Para cerrar definitivamente las bocas de tantos ignorantes que pululan por el mundo pregonando a voz en grito los derechos de los animales pero callando, impunemente, los crímenes que todos los días se hacen contra los derechos de los seres humanos, he de decir que no me duelen prendas afirmar, con total rotundidad, que siendo yo niño (antes de desear ser un buen periodista como después lo he sido) lo que me entusiasmaba de verdad era ser matador de toros que, en palabras populares, se dice toreros. Pues sí. Afirmo rotundamente que quise ser torero antes de querer ser periodista (lo de escritor lo llevo dentro de mi sangre desde el mismo momento en que nací) y en alguna que otra fiesta casera di muestras de ello. Sólo Dios no quiso que yo fuese torero. Pero para callar la boca a tantos ignorantes que se echan las manos a la cabeza cuando hay que matar a un toro de lidia en la plaza taurina y se callan sin vergüenza alguna cuando se matan a tantos bebés (niños y niñas) abortándoles las vidas a través de un crimen tras otro, traigo a mi reflexiones lo que escribió Don Ventura Bagüés Nasarre de Latosa y con lo cual yo estoy completamente de acuerdo.
 
"La llamada Fiesta Nacional tiene una proyección amplia y profunda sobre el mundo de habla española, es decir, España e Hispanoamérica. La tauromaquia refleja en su trasfondo psíquico y espiritual y en el espectacular pintoresquismo de su escenografía algo del hondo misterio del alma hispana. No se trata tan sólo, ni mucho menos, de un costumbrismo ribeteado por el tópico, sino de una concepción de la vida en la que se aúnan entrañablemente estética y peligro, virilidad y alegría colorista". Y yo añado: de aquí la enorme importancia que tienen en la bibliografía hispana e hispanoamericana todos los libros que se escriben sobre temas taurinos y vidas y obras de matadores de toros, entiéndase toreros.
 
Yo quise ser torero y sólo Dios lo impidió porque me tenía reservado un lugar dentro del Periodismo Mundial y de la Literatura Universal. Si a los objetores de conciencia (que se desmayan como "margaritos" cuando se les habla de llevar un fusil al hombro pero se les llenan las bocas de "merdé" al callar el derecho a matar niños y niñas inocentes y que prefieren hacer de "cocinillas madilones" en lugar de aprender a ser viriles soldados del ejército español) les molesta que yo soñaba, antes de que Dios me reservara otro destino, con eso de ser torero, he aquí mi respuesta para que aprendan a callar la boca antes de hablar de lo que les da verdadero pánico. Y no me arrepiento de haberlo hecho. Lean. Lean por favor.
 
José Orero (Pasodoble español)
 
José Orero
el mejor de los toreros.
José Orero
el mejor de los toreros.
No hay en el mundo
un torero como él.
José Orero
el mejor del redondel.

José Orero
el mejor de los toreros.
José Orero
el mejor de los toreros.
No ha habido nunca
y no lo podrá nunca haber
mejor torero
mejor torero
mejor torero que este José.
 
Cuando salta a la arena
y torea con placer
las muchachas madrileñas
las muchachas madrileñas
siempre se ponen siempre de pie.
 
José Orero
el mejor de los toreros.
José Orero
el mejor de los toreros.
No hay en el mundo
ni nunca lo puede haber
un torero de más clase
un torero de más clase
en ningún otro cartel.
 
(Se repite todo 2 veces más todo el pasodoble entero).
 
Que me insulten todo lo que quieran los "cocinillas mandilones" que tanto se quejan por el mundo entero de la muerte de los toros de lidia en las plazas taurinas mientras callan como "viejas comadrejas" el crimen diario que se comete contra tantos niños y niñas indefensos e indefensas dentro del vientre de sus madres haciéndose, con su silencio, cómplices de tales asesinatos y tan culpables como quienes los cometen. Yo, al menos, sí soy un hombre. Y doy Gracias a Dios por ser un hombre al que le encanta el mundo de los toros y los toreros. ¡Va por ustedes, sepulcros blanqueados!