El Molino de Calabria (Novela) -Captulo 22-
Publicado en Jun 03, 2015
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Al quedarse los dos solos, Archibaldo Samitti no perdió el tiempo con ninguna clase de dudas y, rápidamente, marcó un número de teléfono móvil.
 
- ¿A quién está llamando ahora, Jefe?
 
- Tú escucha y no preguntes, Pelikan. Ya te tocará después hablar a ti y espero que sea para solucionar este asunto que ya me está inflando los huevos.
 
Estaba llamando al "Molino"...
 
- ¡Aquí "El Molino de Calabria"! ¿Puedo servirle en algo?
 
- Deseo una información que vale dos mundos.
 
- ¿De qué dos mundos me está usted hablando?
 
- Del mundo de nosotros y del mundo de ellos.
 
- ¿Se está refiriendo al mundo de los vivos y al mundo de los muertos?
 
- No exactamente. Me estoy refiriendo al mundo del Bien y al mundo del Mal.
 
- ¡Digame usted lo que quiere, por favor! ¡Me estoy poniendo nerviosa!
 
- Tranquila, señorita. ¿Se encuentra ahí el señor Don Aldo Lame?
 
- Se encuentra aquí pero en estos momentos no puede atender a nadie. Estamos intentando saber dónde se encuentran las chicas del cabaret porque no dan señales de vida por ninguna parte. 
 
- ¿Quién es usted?
 
- La señorita Elsa Brandi.
 
- ¿La secretaria de don Aldo Lame?
 
- No exactamente. Soy la secretaria de don Germano Bisi.
 
- ¡Ostras! ¿Y se puede saber que hace usted ahí?
 
- Perdone pero es un asunto muy privado.
 
- Está bien. ¡Quiero hablar con Lame!
 
- ¡El señor Lame! 
 
- Si ese señor lame o no lame me importa menos que un palomo a la vinagreta. ¿Con quién se cree usted que está hablando?
 
- Estoy segura de que estoy hablando con un loco de remate que sólo se dedica a molestar a los demás llamando por teléfono para pasárselo pipa.
 
- Pues no ha acertado usted ni una porque soy el Comisario Jefe de la Policía de la ciudad de Catanzaro.  
 
- Perdone, señor Samitti, pero es que vamos a celebrar una comida de trabajo el señor Don Aldo Lame, el señor Don Silas Rossi y yo.
 
- Pues dígale a esos dos señores, de mi parte, que donde comen tres pueden comer cinco sabiendo que son tan millonarios. Así que avíseles de que no se vayan y que tienen dos invitados más.
 
- ¿Quién es el otro?
 
- El famoso detective Pelikan.
 
- Espere un momento. No corte la comunicación que vuelvo enseguida.
 
Samitti comentó con Pelikan. 
 
- Me parece que he sido bastante claro. ¿Tú crees que me habrá entendido?
 
- Yo creo que no sólo le ha entendido sino que se lo está haciendo entender a esos dos tiparracos.
 
- Pues prepárate porque en cuanto estemos frente a ellos te toca a ti hablar y a mí solamente escuchar.
 
- Muy bien, Jefe.
 
Volvió a escucharse la voz de Elsa Brandi. 
 
- Me han dicho que si no puede ser otro día.
 
- ¿Y usted le ha contestado que no?
 
- Eso les he contestado. Y por eso aceptan que sean ustedes dos algo así como convidados.
 
- Pero no precisamente como dos convidados de piedra. ¿No es cierto?
 
- ¿Qué quiere decir eso de convidados de piedra? 
 
-  El convidado de piedra es quien, en una reunión, no interviene en ella y pasa desapercibido o es ignorado por los anfitriones. En las negociaciones, se dice frecuentemente de quien es invitado por compromiso, pero no es tenida en cuenta su opinión. 
 
- ¿De dónde ha sacado usted eso?
 
- De mi memoria como colegial. No se preocupe más por ello. La culpa es de Tirso de Molina.
 
- Yo no conozco a ningún Tirso y mucho menos si es de Molina.
 
- ¿Segura?
 
- Estoy totalmente segura.
 
- Le aconsejo que se culturice usted un poco más. Queda muy feo que una secretaria privada de un gran señor adinerado sea tan inculta como su señor. Cuestión de principios, señorita, cuestión de principios para ir tirando más o menos. ¿Está usted de acuerdo?
 
- Pues... esto... yo...
 
- Esté usted segura de que no voy a darles la tabarra contándole nada de Tirso de Molina. Hagáselo saber a esos dos ricos señores mientras nosotros vamos para allá.  
 
