Una palabra tuya
Publicado en Apr 10, 2016
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Recuerdo cuando, entre sollozos, una noche te llamé. Había despertado de una pesadilla terrible. Soñé que morías, pero ya desearía que ahí hubiese terminado. No, verás… Lo terrible de aquella pesadilla no era tu muerte, sino mi vida. Mi vida, que continuaba.
 
En esos momentos, mientras te llamaba, me era imposible concebir mi existir sin ti. No recuerdo haber sufrido de esa forma antes, en sueños o no. Dios sabe cuánto sufrí después, pero antes jamás. Te llamaba y, entre lágrimas y palabrerío ebrio de dolor, sólo deseaba escuchar tu voz. Tu dulce, suave, tranquila, sanadora voz. Porque en ese atroz sueño, tu voz había desaparecido de mi vida. Pero mi vida continuaba…
 
Fui consciente de tu ausencia, viví el vacío más asombroso que jamás conocí. La mirada era vacía, las palabras, el tacto, el pensar era vacío, y por mi corazón ya no corría sangre, sólo el vacío lo llenaba. Mientras te llamaba, rogaba a todo lo existente y lo vivido, que sólo haya sido un sueño. Porque verás, querida, que la vida entera pasa frente a los ojos no sólo cuando se enfrenta a la propia muerte.
 
Cuando contestaste, volvió el alma a mi cuerpo, mi corazón, que se congeló por unos minutos, que se paralizó de dolor y, vaciado, se rindió, volvió a acompañarme. Mi voz quebrada, te buscaba, te deseaba de una forma que jamás podré explicar. Te rogaba la vida y te agradecía el suspiro. Las lágrimas no se detenían, mezcla de dolor y vacío, amor y plenitud. Gratitud ante todo. Nunca había sido capaz de agradecer te. Esa vez lo hice de una forma que me desgarró el alma y me cortó por dentro los huesos. Y tu voz… La paz de tu voz, el amor, la tranquilidad, la dulzura de tu voz. La pasión y el consuelo de esa voz. Dios mío, tu sabes que eso es arte.
 
“Una palabra tuya bastará para sanarle”.
 
Años más tarde, me encuentro nuevamente sin ti. Sólo que esta vez no son los sueños el contexto, o eso creo... Años más tarde ya no es tu voz la que me sana. Años más tarde, mi corazón ya me ha abandonado, aburrido y cansado de mi, de tu ausencia, de la vida que le hice sentir. Años más tarde, al igual que en ese sueño, la vida continuó sin ti.
Cada cierto tiempo te recuerdo. Con una copa de vino entre mis dedos, la vista se nubla y las memorias se aclaran. A veces hasta puedo escucharte… A veces he creído verte. He soñado besarte y he alcanzado a tocarte. Mas siempre te desvaneces. Siempre te esfumas y, por más que te persigo, no soy capaz de alcanzarte. Perdí la voz tras buscarte y desearte de formas inexplicables. Perdí mi corazón y hasta mis ojos me traicionan, de vez en cuando. Te perdí. Perdí.
 
Intento recordar tu rostro, mas el tiempo es el enemigo, y me arrebata tu figura de forma desalmada, cruel e indiferente. Tu voz quizá ya no es la tuya. Tus manos, que fueron reemplazadas tantas veces, ya no tienen aquella forma. El tiempo cambia el color de tu cabello, de tus ojos, la forma de tus labios, de tus pechos, tu forma de hacer el amor. Lo único que el tiempo jamás cambiará, será mi sentir. Porque haz de comprender algo; quien murió no fuiste tu, fui yo. Y con mi muerte mi amor se hizo eterno.
 
Sí, porque tu escogiste la vida y yo, que no sé qué hacer con ella, sólo supe morir.
 
Años más tarde aún te busco en cada esquina, en cada rincón, en cada centímetro de los cuerpos, en cada segundo de la existencia. Y sé muy bien que volveré a perder. Sin corazón y sin voz, el amor es mi única compañía. Créeme que intenté alejarlo, pero no fue posible ni lo será jamás. Cuando elegí morir ésta fue mi condena.
 
Herido y desgastado, camino por las orillas del mundo buscando tierra, luz, cielo, algo a lo que aferrarme. Pues tu voz ya no es la de ese día, ya no calma mi dolor y mi vacío, ya no entrega sus brazos a mi corazón, no descansa en mi su pronunciación. Y pensar que en algún momento aquella voz fue suficiente para dar vida. Y pensar que en un momento fue la misma quien me la quitó…
 
“Una palabra tuya bastará para sanarle”.
 
Recuerdo cuando, entre sollozos, una noche te llamé. Buscaba tu dulce, suave, sanadora voz. Consciente de tu ausencia, rogaba que sólo haya sido un sueño. Cuando contestaste, te rogué la vida y agradecí el suspiro. Una palabra tuya bastó para sanarme.
 
Años más tarde heme aquí, sin ti. Mi corazón, aburrido de tu ausencia, me ha abandonado. De vez en cuando te recuerdo entre vinos y memorias.  Perdí mi voz, y los ojos me traicionan. El tiempo, enemigo, te arrebata sin clemencia. Y contigo se va mi vida, más no mi amor. El amor es eterno, para quien muere por él. Y yo no sé más que morir… Años más tarde, consciente de la derrota, me aferro a la condena, mi única compañía. Cansado, deambulo. Tu voz no me toca. ‘Y tú, que fuiste vida, eres ahora también la muerte.’
 
Por siempre vagaré, llamándote. Porque tanto aquel, como todos mis días, una palabra tuya bastará para sanarme.

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Foto del autor Carlo Biondi
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Descripción

Bastará.

Palabras Clave: una palabra tuya bastará sanación dolor angustia muerte vida vagar amor desamor tristeza pena llamar voz sanar melancolía recuerdo memoria nostalgia corazón vacío búsqueda ausencia pesadilla sueño

Categoría: Poesía

Subcategoría: Romántica


Creditos: Carlo Biondi

Derechos de Autor: Carlo Biondi


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