Algo llamado triunfo (reflexiones)
Publicado en Jul 21, 2015
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 Estoy seguro de que algunos de mis lectores y algunas de mis lectoras se habrán preguntado, alguna vez que otra, si existe o no existe ese algo llamado triunfo en este Arte de escribir párrafos reflexivos. Habría que plantearse, en primer lugar, qué es el triunfo. Todos conocemos lo que es vencer pero ¿qué es convencer? Esa es la cuestión. Vencer consiste en ganar pero convencer radica en saber explicar por qué hemos ganado. La diferencia entre ganar y saber explicar por qué ganamos es más bien abismal. Apuntarnos el tanto de una victoria precaria no significa haber alcanzado el triunfo. Se puede triunfar incluso habiendo perdido alguna que otra batalla; pero nunca la más esencial. Porque el triunfo no es la victoria en sí misma, sino la victoria rodeada del éxito. ¿Y qué es el éxito? Muchos y muchas confunden el aplauso facilón con el saber de verdad admirar. Muchas veces guardas silencio porque estás alcanzando el triunfo.
 
Para cumplir como un profesional no es la voluntad el único parámetro que existe si esa voluntad está llena de ignorancia. He visto, en mi ya experimentada vida, aplaudir mucho a personas ignorantes. Lo estamos viendo y comprobando día tras día, acontecimiento tras acontecimiento, suceso tras suceso. Subidos al carro de la fama muchos y muchas creen que eso es alcanzar el triunfo. Tendríamos que comenzar a diferenciar entres populistas y populares. Son dos cuestiones diametralmente opuestas. Los populistas ignoran la inmensa mayoría de lo que hablan. Y hay quienes, hombres o mujeres por igual, actúan cara al público con las coartadas del falso conocimiento; esa especie de apariencia superficial que luego, al quitarles las caretas, les dejan completamente desnudos de contenidos.
 
Me viene a la memoria un poema escrito por mí y titulado "Desnudo quisiera estar". Sí. Quisiera estar desnudo por fuera y por dentro para poder llegar a sentir lo mismo que al naciendo: desnudo de pensamientos para crear sentimientos. ¿Habéis comprendido ya lo que es la profundidad del conocimiento y no la vanidad de lo aparente? Para mí desnudarse por dentro de manera voluntaria y no impuesta por nadie es lo realmente valioso. El voluntarismo no vale para nada más que para llenar baches a base de malos remiendos. Lo que vale es el valor. Y no todos tenemos la misma valía a la hora de mostrar la verdad de todos nosotros, hombres y mujeres, que profesamos el ejercicio del vivir.
 
He visto a personas (hombres y mujeres) que, subidos a las tarimas, han ocupado el lugar de los verdaderos y las verdaderas profesionales siendo solamente simples aficionados en materias que desconocen por completo. Hacer saber a los demás que el emisor es el que emite y el receptor es el que recibe, a través de un canal, algo que se llama mensaje no tiene ni posee absolutamente nada de valor porque ya lo saben hasta los niños y las niñas de Katmandú por poner un solo ejemplo. Lo que vale es transmitir todo un proceso largo y complejo del conocimiento sobre lo que es un modelo de comunicación social amplio, interesante y convincente. Y es que son simples aficionados y simples aficionadas ocupando el lugar de los profesionales y las profesionales que conocen en profundidad. De lo que trata el triunfo no es de mostrar (y muchos y muchas muestran demasiado) sino de demostrar (y pocos y pocas lo demuestran); o, siendo más exactos, podemos decir que a la hora de la verdad sólo las personas con conocimientos alcanzan el triunfo y los demás suelen ser cabezas vacías en un mundo hueco, como dice mi amigo Barrionuevo.
 