Archibaldo Samitti cerró el móvil.
 
- ¡Genial! ¡Ha estado usted genial, Jefe!
 
- Para ser un buen Jefe hay que ser antes un buen Subjefe. ¿O no?
 
- No... esto... no... que quiero decir que sí... leches... 
 
- Nada de leches ahora, Pelikan. Las leches las dejamos para el final si es que son necesarias. O si tenemos que hacer bien la digesta que quiere decir la digestión pero en lenguaje muy cursi.
 
Volvieron a entrar en el automóvil y pocos minutos después se encontraron en la puerta de "El Molino de Calabria" donde el gorila les dejó pasar haciendo una excesiva y ridícula genuflexión que casi le desequilibra del todo.
 
- No pierda usted el equilibrio, señor gorila, no vaya a terminar siendo solamente un macaco.
 
- Calma, Pelikan, calma.
 
Llegaron justo a tiempo de ver cómo en la mesa ya estaban preparados cinco opíparos almuerzos completos.
 
- ¡Hola, Elsa!
 
- ¿Conoce usted a la señorita Elsa Brandi?
 
- Por supuesto que la conozco, señor Lame. Hace muy poco tiempo que tuvimos una charla muy amena.
 
Elsa seguía estando muy nerviosa.
 
- ¿Es cierto eso, Elsa?
 
- Es cierto, señor Rossi.
 
Intervino Archibaldo Samitti. 
 
- ¡Venga, venga, vamos al tajo que es lo que aquí nos trajo!
 
Una vez sentados los dos recién llegados en sus respectivos lugares, volvió a hablar Pelikan para romper con la tensión que se había producido.
 
- Caballeros... y perdonen que les llame caballeros pero es que no les conozco lo suficiente como dijo Groucho Marx... han de saber ustedes que Tirso de Molina no era de Molina de Segura sino de Madrid... y para evitar equívocos... tampoco era Tirso de Bulgaria quien, a pesar de ser de Bulgaria, fue un príncipe de España.
 
- ¿Les gusta a ustedes cómo se desenvuelve en público mi conocidísimo ayudante?
 
- ¿Cómo se llama usted porque nosotros ni le conocemos ni sabíamos que usted existía?
 
- Pelikan. Pueden ustedes llamarme solamente Pelikan. Y como soy tan famoso y conocido en toda Calabria... al menos por las clases más bajas de toda la región... pueden ustedes tutearme porque por eso no me voy a enfadar. ¿De acuerdo, señor Rossi? 
 
- ¿Podemos hablar de cosas coherentes, por favor?
 
- ¿Es que cree usted que lo de Tirso es una incoherencia, señor Lame?
 
- ¡No sé si es una incoherencia o es una sensatez pero ni viene al caso hablar de ello ni estamos interesados en esas cuestiones! 
 
- Pues hacen ustedes muy mal, porque como dice el dicho la letra con sangre entra. Así que hablemos un poco de sangre. ¡Cuidadito conmigo! ¡Mucho cuidadito conmigo que tiro de navaja y no respondo de la sangre que pueda correr!
 
- ¡Oiga! ¡Que estamos a punto de almorzar!
 
- Señor Rossi, hablar de sangre mientras se almuerza, a veces sirve para hacer bien la digestión.
 
- ¿De dónde ha sacado usted, señor Samitti, a este loco?
 
- De un anuncio que venía en "La Stampa" y como me pareció interesante darle trabajo pues le contraté. Así que ya saben de dónde viene.  
 
- Vengo de la Vía Marenco 32, de Turín para ser completamente exactos; pero debo advertirles que no soy periodista porque el periodista es el otro.
 
- ¿Pero qué nos está contando este loco?
 
- Les estoy contando, señor Lame, que yo soy el detective y no el periodista pero que usé el periodismo para darme a conocer un poco más que solamente en mi casa. ¿Entramos o no entramos en harina?
 
- No se preocupen ustedes, caballeros. Siempre sabe lo que dice.
 
- ¿De verdad que no eres un bohemio trasnochado de esos que tanto abundan por las tertulias de las tascas barriobajeras cuando sale la luna?
 
- A veces sí y a veces no, señor Rossi. Depende de si la luna está en cuarto menguante que entonces es cuando no o si la luna está en cuanto creciente que entonces entonces sí.
 
- ¿Qué nos está contando?
 
- Yo ya... ya yo... señor Lame... así que empecemos con usted pero coma... coma lo suficiente... que mientras hay vida es que hay esperanza...
 
Todos empezaron a comer mientas continuaba la charla...
 
