza, también con profundas bases teóricas y filosóficas, sería el de don Luis Pacheco de Narváez, Libro de las grandezas de la espada, en que se declaran muchos secretos del que compuso Geronimo de Carrança, editado en 1600. La Verdadera Destreza tuvo su época de máximo desarrollo en el siglo XVII, hay manuales que llevan el estudio de este sistema hasta 1862. Del mismo modo, geográficamente, se extendió por todos los territorios españoles del Nuevo Mundo, dando lugar a variantes como la Destreza Indiana. Sin embargo, la llegada de los Borbones a la corona española supuso un enorme aumento de la influencia cultural francesa, incluida su tradición de esgrima que, poco a poco, fue desplazando a la española, así en el siglo XIX, el maestro don José Merelo y Casademunt decía: "nuestro sistema de enseñanza, que marcha de acuerdo con los adelantos del siglo, se reduce a instruir rápidamente á nuestros discípulos en la comprensión y ejecución de las tretas más esenciales, para que puedan entrar en asalto á las primeras lecciones". En el siglo XVIII en Francia se había desarrollado el espadín, que, rápidamente, sustituye a la espada de cazoleta (la variante más tardía de ropera), al tiempo que, como simulador de sala, aparecería en ese país, el florete y la careta protectora; así comienzan a forjarse los diferentes estilos de Esgrima Clásica de Duelo y de Salón de tradición diferente a la Española que desembocarían en la esgrima deportiva. A finales del siglo XIX, aparecen en América maestros europeos, especialmente españoles, franceses e italianos, que comienzan a enseñar el arte de la esgrima, con lo que se inician exhibiciones de competidores locales. En los Juegos Olímpicos de París, se implanta como deporte olímpico, aunque sólo en categoría masculina; el florete femenino aparece a partir de 1924, también en París. Datos erróneos han llevado a difundir el mito de que la esgrima es el único deporte olímpico de origen español. La realidad es que ésta ya era una disciplina olímpica en los Primeros Juegos de la Era Moderna, de 1896, donde no hubo ningún participante español; un único esgrimidor español se incluye entre los 156 participantes de los Juegos de 1900, aunque no jugó ningún papel relevante, y lo hizo a título personal ya que el Comité Olímpico Español no fue fundado hasta 1905. En todo caso, las normas se negociaban entre la federación francesa y la italiana (no se tenía en cuenta a los españoles); de hecho, un desacuerdo entre franceses e italianos fue lo que provocó que la esgrima fuese suprimida del programa de los Juegos Olímpicos de Roma en 1908.
 
Al final del siglo XV, durante el renacimiento, se tomó conciencia de la importancia en el hombre del optimismo y la energía, ya que éste debía afrontar las demandas sociales que el progreso había introducido. Esto hizo que se prestase más atención a los ejercicios físicos, volviéndose a despertar el interés por la natación. Los Humanistas en su afán por reconstruir la época clásica, recomiendan la práctica de todo tipo de deportes, entre ellos la natación, dedicando muchos libros al estudio deportivo. Así, nacen alusiones a modos distintos de nado, no queriendo decir esto que ellos los practicasen. Francoise Rabelais (1532), en su libro Gargantúa, nos dice: "nadaba en agua profunda, al natural, al revés, de costado, con todo el cuerpo, sólo con los pies, una mano en el aire, sosteniendo un libro atravesó toda la orilla del Sena sin que se mojara, y sosteniendo con los dientes su manto, como hizo Julio Cesar".  Sobre esta época, se escribió el primer libro referente a la natación por Nicolas Wynman: "Colymbetes sive de àrti natandi dialogus" (Augsburg, 1538). Nicolas Wynman fue un profesor alemán de idiomas que escribió el primer libro impreso conocido sobre la natación, titulado: "Colymbetes". No tanto por su producción científica, sino por el referente histórico y la curiosidad de dicha publicación en cuanto a la forma de enseñar la natación, Wynman merece ser recordado con esta semblanza. Su documento escrito fue publicado en 1538 en una imprenta de Ingolstadt, en Baviera, y versa sobre una delicada curiosidad que los amantes de la natación deberían conocer. El título original fue el de "Colymbetes, sive de arte natandi, dialogus and feftiuus and iucundus lectu", es decir, "Colymbetes, o el arte de nadar. Diálogo divertido y de amena lectura".El libro se estructura como un dialogo entre dos personajes: Pampiro, el maestro, y Erotes, el alumno. El primero inicia al segundo en el arte de la natación con exuberantes disquisiciones, pero a la vez divertidas y de amena lectura. Entre los diálogos del docente y discente se descubre la forma de nadar, para ello se recurre a un dialogo donde con una mezcla de estilos de enseñanza, se puede atisbar indicios de lo que en didáctica se denomina descubrimiento guiado. Aspecto que hace destacar aún más la importancia de dicho documento en 1538 en su reflexión sobre la enseñanza de la natación.