Al fin y al cabo de los que se trata es de retratar la realidad desde un ángulo de cámara objetiva y, desde esa objetividad necesaria, tener la suficiente capacidad subjetiva para dar a conocer tu propia personalidad individual y, al mismo tiempo, incluirla en la colectividad de quienes escuchan. Es la ignorancia lo que hace que muchos y muchas lancen gritos para aparentar que conocen. ¿Quiénes son los que gritan y las que gritan? Son agujeros negros. Solamente agujeros negros. Porque conocer la verdad de una temática cualquiera es demostrarlo hablando sin gritar. Muchos y muchas gritan porque no saben pronunciar las palabras. Eso de pronunciar palabras dando gritos estertóreos más o menos enfáticos es una falta total de conocimiento y debemos ya saber, de una vez por todas, que la distancia entre gritar ruidos y pronunciar palabras es la que existe entre un mono aullador y la persona inteligente. Cada vez que escuchéis gritar meditad por un momento. ¿Quiénes gritan en lugar de hablar? Os voy a dar un consejo. Alejadlos de vuestras memorias.
 
Los cantos jaculatorios a pleno pulmón y voces estruendosas, sólo valen para "ir por casa"; pero para ir por el mundo los cantos deben ser simplemente humanos. Valga esta imagen liberadora para diferenciar entre lo que se aparenta conocer de lo que se conoce de verdad. Las excelsas oraciones no radican en saber gritar más que los demás sino que se basan en saber componer una verdadera sinfonía de palabras que convenza no por lo que son sino por lo que significan. En este sentido, quien grita más es quien menos conoce. Arriesgar nuestra personalidad hasta llegar a hacer el ridículo gritando como grullas desesperadas es hacer el ridículo voceando necedades de verduleros o de verduleras y, por lo tanto, no es propio de personas inteligentes. Si estamos dentro de un contexto es porque debemos conocer muy bien dicho contexto y no vale el socorrido pretexto de intentarlo cuando de lo que se trata no es de intentarlo sino de conseguirlo. ¿Comprendéis ahora ya la diferencia entre una victoria precaria y un triunfo final? Si me dicen que gritan porque es una necesidad que tienen de hacerlo me parto de risa. Nadie que vocea en lugar de hablar consigue superar las circunstancias y si las circunstancias te superan es que no tienes ni idea de lo que estás hlabando. Es la diferencia entra ser un profesional o ser un simple aficionado o una simple aficionada que ni tienen título ni nada que se parezca a una titulación. Y sin título o titulación no hay triunfo. 
 
Por encima de cualquier edad y de cualquier tiempo, siempre está ese momento en que eres o no eres. Y no eres cuando quieres serlo sino cuando sabes cómo serlo y para qué quieres serlo. Entendiendo ciertas circunstancias he aprendido a diferenciarlo. Quizás lo más recomendable es hacer un poco de pausa y meditar lo suficiente como para entender que los demás también podemos entender y, por supuesto, sabemos lo que se es y lo que no se es. Si yo tuviera que hacer demostraciones prácticas de elaborar cócteles con alcohol y cócteles sin alcohol, podría ser exhaustivo a la hora de exponer las teorías pero un verdadero fracasado al tener que llevarlo a dichas prácticas. Por eso no puedo entender que haya personas (hombres y mujeres) que, con total ignorancia sobre un tema humano, se suban a las tarimas a aparentar que lo conocen a la perfección cuando ignoran hasta lo más elemental. Es ese afán de figurar siempre y en todos los lugares sin tener suficientes conocimientos adquiridos. Cada tema tiene su sistema. Parece que algunos y algunas lo olvidan a la hora de la realidad. De lo que podemos deducir que el éxtasis de la vanagloria es lo que les empuja a subirse a la tarima y decir necedad tras necedad dando gritos no de caballeros andantes sino de tíos y tías bastante dementes. Así están hoy los tiempos. Verbigracia, que para alcanzar la gracia hay que saber lo que es.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Refelxiones de carcter social.

Palabras Clave: Comunicacin Divulgacin Reflexiones Pensamiento Conocimiento Instrucciones Realidad Verdad.

Categoría: Conocimiento

Subcategoría: Instrucciones



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