- ¿Es verdad que es usted un hombre de paja, señor Lame?
 
- ¿Quién te ha contado eso, Pelikan?
 
- ¡Así! ¡Así! ¡Usted tuteeme, por favor, porque el tuteo me da mayor confianza!
 
- ¿Puedo saber quién te ha contado eso?
 
- ¿Puedo saber yo si es verdad o es mentira?
 
Don Aldo Lame se dio cuenta de que Pelikan no era tan tonto como en principio parecía serlo.
 
- De acuerdo. Voy a confesarle a todos ustedes una gran verdad.
 
- Adelante, señor Lame, y no lama usted tanto la cuchara que es señal de muy mala educación.
 
- Esto... ¿puedes dejar que me concentre?...
 
- Concéntrese todo lo que quiera pero diga la verdad.
 
Don Aldo Lame supo que estaba descubierto...
 
- ¡En efecto! ¡Aparezco en los papeles oficiales como el dueño de "El Molino de Calabria" pero solamente soy, en realidad, un hombre de paja!
 
- ¿Y se puede saber quién le dirije?
 
- ¡Yo recibo solamente órdenes de "Colgate" y sólo cumplo las órdenes de "Colgate"!
 
- ¡Ostras, Jefe! ¡Ahora resulta que el cruel asesino era "Colgate" y ya está muerto!
 
- No hagas caso a eso, Pelikan, y sigue preguntando porque lo que dijo Oreto era muy lógico y sensato.
 
- ¡Está bien, señor Lame! ¿Tenía usted la costumbre de recibir todo tipo de máquinas y artículos de tortura?
 
- Sí. Entre otras clases de mercancías esa era una.
 
- ¿Y están aquí todas ellas?
 
- No. Yo se las enviaba directamente al señor don Germano Bisi.
 
- ¡Ostras, Jefe! ¡Otra vez lleva razón el periodista Oreto!
 
- ¿Quieres saber algo más?
 
- Sí. ¿Qué relación hay entre Germano Bisi y Marco Curti?
 
- Que yo sepa Marco Curti es cuñado de Germano Bisi.
 
- Lo que le estoy preguntando es que si se meten mano o no se meten mano.
 
- Yo sé que Marco es homosexual pero en cuanto a Germano... pues no sé qué decir...
 
- ¿Tal vez usted, señorita Elsa, sabe la respeusta?
 
- ¡Estoy muy neriviosa! ¡Estoy muy nerviosa!
 
- Conteste, por favor a la pregunta.
 
- Muchas veces se encierran a solas en el despacho de don Germano.
 
- ¿Eso quiere decir que sí?
 
- Pues sí. A veces les he escuchado, poniendo mi oreja derecha en la puerta, decirse frases amorosas.
 
- ¿Cómo cuáles si es que recuerda alguna?
 
- Por ejemplo, "¡ay Germano de mi vida!" y "¡ay Marco de mi corazón!".
 
- ¿Y puede ser que Germano sintiese celos alguna vez de los hombres que ligaban con Marco?
 
- Alguna vez ha acudido algo bebido al Banco.
 
- ¿Y qué dice cuando llega en ese estado etílico?
 
- ¡La mato! ¡A esa mariquita la mato!
 
- ¿Se refiere a maricas o a mujeres?
 
- Se refiere a maricas porque a veces me ha dicho que prefiere morir en brazos de Marco antes que verle rodeado de hombres.
 
- Está bien, Elsa. Tranquila. Si es necesario que sigamos charlando usted y yo ya lo haremos en otro momento más íntimo.
 
- ¿Puedes ya dejarnos en paz?
 
- ¡Pero si está vivo todavía el señor Rossi! ¿Cómo se encuentra usted don Silas? ¿Van bien todos sus negocios?
 
- No me puedo quejar...
 
- ¡Quéjese usted, hombre, quéjese usted! ¡La vida está hecha para que cuando más dinero tengamos más nos quejemos de que es insuficiente! ¿O no es cierto?
 
- ¡Te repito que no me puedo quejar!
 
- ¿Me permite que cante sólo una pequeña canción, Jefe? Es para animar un poco al señor don Silas Rossi.
 
- Petición concedida.
 
Y Pelikan comenzó a cantar...
 
- Todos queremos más todos queremos más todos queremos más y más y más y mucho más. El pobre quiere más el rico mucho más y nadie con su suerte se quiere conformar. El que tiene un peso quiere tener dos, el que tiene cinco quiere tener diez, el que tiene veinte busca los cuarenta, y el de los cincuenta quiere tener cien. La vida es interés el mundo es ambición pero no hay que olvidarse que uno tiene corazón.  El que tiene un peso quiere tener dos, el que tiene cinco quiere tener diez, el que tiene veinte busca los cuarenta, y el de los cincuenta quiere tener cien.
 