 
Fernando Chacón es autor de un "Tratado de la caballería de la gineta" (Sevilla, 1551). Según el "blog" de "La página de Cassia", el libro, escrito por el otrora comendador de la Orden de Calatrava Don Fernán Chacón, es un tratado ce caballería en el sentido más amplio del término, pues enseña en sus páginas el arte de la monta, la cura y todo tratamiento que han de recibir los caballos. Así mismo dedica una parte del breve tratado a las artes ecuestres y juegos de cañas tan notorios en la nobleza de la época. Una vertiente importante de la bibliografía hispánica de los siglos XVI y XVII fue la dedicada a tratar las técnicas y ejercicios de la caballería, particularmente según dos escuelas de andar a caballa, la de la brida y la de la jineta, a la que generalmente se reconoció como la tradicional española. Dentor de la literatura de autores hay que incluir a dos indianos de personalidad muy interesante: el criollo novohispano Juan Suárez de Peralta (México, hacia 1537 - España, después de 1596) y el capitán baquiano Bernardo de Vargas Machuca (Simancas, hacia 1555 - Madrid, 1622). Juan Suárez de Peralta (Ciudad de México ¿1540/1544?- España 1613) fue un criollo novohispano que se distinguió por sus escritos sobre los ejercicios ecuestres y la vida en Nueva España en el siglo XVI. Se le considera historiador por tratar el tema de la conquista, y uno de los primeros estudiosos de la veterinaria o albeitería en el Nuevo Mundo por su amplio y erxtenso conocimiento sobre los caballos. Juan Suárez de Peralta (el cronista), nació en la Ciudad de México entre 1540 y 1544, fue hijo de Juan Suárez de Peralta (el conquistador o también conocido como "El Viejo") y de Magdalena Esparza. Tuvo dos hermanos: Luis (mayor) y Catalina (menor). Su hermano Luis heredó la encomienda de Tumazulapa que había sido otorgada a su padre. El padre de Juan Suárez de Peralta (también conocido como Juan Suárez de Peralta "el viejo") fue hijo de Gonzálo Suárez y María Marcayda. Tuvo dos hermanas: Leonor y Catalina. Juan Suárez de Peralta "El Viejo" sirvió a las órdenes de Hernán Cortés y fue uno de sus soldados de confianza. Su hermana Catalina contrajo matrimonio con el conquistador y de esta manera el padre del cronista pasó a ser cuñado de Hernán Cortés, quien pasó a ser tío político del cronista. Suárez de Peralta siempre reconoció a la autoridad virreinal y fue un fiel súbdito de la Corona española al mismo tiempo que estaba emparentado con los marqueses del Valle por el matrimonio de su tía Catalina con Hernán Cortés. En el Tratado del descubrimiento de las Indias y su conquista se puede inferir la postura neutral de Juan Suárez de Peralta entre la autoridad virreinal y el marquesado del Valle. El autor hace un relato de la conquista y termina concentrándose en la vida cotidiana en Nueva España. Dedica extensas páginas al pleito entre Martín Cortés y la Real Audiencia que gobernó como regente después de la muerte del virrey Luis de Velasco I. Los eventos de la decapitación de los seguidores de Martín Cortés son narrados con un tono dramático y cargado de tristeza: "que le ví yo en el trono referido y después la cabeza en la picota, atravesado un largo clavo donde la coronilla della y hincado, metido por aquel regalado casco, atravesando los sesos y carne delicada...Que me acaeció detener el caballo, pasando por la plaza donde estaba la horca y en ella las cabezas de estos caballeros, y ponérmelas a ver con tantas lágrimas de mis ojos, que no sé yo en vida haber llorado tanto" pero nunca con opiniones en contra de la autoridad de la Corona española y sus representantes en el virreinato. La razón por la que escribe el Tratado de descubrimiento de las Indias y su conquista es para justificarse como un espectador de la rebelión de Martín Cortés y sus consecuencias resaltando su