Nmero 1 (Reflexiones)
Publicado en Jul 13, 2015
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Haces piña con tu naturaleza. Eres sano. Eres cabal. Te llaman extraordinario. Te dicen excepcional. Muchas coincidencias son las que te proclaman públicamente como número 1. Pero es que son ya muchos años frente al papel. Son ya muchas vigilias de noches pasadas en penumbras, con el siempre penúltimo cigarrillo encendido mientras te entran ganas de sonreír porque la luna te convierte en bromista, alegre, sincero, competitivo, muy profesional. Y te llama la atención esa energía total que te entra desde un punto "cero" de tu alma. Sentido común. Quizás sea el sentido común alumbrando tu bohemia. Y ves cómo puedes ser todavía mejor mientras estás muy lejos de cualquier lugar. Y vuelves a la tierra y haces como que todavía no se ha acabado el silencio aunque ya estás en medio de todo el fragor diario.
 
No es necesaria ninguna perspectiva. Tu mundo se concentra entre mitos de palabras para cerrar las vías del sufrimiento. Sí. Te atacan los que envidian tu naturaleza. Pero tú te debes solamente a tu propia leyenda. Sí. Eliges ser importante cuando los feroces enemigos se diluyen en la nada. Es el poder mágico de esa personalidad que te mantiene en la ambición pero jamás en la avaricia. A la intempestiva sociedad de los envidiosos respondes con elementos simbólicos que explican que no, que no estás hundido para nada mientras ellos se hunden en la necedad de sus insignificancias. Tú te apropias del sentido liberador de los sueños de quienes te eligen como modelo personal, como identitario social, como ese pequeño ser que, de repente, se hizo enorme sin abandonar nunca su sonrisa infantil, la ingenuidad de quien no oculta sus intenciones, la verdad sincera para derrotar a los hipócritas. 
 
A veces te quedas mirando el reloj del tiempo. Viajas con tus recuerdos y conversas con tu sombra que, desde el punto concéntrico de tu eje axial, te acompaña en cada viaje por los sueños que otros no saben descubrir. Te das cuenta de que hay algo en ti que es mucho más que un significante. Te das cuenta de que eres, también, todo un significado de vocablos para la humildad, del verbo para creer creciendo y del adjetivo admirable que te califica de original. Humilde. Sencillo. Magno. Eres Grande. Y entonces no te molestan los ataques sino que tu trayectoria humana asume que eres líder natural y que, por eso, es tan explicable que capitanees al grupo de los elegidos.
 
Milagroso. Quizás todo sea el resultado milagroso de llevar tanto tiempo viviendo con las premisas de la implicación con tu deber y con tu obediencia. Te debes a ti mismo y te obligas a seguir creyendo en tu verdad. Te haces profesional de los sintagmas y vas más allá de cualquier expresividad posible; hasta llegar al límite de las imposibles metáforas, hasta esa miríada expresiva de tu original relato. No te mides por las conductas ajenas sino por esa especial intuición que te hace salir de los callejones en los que viven y mueren los del mal. Y vives. Y sabes que, al seguir caminando, todos tus atacantes se han quedado en el zaguán. Pero tú no. Tú entras de lleno en la vida.
 
Y sabes que vas a llegar muy lejos porque no te acobarda la lucha y te gusta entrevistarte con los verbos, con las frases recogidas en un vivir de millones de segundos tras millones de segundos. Tienes esa categoría de talento que surge de repente, electrizante, y no te acobarda la responsabilidad. Eres rápido y actúas sin dar tiempo a rectificar nada porque haces real lo imposible; porque combinas las utopías con las realidades y alcanzas la leyenda viva de tus sueños. No tienes tiempo para dudar. Dudan los que nunca llegan lejos. Pero tú ya estás en el horizonte, negociando con el tiempo, en donde las palabras forman una especie de mensaje del cual te llegan los ecos retumbantes de tu nombre. Muy bien. Te miras a ti mismo. Sonríes. Solamente sonríes.
 
No te complicas con los acertijos y resuelves los dilemas con esa tranquilidad pasmosa de quien ya ha solucionado millones de palabras cruzadas en medio de la lucha diaria. El calentamiento de tus ilusiones te va convirtiendo en héroe para quienes te admiran. ¿Eres un héroe o eres igual a todos ellos? Sabes que eres tan normal como cualquier otro pero, de repente, surge la chispa de la milagrosa inspiración y pasas a ocupar el primer lugar de los destacados. Escribes. Sigues escribiendo mientras sobrevives en medio de la batalla campal en que han convertido el juego. Pero tú ya estás en otro horizonte. 
 
No puedes olvidar el gesto sensible, la voz amiga, ese recurrir siempre a lo que de verdad cuenta como valioso para tu fantasía. ¿Lo editorialistas? Los editorialistas del planeta no pueden detenerte porque vales mucho más que sus contratos y su mercadeo de intereses. Así que no negocias sino que dejas que la Providencia de Dios te alumbre el camino y, creando en medio de las alboradas, sigues jugando a inventar sintagmas, analogías, formas puras para seguir triunfando entre los que de verdad te importan.
 