- ¡Cállate ya, que me estás poniendo mal de los nervios!
 
- Está bien. Calme sus nervios y no me levante la voz porque yo no soy de piedra y también me pongo nerivioso de vez en cuando. Muy pocas veces en mi vida pero por supuesto que alguna que otra vez porque soy un tipo normal y no he dicho vulgar sino normal para entendernos bien. ¿Le gusta o no le gusta la pasta?
 
- Cuando está bien hecha por supuesto que sí.
 
- ¡Pues siga suted devorando la pasta porque resulta que la pasta está deliciosa... sobre todo cuando es pasta gansa...
 
- ¿Pero qué estás diciendo?
 
- Que la pasta despierta el apetito.
 
- Supongo que sí.
 
- ¿La pasta le despierta a usted, señor don Sila Rossi el apetito sexual o el apetito mensual?
 
- ¡Me pierdo! ¡Me pierdo! ¡De verdad que me pierdo!
 
- ¿Pero no ha dicho usted antes que se encontraba muy bien? ¿Cómo es que ahora no se sabe encontrar y se está perdiendo?
 
- ¡¡Que me pones nervioso!!
 
- Bene, bene y bene. Vamos a cambiar de tercio proque nos van a dar un aviso. ¿Se puede saber dónde pasó usted la última de sus fabulosas fiestas y con quién?
 
- ¿Es necesario saberlo?
 
- No es necesario saberlo pero es muy importante conocerlo. ¿Estamos al loro o no estamos al loro?
 
- Muy bien. No tengo por qué ocultarlo.
 
- Pues cuente... cuente... proque a mí me han contado un cuento y me encantan los cuentos desde mi más tierna infancia... pero quiero saber si es verdad o es solamente imaginado...
 
- La última de mis fiestas la he celebrado en el club nocturno "Festa di Laurea".
 
- ¿Bailando con lobos o bailando con alguna caperucita roja?
 
- ¡Muy bueno ese chiste, Pelikan!
 
- Gracias, Jefe. Los suyos son también muy buenos.
 
- ¡Pues a mí no me gustan ni un pelo!
 
- Pero como tiene usted tantos pelos uno más o uno menos no importa.
 
- ¡Jajajajajá! ¡Muy bueno ese chiste, Pelikan!
 
. Otra vez gracias, Jefe.-
 
- ¿Has terminado ya de preguntarme impertinencias?
 
- ¿Estaba usted con su querida esposa María Elena o con su amada amante Etna?
 
- Con Etna.
 
- ¡Está usted entre amigos y conocidos, señor Rossi! ¡No tenga usted miedo de nosotros y llame a las cosas por su nombre!
 
- No sé qué quieres decir...
 
- ¿Ya no le gusta llamarle amada a su amante Etna que todos sabemos que está buenísima pero que resulta que es la esposa de Germano Bisi y de eso debe saber mucho la aquí presente Elsa Brandi que es todo un verdadero ejemplar de mujer y ejemplo de fidelidad a su jefe o me estoy equivocando en todo lo que digo?
 
- ¡¡Basta ya!! ¡No la llamo amante porque ya no es mi amante!!
 
- ¡Caracoles cornudos! ¿Acaba de cambiarla por otra? ¿Cuántas han caído ya en todo lo que llevamos de año? ¿Cuál es su récord de amantes señor Rossi? ¿Ha superado ya a Gigi Casanova? Me refiero, claro está, al gran Giacomo Girolamo genovés por si usted no lo sabe.
 
- ¿Tengo que contestar a todo eso?
 
- No. Solamente a por qué la ha cambiado por otra si Etna Curti está buenísima.
 
- ¡Déjeme ya en paz!
 
- Le dejaré en paz cuando usted me responda y yo me convenza de que me ha respondido con la verdad.
 
- ¡He roto mis amoríos con Etna Curti porque me dijo que va a tener un hijo pero que no sabe quién es su padre!
 
- ¡Vaya follón, vaya follón y vaya follón, madre del amor hermoso! ¡Y qué lío de muy padre y señor mío! ¡Esto está mucho más complicado que acertar en unas votaciones municipales autonómicas! 
 
- ¿Ya has terminado de cotillear sobre mi vida privada.
 
