Llamada de madrugada
Publicado en Aug 24, 2015
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-¿Aló?
-Soy yo
-¿Qué pasa?
-Pues nada…
-Y entonces ¿Por qué has llamado?-preguntó intranquilo.
-Pues que se yo, ya me conoces, a veces me desvelo con mis cosas, y …
-¿Y qué?
-Y nada…
-¿Cómo que nada?
-Pues si…
-¡Anda dime ya! –mujer
-Es que estaba pensando en nosotros…
-¿Nosotros? No existe un nosotros hace años ¿Que has bebido? te recuerdo que estamos separados por si ya lo has olvidado.
-Sí, claro que lo recuerdo; lo que pasa es que tú sabes cómo me pongo de noche cuando me da por pensar en algo, y de pronto me vinieron a la mente muchas preguntas, me puse a divagar y por ahí algo melancólica tal vez, lo cierto es que de algún modo me fui enredando hasta que no logré encontrar respuesta y me dieron ganas de llamarte, más que mal estuvimos casados largo tiempo…
-Y ¿Qué acaso crees que soy wilkipedia o algo parecido? ¿Cuál sería esa pregunta que no podía esperar hasta que amanezca? porque si no te has dado cuenta son pasadas las 3 de la mañana.
-Tienes razón, he sido una estúpida, perdón por molestarte…
-Noo, ya me molestaste, ahora dime ¿Cuál es la maldita pregunta?
-No hay ninguna maldita pregunta como tú le llamas. Es solo que encontré una vieja foto de nosotros y bueno una cosa llevó a la otra y bueno…
-Ah no con melodramas no, tú sabes lo que me molestan… anda dime de una vez lo que te aqueja mujer…
-Es que quería preguntarte y quiero que me contestes con lo más sincero de tu ser… (se produjo un silencio al otro lado del  teléfono que aparte de helársele la sangre cómo cuando le hablaba así, le dio a entender que debía prestarle toda su atención, algo que le había tomado varios años tras su separación para realmente entenderlo- respiró profundo y exclamó casi con un susurro – dime, te escucho.
-¿Por qué razón no tuvimos hijos? Dijo ella con un tono suave cargado de nostalgia que se coló como un perfume intenso (la pregunta estaba tan recargada de intensión que no sólo lo dejó perplejo, sino que se  clavó como daga para reabrir una vieja herida)
-Bueno, tú… el trabajo… quiso responder apresuradamente.
-No Max, eso ya lo sé, lo que quiero entender es mucho más que eso… ¿De verás nunca quisiste que te diera un hijo?
-¿La verdad?                                                                                                   
-Sí, la verdad. Por eso te he llamado.
-Pues, (se levantó de la cama hasta aproximarse junto al ventanal de su departamento, la ciudad se veía más enorme de noche – pensó. Le llamó la atención el avance del edificio de enfrente, le quitaría sol, a pesar que nunca estaba para notarlo) ahora que lo mencionas, desde  que nos casamos siempre quise tener un hijo… repuso y en sus palabras relucieron los tonos dolorosos del pasado. 
-Pero ¿Entonces por qué nunca me lo pediste? –preguntó con un aire desconsolado.
-Bueno, estábamos recién comenzando cuando nos casamos, no teníamos nada, pensé en que sería mejor más adelante, una vez que estuviésemos más estabilizados, después vinieron los estudios en el extranjero, luego creo que me acostumbré a estar a solas contigo, y cuando quise retomar el tema, ya estábamos demasiado alejados para intentarlo.
-¿Piensas que quizás un hijo hubiese cambiado las cosas? – dijo ella, cómo tratando de buscar la respuesta a su partida.
-No lo sé, no me lo he preguntado en todo éste tiempo, y no creo que sea una pregunta que me suelan hacer sobretodo a  las 3 de la mañana…
-Me imagino - contestó  mientras se le escapaba una carcajada, disculpa, ya me conoces, cuando me obsesiono  con algo, es que de pronto me encontré preguntándomelo y no supe que contestarme… la verdad es que trato de entender ahora cómo nunca antes se me despertó ese lado maternal, a veces pienso que mi hermana con sus cuatro hijas acaparó todo lo que una mujer trae de instinto maternal. Mi madre nunca me tocó el tema; a propósito está muy delicada de salud, su doctor piensa internarla, pero ella se rehusó…
-Lo siento, no sabía, dale mis saludos cuando la veas –contestó.
-No la reconocerías, esta delgadísima… se los daré, tú sabes cómo es ella llevada a sus ideas…
-Ni que lo digas, estuve casado con su hija quince años…
-¿Quince años? Me parece una eternidad para que en todo ese tiempo nunca pensara en tener hijos…
-Quizás los turnos en el hospital siquiátrico y tus constantes postgrados –agregó.
-¿Y que obtuve? ¿Acaso algunos de mis locos lo agradeció?
-Bueno, ahora eres la Directora del hospital, tienes un buen pasar y además eres reconocida tanto profesional, como académicamente, no por nada eres además la jefa de carrera en la facultad… repuso él.
-¿Sabes? Sinceramente lo cambiaría todo por haberte dado un hijo (esto último lo dijo quebrándosele la voz)
Al otro lado Max, no lograba asimilar las palabras de su exmujer. No sabía si tenían que ver los años de separados los que le permitían en ese instante entenderle más que juzgarle (cómo acostumbraba) o quizás se debía a su propia madurez de hombre tempranamente  encanecido. Reconocía en sus palabras un timbre distinto, quizás por el decantamiento propio de los años o bien porque algo en ella había cambiado profundamente. Un hijo era la cuestión, de pronto la pregunta le sabía cómo un amargo brebaje, ¡un hijo! se repetía en su mente, mientras lograba sentir la amargura de aquella que fuera su mujer al otro lado del teléfono, cuestionándose ahora tal hecho, como si de eso se tratara la razón del resto de su vida.  
No fue capaz de decir nada, sólo cortó la llamada, de la misma manera que una tarde cerró la puerta de su casa para no regresar más. 
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Foto del autor Esteban Valenzuela Harrington
Textos Publicados: 171
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Descripción

Las heridas a veces se abren cuando uno menos piensa

Palabras Clave: iempo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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