postura como no involucrado y siempre fiel a la Corona, aunque le duela la muerte de los caballeros de Martín Cortés. En sus escritos se puede percibir el punto de vista del cronista sobre los virreyes de Nueva España que conoció. Se expresa con buenas palabras del primer virrey Antonio de Mendoza, de quien dice que la población novohispana llegó a verlo como a un padre. Por otro lado al virrey Luis de Velasco le dedica también varias páginas elogiando sus habilidades ecuestres y su gusto por las fiestas, mientras que del virrey Gastón de Peralta, Marqués de Falces, se expresa como un virrey que llegó a Nueva España en pleno pleito de la Real Audiencia con el Marquesado del Valle, y cometió el error de entablar amistad con Martín Cortés, teniendo así a los oidores en su contra, quienes finalmente consiguieron que el rey ordenara su regreso a España para sustituirlo por otro virrey. Juan Suárez de Peralta contrajo matrimonio (se desconoce la fecha) con Ana de Cervantes, aunque este enlace no duró mucho ya que en 1579 viajó a España como viudo. Se volvió a casar alrededor de 1600 con una dama noble de Madrid llamada Isabel de Hurtado. En 1601 nació su hijo Lorenzo Suárez de Peralta. El cronista murió en enero de 1613 a los 79 años de edad y lo sepultaron en la Iglesia del Espíritu Santo de clérigos menores en Madrid. Al momento de su muerte su esposa estaba embarazada de 7 meses. Su hijo Lorenzo consiguió licencia para viajar a las Indias el 7 de junio de 1619. Sus obras literarias son: Tratado del descubrimiento de las Indias y su conquista, que lo escribió durante su estancia en la corte en Madrid y en él hace un repaso por la historia de la fundación de Nueva España y relata sucesos de la vida cotidiana; Tratado de la caballería de la gineta y de la brida, que escrito en Sevilla en 1580 y describe las formas de montar más comunes en España y Nueva España; y La conjuración de Martín Cortés que lo escribió en 1589 y trata sobre lo que ocurrió con Martín Cortés, el Marqués del Valle, después de la muerte del virrey Luis de Velasco I, cuando se enfrentó con la Real Audiencia. Y según L.P. Piñero, Bernardo Vargas Machuca fue un naturalista español, nacido en Simancas (Valladolid) en 1557 y muerto en Madrid, en 1622. Destacó por sus estudios sobre historia natural y veterinaria. Consagrado desde muy joven a la carrera militar, sirvió primero seis años en los ejércitos de Italia y pasó luego a las Indias, donde permaneció más de dos décadas, participando en numerosas acciones guerreras. De regreso a la metrópoli, publicó en Madrid su Milicia y Descripción de las Indias (1599), obra que comprende, en realidad, tres libros independientes. El primero es un tratado de arte militar adaptado a las circunstancia de América. Más que sus referencias técnicas a las armas y municiones, hay que destacar, desde un punto de vista, el capítulo "Prevención e medicinas y aplicación de ellas", interesante resumen de medicina militar. El segundo libro se titula "Descripción breve de todas las Indias Occidentales, con la Ydographía y Geographía de las costas del mar, Reynos y particulares Provincias". En un lenguaje sencillo, Vargas ofrece descripciones muchas veces precisas de los animales, plantas y minerales que había podido observar, así como numerosas noticias relativas a la geografía física americana. El tercer libro o "Compendio de la Sphera" es un breve esquema de las ideas cosmográficas tradicionales. Vargas publicó, además, un tratado sobre la jineta, considerado como uno de los mejores textos sobre equitación aparecidos en la España de los siglos XVI y XVII. Impreso por vez primera en 1600, apareció una segunda edición ampliada en 1619. Aparte de exponer el arte de la jineta con sus ejercicios, se ocupa de las condiciones del caballo e incluye un resumen de albeitería.  
