Seguí tú sombra en las penumbras,
calles vacías,los grillos apagados
en sus ruidillos tan peculiares.
   Es tan extraño sentir la noche sola,
 qué el bullicio de la ciudad
se extraña tanto.
   Seguí tú sombra en las penumbras,
que la luna no dudó en mofarse de mí suerte,
clarificando solamente tú camino.
   Es tan grande tú misterio
y rebosante tú belleza;
qué del mismo cielo parecés esculpida.
   Seguí tú sombra en las penumbras 
y admire tú cuerpo tan airoso,
vislumbré por ves primera
la belleza de tú alma.
   El cielo es agraciado al servir de escaparate,
cubrir con su manto al amor y la belleza 
sirviendo de testigo al amante cauteloso;
qué en las noches de penumbras,
sólo es resignado a amarte entre las sombras...