Y qué le voy a hacer si yo nací en la frontera... (Diario)
Publicado en Aug 28, 2015
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A mis 21 años de edad me encuentro envuelto en las manecillas del reloj de los zapadores. Son las 12 de la mañana. Fresco de primavera. Los cuatro vientos de la vida se unen en una sola imagen: el tren. Polvo, sudor y risas en los macutos de los viajeros. ¿Somos viajeros por que queremos serlo o queremos ser viajeros porque soñamos? No es un sueño. Es una realidad que me despeja los rescoldos de la noche anterior. Instrucción. Hay que abrir el apetito que para eso nos pagan la comida los de las camisas azules. También sus pantalones son de color azul. Y la comida, por supuesto, es mucho más sabrosa de lo que, los del caqui, podríamos imaginar. Hasta la ensalada sabe a gloria. Y llega el plomo de la tarde. Silencio en el lugar donde algunos comienzan a pensar qué pecados han cometido para estar allí, en la barraca de los olvidados. Pero lo más importante es silenciar que todos tenemos un destino. Así que aprovecho para tumbarme en la litera y recordar... 
 
Excursión a algún lugar de alguna parte de la patria. Dejando a la envidia que se pudra sólo soy un recuerdo nada más. Qué importa saber quién soy ni de dónde vengo ni por dónde voy, lo que yo quiero son tus lindos ojos, morena tan llenos de amor. El sol brilla en lo infinito y el mundo tan pequeñito. Qué importa saber quién soy ni de dónde vengo ni por dónde voy. Solo quiero que me des tu amor que me da la vida, que me da calor. Tú me desprecias por ser vagabundo y mi destino es vivir así si vagabundo es el propio mundo que va girando en un cielo azul. Qué importa saber quién soy ni de dónde vengo ni por dónde voy. Solo quiero que me des tu amor que me da la vida, que me da calor. Tú me desprecias por ser vagabundo y mi destino es vivir así si vagabundo es el propio mundo que va girando en un cielo azul. Qué importa saber quién soy ni de dónde vengo ni por dónde voy. Solo quiero que me des tu amor que me da la vida, que me da calor. Qué importa saber quién soy ni de dónde vengo ni por dónde voy. Va cayendo la noche lentamente, minuto tras minuto, quizás momento tras momento. Después de cenar me quedó en el interior de mis pensamientos buscando el amparo de la oscuridad. Un bombardeo de estrellas me disparan desde el sueño. No. No hay por qué preocuparse.
 
Y se levanta el sol. Estiramos las extremidades de nuestros cuerpos con el afán de huír de aquella pesadilla. Sólo un puñado de elegidos van a poder escapar. Suena el nombre y el primer apellido. El gallego ríe y se alborota. Pero resulta que yo también me llamo así. Cuando el segundo apellido soluciona el jeroglífico y el gallego me mira de abajo hacia arriba porque no puede mirarme de arriba hacia abajo, y como a mí no me importa saber si Franco es gallego o Franco no es gallego, sólo le disparo una sonrisa con un "¿tienes algo que reclamarme?" El gallego se esconde. Finalizo mi secuencia con un "y que le voy a hacer si yo nací en la frontera". Recojo de nuevo el equipaje y al salir miro de nuevo al tren. "Algún día te escribiré un bello relato" le digo a la locomotora. Y salgo de aquel laberinto de los cuatro vientos para introducirme en el centro del corazón de la ciudad de Madrid pensando en el amparo de tantas noches con mercedes de las buenas estrellas. En el ecuador de todos nosotros está la última frontera. No sé si el gallego me entendió o no me entendió. Lo que pasaba es que yo era un conquistador de los de las tierras humildes pero de los de las bellas palabras. ¿Lo habrá entendido ya el cotilla de Caja del Banco Hispano Americano de Madrid? Quizás el cotilla de Caja del Banco Hispano de Madrid todavía sigue buscando la respuesta cuando la respuesta estaba tan cerca que ni tan siquiera se lo podía imaginar. Y es que el de Caja del Banco Hispano Americano de Madrid tenía tan poca imaginación que compensaba muy mal las distancias. Por eso se equivocaba siempre a la hora de hacer el arqueo. De Caja a Efectos a Pagar. Por ejemplo. O tal vez de Caja a Pérdidas y Ganancias que es mucho mejor si todo es para el beneficio de un futuro mejor.
 
El general me estrecha la mano y me mira con cariño. Es el soldado que estaba esperando con tanta inquietud. Me dirijo al general. Mi general "y qué le voy a hacer si yo nací en la frontera". Gordejuela sonríe y me vuelve a dar la mano. Soy el soldado que yo mismo también esperaba ser.  
 
 

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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Páginas de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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