ARTE...palabra tan mística y misteriosa; sencilla, ostentosa; simple, complicada; ambigua, lineal; humilde, poderosa; variable, constante; bendecida, condenada... con incontables máscaras tras sus espaldas.
Llena de matices, inundada de luz o socavada en sombras.
Cura anhelada para liberar exorbitantes emociones; tumba perfecta para maquillar pasiones. Enfermedad mortal que enloquece razones; droga legal de inocentes alucinaciones.
En ocasiones fiel a su creador...y siempre engañosa a observadores.

ARTE... palabra tan fácil de pronunciar, y tan difícil de conseguir. No a consecuencia del raquítico juicio de presuntuosos eruditos, sino por la constante contradicción y desencanto de crudas e idílicas perturbaciones de la mente insatisfecha, que no logra ser escuchada, que jamás será entendida.

Entonces me cuestiono e indago en mi interior, me enajeno del bullicio de ladridos insanos que han perdido su magia. Y las dudas se plasman en esa parte del cerebro que efervesce la ansiedad, que ahoga el sentimiento en raciocinio.

ARTE... ¿será a caso la existencia inexorable de nuestras almas o una mezquina utopía materializada?

Quien me responda... seguramente aún no ha sido alcanzado por aquella palabra.