 
De un texto de Ricardo de Juana extracto lo siguiente: En España, tradicionalmente, se han usado dos estilos de montar a caballo: la jineta y la brida. Estas maneras de montar son, en realidad, dos formas muy diferentes de combatir a caballo que generan sus estilos de equitación correspondientes. La jineta es propia de la Península Ibérica y la brida del resto de Europa. En el centro y norte europeo aparece el caballo doméstico en el transcurso de la Edad de Bronce. Por los restos hallados se comprueba que conviven dos tipos de caballo, el pequeño autóctono, cuya alzada es de 110 a 130 centímetros, y otros mayores que llegan a 150 centímetros. El primero era utilizado como fuerza de tracción, como alimento y como víctima de sus sacrificios rituales. Los otros, los de mayor alzada, eran importados desde la Península Ibérica y, por tanto, eran escasos, caros, poco accesibles y se protegían como un gran bien. Sólo algunos miembros de la élite social se podían permitir el lujo de poseer a uno de éstos caballos, y éstos eran considerados como un elemento de prestigio, riqueza y preponderancia social. Estos guerreros a caballo formaban la sociedad de caballeros o "equites" y combatían rodeados de servidores encargados de su protección y tanto el caballero como el caballo acudían a la batalla cubiertos de armaduras, dado el gran valor de ambos. En la Península Ibérica los buenos caballos de montura eran muy abundantes, así como los jinetes. Ni los caballos eran caros ni sus jinetes gozaban de más prestigio social que el que se labraban con su reputación. Los jóvenes, sin más bienes que sus escasas armas y su caballo, se ganaban la vida como soldados mercenarios o como bandoleros. No podían contar con la ayuda de servidores ni con la protección de costosas armaduras; su mejor defensa eran su inteligencia, su destreza y la agilidad y velocidad de su caballo. Durante la Edad Media, en la España cristiana se montó a la jineta, pero también se sabía montar al estilo del resto de Europa, aunque aquí se reservó para la práctica galante de los torneos. En la Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas y sobre su origen en España de Gaspar Melchor de Jovellanos (1790), podemos leer, en referencia al reinado del rey Alfonso XI: "Desde entonces los torneos fueron la primera diversión de las cortes y ciudades populosas, con ellos se celebraban las ocasiones más señaladas de regocijo público: coronaciones y casamientos de reyes, bautismos, juras y bodas de príncipes, conquistas, paces y alianzas, recibimientos de embajadores y personajes de gran valía,  aún otros sucesos de menor monta, ofrecían a la nobleza, siempre propensa a lucir y ostentar su bizarría, frecuentes motivos de repetirlos. Hubo torneo de quince a quince, de treinta a treinta, de cincuenta a cincuenta, y aún de ciento a ciento; que tantos caballeros lidiaron en las fiestas con que fue celebrada en Zaragoza la coronación del buen infante de Antequera". En esta misma memoria encontramos una hermosa recreación de cómo debieron ser aquellos espectáculos: "Porque, ¿quién se figurará una anchísima tela pomposamente adornada y llena de un brillante y numerosísimo concurso; ciento o doscientos caballeros ricamente armados y guarnidos, partidos en cuadrillas y prontos a entrar en lid; el séquito de padrinos y escuderos, pajes y palafreneros de cada bando; los jueces y fieles presidiendo en su catafalco para dirigir la ceremonia y juzgar las suertes; los farautes corriendo acá y allá para intimar sus órdenes, y los tañedores y menestriles alegrando y encendiendo con la voz de sus añafiles y tambores; tantas plumas y penachos en las cimeras, tantos timbres y emblemas en los pendones, tantas empresas y divisas y letras amorosas en las adargas; por todas partes giros y carreras, y arrancadas y huídas, por todas choques y encuentros, y golpes y botes de lanza, y peligros y caídas y vencimientos? ¿Quién, repito, se figurará todo esto, sin que se sienta arrebatado de sorpresa y admiración?". E incluso nos razona los motivos de su decadencia: "Ello es que entre nosotros corrieron sin tropiezo, hasta que ridiculizadas las ideas caballerescas por la obra inmortal de Cervantes, y más aún por el abatimiento en que cayó la nobleza a fines de la dinastía austríaca, acabaron del todo estos espectáculos, perdiendo el pueblo uno de sus mayores entretenimientos, y la nobleza uno de los primeros estímulos de su elevación y carácter". Este estilo "europeo" de equitación se conoció con distintos nombres a lo largo de la historia: "Guisa", "Brida" o "Estradiota". Don Fernando del Pulgar (1406-1493) nos cuenta en su libro "Claros varones de Castilla", que el Rey Don Fernando el Católico: "Cabalga muy bien a caballo en silla de la guisa e de la gineta, justaba sueltamente e con tanta destreza, que ninguno en todos sus Reynos lo facía mejor". Y también nos narra cómo, en tiempos del Rey Don Juan, Don Rodrigo de Villandrando vino de combatir a los ingleses en Francia, con cuatro mil caballeros franceses: "E en aquel tiempo acaeció auer en Castilla grandes debates e disensiones, para los cuales el rey don Juan embió mandar a este cauallero su natural que viniese a Castilla a le seruir con la más gente que pudiese el cual vino a su llamado con cuatro mil ommes a cauallo. E el rey le recibió muy bien, e le fizo merced de la villa de Ribadeo, e diole título de conde della, e fizole otras mercedes". Es seguro que estos caballeros que acompañaban a Don Rodrigo no sabían montar a la jineta y que estaban acostumbrados a combatir al uso de las cortes europeas: "a la guisa europea". Este estilo de equitación era a consecuencia de que, tanto caballero como caballo, acudían a las batallas cubiertos de defensas metálicas que obligaban a ciertas condiciones: El caballo tenía que tener la suficiente corpulencia como para soportar al jinete, la silla, las gualdrapas, la armadura del caballero y la suya, lo que unido al  natural carácter linfático de las razas pesadas europeas, obligaba a que la movilidad fuese limitada. Las cargas se hacían en bloque y al trote o galope corto, y se pretendía el efecto que hoy causa un carro de combate: aplastar a la infantería y romper sus líneas. El jinete no pretendía movilidad sobre su montura, sino seguridad, ya que una caída del caballo suponía quedar fuera de combate, pues necesitaba ayuda para incorporarse. El caballero iba encajado en una aparatosa silla, de altísimos arzones, con el estribo muy largo y la pierna completamente extendida. Estos caballeros acudían a la batalla acompañados de varios servidores, como escudero, mozos de espuela, arqueros etcétera, ya que sin su ayuda resultaban poco eficaces. Sin embargo, la caballería castellana estaba compuesta, en su gran mayoría, por la caballería villana, y estos soldados no podían permitirse el lujo de adquirir una costosa armadura y mucho menos de contar con sirvientes, por lo que montaban a la jineta. La jineta consistía en una técnica basada en la velocidad y la agilidad. Los caballos tenían que ser ligeros, briosos y revueltos. Se presentaban al combate sin armaduras, y sus jinetes con una simple coraza y un capacete. Las armas eran la adarga y la lanza ("lanza castellana"). Los jinetes atacaban a galope tendido, en pequeños grupos o en solitario, hacían todo el daño posible y repentinamente volvían grupas y huían para volver a atacar en el momento más imprevisto. Cuando el duelo era entre dos caballeros, la ventaja la tenía el más ágil, capaz de esquivar los golpes del contrario, llegando a colgarse del costado del caballo para incorporarse repentinamente y asestarle una lanzada, aprovechando un descuido. La velocidad y agilidad del caballo eran primordiales y el caballero llevaba las aciones de los estribos acortadas, para permitirle un mayor impulso con las piernas y lograr más movilidad sobre su caballo. Este es el estilo tradicional de equitación en la Península, es autóctono, se deriva de las características psicomotrices de nuestro caballo y, posiblemente es la forma más antigua de equitación. Esta manera de montar no solamente se usó en las batallas, hoy pervive en el rejoneo y en la doma vaquera. Movimientos como piruetas, cambios de pie, arrear y parar o pasos atrás y de costado, proceden de la jineta. Los caballeros cristianos usaban esta técnica de combate en la guerra contra el moro, pero también fueron muy diestros en la guisa, brida o estradiota, ya que, como hemos dicho anteriormente, eran muy comunes los torneos y justas. Don Suero de Quiñónes retó y venció a todos los caballeros, venidos de los más diversos rincones de Europa, que se atrevieron a aceptar su reto para pasar el puente de Órbigo: "Notorio es asimismo en toda la cristiandad el paso que Suero de Quiñónes, cauallero fijodalgo, sostouo un año en la puente de Oruigo, que es camino de Santiago, e cómo este cauallero enbió publicar con sus harautes por las cortes  de los reyes y señores de la cristiandad, que cualquier gentilomre que por aquella puente pasase auía de fazer armas con él. Concurrieron a esta recuesta muchos caualleros e gentilesommes de diuersas tierras, que en el paso de aquella puente de Ourigo fizieron armas con este cauallero: en las cuales, e en todo otro ato de cauallería que allí intervino, ningún estrangero se esmeró ni ouo igual vitoria de la que por las armas este fijodalgo castellano ouo" (Fernando Del Pulgar). Y muchos caballeros marcharon por Europa a hacer caballería andante: "Yo por cierto no ví en mis tiempos, ni leí que en los pasados viniesen tantos caualleros de otos reinos e tierras estrañas a estos vuestros reinos de Castilla e de León por facer en armas a todo trance, como ví que fueron caualleros de Castilla a la buscar por otras partes de la cristiandad. Conocí al conde don Gonçalo de Guzmán, e a Juan de Merlo; conocí a Juan de Torres, e a Juan de Polanco, Alfarán de Biuero, e a mosén Pero Vázquez de Sayauedra, e a Gutierre de Quixada, e a mosén Diego de Valera; e oí decir de otros castellanos que con ánimo de caualleros fueron por los reinos estraños a fazer armas con cualquier cauallero que quisiese fazerlas con ellos, e por ellas ganaron honrra para sí, e fama de valientes y esforçados caualleros para los fijosdalgo de Castilla" (Fernando Del Pulgar). O a guerrear: "Asimismo supe que ouo guerra en Francia, e en Nápoles, e en otras partes, donde concurrieron gentes de muchas naciones, e fui informado que el capitán francés o el italiano tenía entonces por muy bien fornecida la escuadra de su gente, cuando podía auer en ella algunos caualleros castellanos, poque conoscía dellos tener esfuerço e constancia en los peligros más que los de otras naciones" (Fernando Del Pulgar). A partir del siglo XVI, en España se empezó a denominar a la brida como estradiota. Según el Diccionario Enciclopédico Espasa, con este nombre se designa al soldado mercenario de caballería; su origen se remonta a los combatientes griegos que, a la caída de Constantinopla pasaron a la república de Venecia. En la milicia española fueron introducidos en 1507. La primera cruzada se realizó entre los años 1096 a 1099. Estos caballeros cruzados llevaron su estilo de equitación y los jinetes de Bizancio lo adoptarían. Constantinopla fue tomada por los otomanos en el año 1453. Cuando sus soldados de caballería llegaron a la república de Venecia, como soldados mercenarios, traen ese estilo. Probablemente, cuando Don Gonzalo Fernández de Córdoba tomó el reino de Nápoles (1504), los españoles conocieron a los caballeros mercenarios italianos y asimilaron su denominación con su forma de montar, llamando estradiota al estilo de cabalgar de los estradiotes. Pero, en España, siempre se tuvo por más adecuada la jineta, e incluso se llegó a despreciar al que montaba a la brida. Don Quijote se lo explicaba así a Sancho: "Cuando subieres a caballo no vayas echando el cuerpo sobre el arzón postrero, ni lleves las piernas tiesas y tiradas y desviadas de la barriga del caballo, ni tampoco vayas tan flojo, que parezca que vas sobre el rucio; que el andar a caballo a unos hace caballeros, a otros caballerizos". Muy significativo es que en la lengua española para designar a la persona que monta a caballo o es diestro en la equitación, así como al soldado de caballería, se utilice la palabra jinete.
 
En Italia, Antonio Scanio escribió un "Tratatto del giuoco della palla" (Venecia, 1555). Según escribe Javier Mollano Higuero, la práctica de los juegos colectivos de pelota encontró otra variante hacia final de la Edad Media en el norte de Italia y adquiriño gran popularidad en el período cultural del Renacimiento. El "calcio" enfrentaba a dos equipos bastante numerosos, cada uno formado por entre veinte y cincuenta jugadores que se disputaban la pelota. El objetivo del juego era conseguir marcar puntos en el campo del adversario. En el juego se permitía golpear la peltoa con las manos y pies, y también el contacto físico, por lo que el "calcio" resulta más parecido al rugby que al fútbol. El "calcio" se identifica con los valores de la cultura clásica puesta de moda en la Florencia del Renacimiento, como el culto a la belleza y a la fuerza física. El primer escrito sobre las reglas del "calcio" fue publicado por Giovanni Bardi en 1555, siendo su autor Antonio Scanio de Saló, que muestra la definitiva variante de este juego.
 
Gionvanni di Bardi publica, en Florencia, durante el año 1580, "Discorso sopra el giuoco del calcio"; Fabritio Caroso, en 1581, publicó "Il Ballarino"; Jerónimo Sánchez de Carranza, en Sanlúcar de Barrameda (1582), la "Agresión y Defensa Cristiana"; Petrus Faber en Lyon (1592), "Agonisticon. Sive, De Re Athletica ludisque Veterum Gymnicis" y Arcangelo Tuccaro, publica "Trois dialogues de l'exercice de sauter et voltiger en l'air" en París (1599). 