La primera vez que cruzaste la línea eras todavía muy niño, quizás demasiado niño para quienes no creían en ti, el más sencillo y el más humilde de toda la familia, de todo el grupo, de toda la sociedad. Pero esa primera vez ya lo conseguiste porque cuando rebasaste la línea no fue solamente un sueño. Fue ese sueño hecho realidad y el maestro se dio cuenta de ello. El mundo sabe que cuando un maestro descubre a quien hace de los sueños una realidad nunca se equivoca. De pronto hubo algo que derrotó a los ególatras de las oratorias. Se llama personalidad. Y la tienes. Desde aquel momento en que, solo niño y solo sueño, cruzaste la línea ante la incredulidad de los que te acompañaban y la fe que el maestro despositó en ti. Desde entonces no te detienes. Ya eres aquel niño que descubrió el maestro pero hecho una gran verdad.
 
De pronto descubres que empiezas a ser ejemplo para los más jóvenes. Para todos esos seres humanos que, siendo cual sea su edad, quieren ser niños y niñas cruzando la línea de todas sus posibilidades. Es ese liderazgo natural con el que has nacido y sabes descubrir que no es de ninguna época sino universal en el tiempo y universal en el espacio. Te has convertido en esencia. El secreto convertido en realidad. El misterio hecho veracidad. La sorpresa hecha credibilidad. Pero no eres orgulloso, ni vanidoso, ni soberbio, ni cualquier otro trauma de esos famosos de la temporalidad. Sólo tienes sonrisa. Una sonrisa infantil mientras vas profundizando, cada vez más, en tu propia confianza. Nunca te pones nervioso. Asumes la tranquilidad como una obligación. Y te has transformado en hazaña. Ya sabes hacia dónde debes ir para ser héroe.
 
Te levantas de la comodidad. Te desplazas hacia la aventura. Te vas quizás para poder volver de nuevo pero menos cansado. Y es que viajar por tus mundos es como un partido del destino en que estás triunfando cada vez que has tenido que demostrar que tu saludo es la gloria que se debe tener para ser viajero, para ser de los del carro de fuego de los triunfadores. Y allí están todos ellos para hacerte hasta un homenaje de reconocimiento. Eres genial.
 
Lo inimaginable se convierte en realidad. Tus libros bailan, por enésima vez, al son de la canción de la alegría. Y en los anaqueles de algún lugar se emocionan tus ojos en cada rincón que ya no es un olvido. Nunca jamás el olvido será tu futuro sino esa concesión que el tiempo te ha dado para erigirte en elegido. Quizás sea el privilegio por haber sabido luchar cada vez más y cada vez mejor. Tú no eres de la tristeza de los engreídos sino de la alegría de los humildes. El denominador común para llegar a ser genial. Tienes fe. Eres genial porque no dudas a la hora de tener fe. Y por eso todavía sigues siendo niño, compañero de juego, ese visionario que sabe cruzar, en paz y por la paz, las calles del silencio después de haber traspasado todas las ruidosas y grandes avenidas de las algaradas que a tantos hacen sucumbir. Tú eres distinto. Tú eres diferente. Tú sigues tus caminos mientras, al llegar las noches de la soledad, miras a las estrellas y el brillo de todas ellas te recogen en sus miradas. Ese hogar celeste que tanto sueñas. Y sonríes. Sigues sonriendo mientras los libros continúan su danza en los anaqueles de la creatividad. Has alcanzado la felicidad de los elegidos. Parábola de los infinitos. No hay glamur. Hay clase. No hay glamur. Hay estilo. No hay glamur. Hay elegancia. No hay glamur. Hay personalidad.
 
Próximo destino: La Eternidad.  
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Reflexin.

Palabras Clave: Comunicacin Divulgacin Pensamiento Reflexiones Conocimiento Realidad Verdad Fe Cristianismo.

Categoría: Conocimiento

Subcategoría: Instrucciones



Comentarios (3)add comment
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Jos Orero De Julin

¡Muy bueno, Enrique! ¡Excelente tu comentario crítico! Has acertado plenamente cuáles eran mis intencionalidades"! Te felicito y te envío un abrazo amistoso y cordial Se nota que eres super inteligente.
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July 20, 2015
 

Enrique Dintrans A:

Gracias, estimado José. Tenía curiosidad de conocer tu reacción al comentario. Me alegro te haya interpretado.
Saludos cordiales
E.D.A
Responder
July 20, 2015

Enrique Dintrans A:

Bien, estimado José:
He estado por un largo tiempo "auto-retirado" de este sitio que disfruto muchísimo, y recordé tu nombre en la páhgina de los "textos". Confieso que este trabajo, en lo temático y la forma de expresarse el relator es muy convincente. Parece ser un tutor acompañante de un largo proceso de alguien muy querido para él. Una visión propositiva, ambiciosa y consistente ; una sinfonía dedicada hacia la "creatividad" en la superación personal difícil muchas veces de asumir. Hay un trazado definido y riguroso.
La "Apología del Nº1" - El texto me parece un despliegue de las potencialidades humanas hacia la felicidad. Por cierto, un punto de vista que la "acerca" y la concentra en un tú, personal. [que ha de pasar por las pruebas y pesares que le ayudarán a "realizar" el héroe interno.

Saludos cordiales

E.D.A
Responder
July 17, 2015
 

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