LOS POETAS OSCUROS.
Publicado en Dec 29, 2015
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                                               LOS POETAS OSCUROS.
Mírenlos caminando despreocupados, van de la mano, y el gentío le hunde la mirada de cuchillas, van diciéndose cosas al oído y riendo, mientras el sol les dibuja sombras sobre el rostro, se besan en la calle del hambre y del frio, mírenlos encendiendo la madrugada con aplausos y carcajadas, caminando tan puros en estos jardines marchitos y viciados, no tardaran en seguirlos y robarles todas sus mañanas, vaciarle todas sus lágrimas, prohibirles cada una de sus muertes, no tardaran en llenarles el oído de pudrición, de dudas, de imposibles. Pero ellos siguen buscando el sol, en todos los patios, en todas las camas, en todos los cuerpos, en todos los laberintos del corazón. Mírenlos ahí van mirándose, reconociéndose, chupándose, ahogándose, mordiéndose cada parte, cada hueco de sus cuerpos, van en silencio, van oliéndose, tocándose, uniéndose, son uno, son muchos, son todos. Van brillando en esta fría y eterna madrugada del hambre, van felices y descalzos,  sin marcas, sin auspiciantes, por eso el mundo les odia y les clava sus miradas de cuchillas, por eso el mundo les odia y les van enterrando cada atardecer, por eso éste vecindario va cargando sus frustraciones sobre sus espaldas, pero ellos, aaah mírenlos!!! como brillan, van de la mano con ese amor que no necesita flores ni secretos, mientras todos gritan, y acechan, ellos van de la mano y nadie los puede matar,  nada puede destruir un amor construido a base de bencedrina y rohypnol.
Se dicen al oído, “aún nos quedan tantas noches y tantos libros y tantas luces”. Y caminan dejando atrás todos los jardines marchitos de su juventud  y doblan la esquina de los fumadores de crack, y hay algo en esta pareja que los diferencia del resto del mundo, saben cómo ser felices, y saben hacer cosas inmateriales que es lo que los diferencia en este  basurero.
 
Van sangrando todas sus lunas, enterrados para siempre en estos callejones, entre las moscas y el barro, y la gente no entiende porque sonríen entre tanta miseria, entre tanta mierda y cicatrices, pareciera que saben alimentarse del dolor y el sufrimiento, y eso es tierra fértil para los envidiosos.
 Aprender a brindar por los otros,ahí está el secreto. lo demás es la misma rutina de siempre, los buitres tratando de desgarrarles  la espalda, siempre acechando el momento perfecto para que la muerte, como dice Federico, ponga huevos en la herida. Pero  mírenlos, nada los daña, van caminando entre la gris multitud con una leve sonrisa y algo brilla sobre ellos mientras se pierden en la noche de los callejones, y el moho de la envidia no se les adhiere. Sin embargo no tardaran en intentar cambiarles con mentiras y engaños  en acompañarlos día y noche hasta que alguna vez  puedan hundirles el chuchillo por la espalda.
No seré yo quien lo niegue, todos los días maquinamos sus muertes, todos los días queremos apagar esa maldita luz que brilla sobre ellos, cuando pasan por los callejones, esas risas que nada tiene que ver con estos lugares, y tampoco voy a negar que los queremos matar, porque queremos ser como ellos  y no tenemos el valor. 
Pero algún día esa vida cambiara, sus vidas de escritores malditos, sus vidas de poetas oscuros cambiara, habrán callejones y jeringas, bencedrina y rohypnol,  pero también habrán otros soles y otros cuerpos y nuestra manera de morir y de amar, será nuestra, no de ellos…   
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