Para mi vergûenza, pintaré las nubes de morado
para mi tristeza, cubriré el suelo de papeles.
Cuando se torne mi alma un gran tornado
cubriré mi cuerpo completo de suaves pieles.
 
En la cumbre de la entera gracia
subire en escalones de alcallota madura.
Y me disfrazaré lejos en la distancia
cuando las miradas no penetren mi armadura.
 
Para mi rabia, construiré un palacio dorado
para mi entereza, pintaré el cielo en tonos pasteles.
Cuando quede mi orgullo entero embadurnado
esconderé mi esencia entre verdes vergeles.
 
En la penumbra de la efìmera sustancia
bajaré por peldaños de melocotón maduro.
Y me bañaré de dulces fragancias
cuando las palabras intenten destruir mi muro.
 
Para mi alegría, caminaré por senderos azulados
para mi sonrisa, taparé el sol con muchos manteles.
Cuando quede mi esencia como papeles arrugados
mi voz se traducirá en potentes decibeles.
 
En la lejanía de las precarias estancias
me quedaré en espacios suspendidos.
Y me quebraré en reflejos de ignorancia
cuando descubran donde me he escondido.