Nunca podremos ser amigos, porque me temo quizá, podría enamorarme de ti, no de pende de ti, no depende de mí, solo pasa y pasará.
Así es como está bien, sin que tengamos tropiezos el uno con el otro, sin yo ver aquel sujeto que desde lo más alto a lo más bajo logra ensordecer. Eres un ingenio creativo único como nadie. Bajo ninguna circunstancia deberíamos caminar juntos pues sería una pena de tan increíble sustancia solo te serviría como sombra pretenciosa.
(Me rio ahora porque es deprimente y torpe, pero cuando se trata de ti puedo escribir semanas, noches, días sin dormir, sin comer, sin bañarme o salir y después de todo ¿no ha sido siempre así?).
En un perdido momento sentí que no podría sino seguir enamorada de esa figura tuya perdida en el tiempo, la que no tuve ni nunca tendré, que era solo eso y no la nueva versión de ti, pero tan equivocada que estoy como en todo lo que hago, no percibí que todas tus versiones serán siempre mis preferidas, serás siempre la musa plasmada, la inalcanzable, la intocable idealizada.
Un poco en esta parte es necesario encender un cigarro inhalar tanto como para toser, porque incluso para eso soy increíblemente estúpido, decir entonces, no me olvido, no te escribo, no te quiero, no te temo, no te miento y volver después de toser tan mal a ridiculizarme diciendo que, si no lo entiendes es porque no me doy a entender, porque el miedo consume mis entrañas en esta parte.
Y es de ti todo como nada de todo.
Y es de ti una y otra vez nada como todo de nada
¿No ******? ¿No siempre?
A veces me gustaría tener la posibilidad de drogarme, de beber el color de tus ojos e imaginar que estas junto a mi sentado así, sin más, riendo como eres tú, burlándote del mundo, cruzando miradas con todo aquel que lo evite, porque tu ingenio mayor que el de *********, me atrevo, hipnotiza a todos. No terminaras en la cárcel por pronto que permanezcas en mi imaginación, de vez en cuando golpeando mi hombro para hablar de algo aún más mundano.
Pobre de mis ojos perdidos, de mis labios teñidos, de mis manos ceñidas en tu prenda ilusionada.
¡Ay! pobre de mí tan clandestino en la distancia, incapaz de correr el maquillaje que se aferra a tu piel y cual cordero sin vocación seguir alabanzas de otros, más sin embargo a escondidas en sueños, en pesadillas, solo así, pensando en ti justo como eres tú, como nadie en el mundo.
Por puro capricho quiero ser pintor, artista de vocación para plasmar tus gestos naturales, perfectos y vitrales, para decir sin decir que eres más por encima de nadie, por encima de mis manos verdeazuladas que pintarían si es que así pudieran, la silueta fluorescente que emana del humo de tus exhalaciones latentes.
Como tú.
Como tú.
Como tú.
¡Mierda!
¡Como tú nunca nadie podría existir!