Perdóname Señor
pero como no recordarlo,
como olvidar su piel morena,
aquel lugar bendito donde podía morir o renacer.
 
Acaso es pecado recordar?
Sus besos tenían un sabor infinito,
como no anhelar sentir su respiración acelerada
abrazándome y congelando aquel momento en mi memoria.
 
Me declaro completamente culpable,
de amarlo sin piedad, sin pensar,
he perdido la razón lo sé,
pero es su piel morena mi laberinto.
 
Estoy encerrada en la cárcel de su recuerdo,
felizmente prisionera de este amor,
he grabado su voz en mi subconciente,
pensar en El se volvió mi necesidad.
Perdóname Señor.