 
En el Renacimiento se inició una nueva etapa en la historia del deporte, protagonizada por una emergente presencia de escritores que llevaron los juegos corporales y el ejercicio físico a una “materia de meditación, análisis y debate, y se sentaron los criterios de selección de determinados deportes en detrimento de otros en base a su utilidad ideológica”. En este nuevo orden epistemológico, las obras clásicas sirvieron para restituir la centralidad del hombre y cuestionar las doctrinas escolásticas. Así, por ejemplo, el humanismo de François Rabelais (1490-1553) se expresó en la obra de Gargantúa (1534), que criticó la sociedad puritana y elevó la visión lúdica e higiénica del ejercicio corporal. Es destacable también la aportación de Laurent Joubert (1529-1583), profesor de medicina de Montpellier, célebre por su Tratado de la risa (1579), en el que presentó un estudio social alejado de todo prejuicio moralizante, y de igual modo hizo en Erreus populaires au fait de la medicine et régime de santé (1578), un tratado que se reveló contra la tradición de la supersticiones médicas dominantes. Guillermo de Choul (hacia 1496-1560) publicó en 1555, en Lion, Discorso sopra la castrametatione et disciplina militare de Romani, con i Bagni et essercitii antichi de Greci et Romani (Discurso sobre la castrametación y disciplina de militar de los Romanos con los Baños y ejercicios de los antiguos Romanos y Griegos), en donde exaltaba la disciplina militar de los antiguos y ponía de relieve las ejercitaciones gimnásticas. Esta primera edición fue publicada en latín, italiano y en francés, y fue muy conocida en el Renacimiento, reeditándose en varias ocasiones. En España se publicó por primera vez en 1579 –una traducción de Baltasar Pérez del Castillo– con nombre de Los Discursos de la religión, castrametación, assiento del campo. Baños y exercicios de los antiguos Romanos y Griegos. No obstante, como se conoce, en España durante todo el siglo XVI el concepto del baño fue reprobado por la nobleza y por las doctrinas de la Contrarreforma, por sostener la creencia que el contacto del agua con el cuerpo arrebataba la virilidad y las fuerzas al hombre.
 
Laurent Joubert  (Dauphiné, Francia, 1529 - Montpellier, Francia, 1582) fue un médico francés destacado por su lucha contra las supersticiones y por ciertos ensayos de temas medicinales. Estudió medicina en Montpellier, y fue discípulo del naturalista Guillaume Rondelet. Dirigió la Facultad de Medicina de la Universidad de Montpellier, tras la muerte de Rondelet, en 1556. Joubert fue, además, médico personal de Catalina de Médici, la reina consorte de Francia, y luego uno de los médicos de Enrique III de Francia. Joubert se casó con Louise Guichard, hermana del doctor del rey de Navarra. Murió en las cercanías de Montpellier en unas circunstancias coscuras. Este afamado médico tuvo peso en la lucha, avanzado el siglo XVI, contra la ignorancia y las supersticiones en Francia; así sucede con su obra en dos volúmenes "Errores Populares", preludio de obras similares a lo largo de la centuria siguiente. En lo que respecta al empleo de lenguas clásicas, Joubert pidió el uso general del francés para que los pacientes entendiesen bien las recomendaciones dadas y no se alejaran del facultativo por su abuso habitual de jergas médicas. Como era común, él escribió tanto en latín como en su lengua, pero eligió ésta más que sus coetáneos. Su original y difundido "Tratado de la risa" de 1579, en francés, es una especie de contrapunto de los tratados de melancolía de su tiempo; de hecho, la risa se convertirá en una de las ideas terapéuticas mentales de entonces. Para Joubert la risa y el deporte son las dos acrtividades humanas que más felciidad nos producen y por eso son las dos actividades que más salud nos proporcionan (algo con lo que están de acuerdo, hoy en día, todos los médicos, sociólogos, psicólogos y psiquiatras de la actualidad).
 
Guillaume du Choul cuyo nombre latinizó a Gulielmus Caulius (Lyon, hacia 1496 - 4 de noviembre de 1560) fue un anticuario, numismático, humanista y coleccionista francés. Como era tradición familiar la abogacía, estudió Derecho en la Universidad de Valence o Valence-sur-Rhône (Valencia de Francia), que debía su fama al rector Philippe Décius. Se doctoró en ambos derechos, civil y eclesiástico, y sirvió en la oficina del Bailío de las montañas del Dauphiné o Delfinado (1522) cuando la Corte estaba en Lyon. En 1523 fue nombrado maestro del Delfín, pero parece que no llegó a ejercer este cargo; ya se hallaba casado con Clare Faure, de Valence, quien le dio un hijo, y debió enviudar, porque se volvió a casar en 1532 en París con Allegrin Madeleine, de la que tuvo un segundo hijo, Claude, y una hija, Madeleine. Guillaume Ghoul era el primo hermano del poeta Maurice Scève, que fue testigo de la boda de su hija 22 de abril de 1563. También se relaciona con el humanista sienés Claudio Tolomei por el matrimonio de su primo Sybille Sève. La actividad de Du Choul como alguacil de las montañas es poco conocida, pero lo cierto es que él pasaba en Gap la mayor parte del año. Sin embargo, se documenta su actividad como anticuario desde 1536 hasta 1538 gracias a los testimonios de los estudiosos que siguieron a la corte en Lyon, y luego desde 1546 hasta 1556, un período del que nos informamos por sus obras. Su curiosidad por las antigüedades debía venir del hecho de que residía en Gourguillon, un barrio lionés rico en vestigios arqueológicos. Nada permite verificar esta intuición de los biógrafos lioneses, pero el primer testimonio de esta curiosidad apareció en Valence en 1516, y puede pensarse que el medio universitario no era ajeno a este interés. Además, la amplitud de sus corresponsales en Francia e Italia le hacía recibir piezas que él mismo, por su situación, no era capaz de conseguir. Sin duda carecía de estatuas o inscripciones antiguas, pero sus colecciones eran célebres desde 1537 no solo por su medallero y monetario grecorromano, uno de los primeros documentados en Francia, sino por las imágenes (estampas, cuadros, dibujos, grabados) por las cuales, según sus contemporáneos, devolvía la vida a la antigua Roma. Se entiende, pues, el interés documental de este conjunto, que venía a completar una biblioteca donde las publicaciones recientes de los anticuarios italianos tenían un lugar. Es más, según un testimonio más tardío (1555), Du Choul poseía una colección malacológica o de conchas raras y otros artículos comprados a alto precio, lo que muestra que sus colecciones tomaban la apariencia de un gabinete de curiosidades tal como se los representa habitualmente en el siglo XVII y en España, por ejemplo, reunía el aragonés Vincencio Juan de Lastanosa. Todas estas maravillas impresionaron al rey Francisco I, quien le encargó dejar constancia escrita de ellas. Pero solo se ha conservado parte de estos trabajos.
El conjunto consistía en efecto en libros impresos, manuscritos literarios (incluso un Boccaccio florentino del siglo XV), estampas, dibujos, monedas, medallas, medallones, gemas, conchas y plaquetas. Algunos libros provenían de su biblioteca personal y llevaban su ex-libris o su blasón pintado.

 
En el Renacimiento el avance científico en el campo de la medicina tuvo como protagonismo los nombres de Hierome de Monteux (hacia 1495-1560), Robert Estienne (1503- 1559), Miguel Servet (1511-1553), Ambrosio Paré (1510-1590), Andres Vesalio (1514-1564) o, el ya citado, Laurent Joubert. Principalmente las aportaciones de estos médicos otorgaron las bases para iniciar una renovación científica y crítica de entender la medicina y el regreso a las fuentes clásicas conllevó un (re)encuentro con la gimnástica médica inspirada por Hipócrates, Platón, Aristóteles y, en especial, por Galeno, que fue el principal referente para argumentar las ideas higiénicas sobre el ejercicio físico. El ejercicio físico, los juegos corporales y el deporte se configuraron en estos siglos como dispositivos de distinción social. Nació así una construcción social del cuerpo sano. El cuerpo fue objeto de atención científica y artística, y alcanzó una supremacía para desvelarse como portador de una nueva simbología en la sociogénesis de la sociedad burguesa. A todo ello contribuyó especialmente una obra de reconocido renombre, De arte gymnastica (1569) y Arte jimnástico-médico (1845), un raro tratado que se tiene como la primera edición y traducción en lengua vulgar de la antigua obra De arte gymnastica. La metodología parte de una revisión documental de los estudios precedentes que facilitan una interpretación descriptiva y analítica, que se fundamenta a partir de los últimos estudios históricos y bibliográficos en torno a la literatura gimnástico-deportiva y de la educación física del siglo XIX. 
 

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