- Comete usted dos errores. Su primer error es que no es privado sino público, pero que muy público, que usted se la pega a su señora esposa con cualquier mujer que esté buena y se cruce en su camino como sucede con Etna Curti. Y su segundo error es que yo no estoy cotilleando sino que me lo han contado sin yo preguntarlo. Asi que debe ser cierto lo que dice todo el mundo calabrés de que usted tiene un "nidito de amor" fuera de la casa en que vive con su esposa.  
 
- Es cierto, ¿Has terminado ya con tu interesante investigación?
 
- Un momento que la están peinando, señor Rossi. ¿Recuierda usted alguan canción que estuviese sonando en el momento en que usted ligaba con Etna en club nocturno "Festa di Laurea"?
 
- Sonaron bastantes pero recuerdo una toda entera.
 
- ¿Puede decirme cuál es?
 
- "Dulce fuego del amor" de Adriano Celentano.
 
- ¿Usted sería capaz de recitar toda la canción completa pero sin cantarla sino solamente recitándola para que no nos llueva demasiado?
 
- Pues sí. Tengo una memoria proverbial. Dice así. Dulce fuego del amor que me consume todo el tiempo a medida que avanza con las más dolorosas ideas de que eres mi deseo pero usted va a morir con una cuchilla pulida que desgarra. Eres como la sombra de mi corazón. Viene el sol y te has ido. Una luz ligera pluma como un suspiro que vuela mas yo no no te quiero perder y voy en busca de usted aunque yo soy tan débil tan débil y usted lo sabe, usted lo sabe, usted lo sabe. Usted es un pensamiento en blanco y sólo en este gran mar azul un beso que desarrolla el plan que parece real pero se ha ido y yo no quiero perder y voy en busca de usted aunque yo soy tan débil tan débil y usted lo sabe, usted lo sabe, usted lo sabe. Dulce fuego del amor que me consume como el paso del tiempo.
 
- ¿Ya ha terminado?
 
- Ya he terminado.
 
- ¿Está seguro de haber escuchado "pero usted va a morir con una cuchilla pulida que desgarra"?
 
- ¡Totalmente seguro!
 
- ¿Puede decirme en dónde está ahora su señora esposa?
 
- Supongo que en su departamento privado donde se reúne con sus amigas para tomar el té. Pero María Luisa es más inocente que una Barbie vestida de niñera. Le soy totalmente indiferente y mis amantes le son todavía más indiferentes que yo. 
 
- Le creo, señor Rossi... pero... ¿dónde cree usted que puede estar ahora su ex amante Etna Curti?.. 
 
- No tengo ni la más puñetera idea...
 
- Supongamos entonces que quizás esté en su "nidito de amor" esperando a que usted vuelva y la perdone por estar embarazada y a lo mejor resulta que los dos llegan a un acuerdo para... ya sabe... abortar y todo eso de y volvamos al amor... por cierto, Jefe... ¿puedo volver a cantar dedicando mi canción al señor Rossi para que no se mustie demasiado?...
 
- Petición concedida.
 
- Va por usted y su amada Etna Curti, señor Silas Rossi.
 
- No necesitas que se la dediques a nadie, Pelikan, tú canta y veamos a ver qué sucede.
 
Pelikan cantó todo lo mejor que pudo.
 
- Olvidemos nuestro enfado olvidemos nuestro enfado y volvamos al amor. Porque si no es a tu lado porque si no es a tu lado dónde voy a estar mejor. En tus labios se divisa el nacer de una sonrisa que es preludio del perdón. Ya cumplí mi penitencia ten un poco de indulgencia aunque tú tengas razón. Olvidemos nuestro enfado olvidemos nuestro enfado y volvamos al amor. Porque si no es a tu lado porque si no es a tu lado dónde voy a estar mejor. Ya no hay nubes de tormentas salió el sol que nos calienta y fundió el hielo en nuestro corazón. Y de nuevo de la mano vamos al país lejano de los sueños de ilusión. Olvidemos nuestro enfado olvidemos nuestro enfado y volvamos al amor. Porque si no es a tu lado porque si no es a tu lado dónde voy a estar mejor. Ya no hay nubes de tormentas salió sol que nos calienta y fundió el hielo en nuestro corazón. Y de nuevo de la mano vamos al país lejano de los sueños de ilusión. Laralá lalaralalalá. Laralalalá laralalá. Laralá lalaralalalá. Laralalalá laralalá.
 
Todos, incluido ya el propio Archibaldo Samitti coemnzaron a dudar de que Pelikan estuviese en su sano juicio pero la verdad era que estaba hablando y cantando con plena y rotunda lucidez y de forma totalmente lucida.
 
- ¿No se le encoge el corazón, señor don Silas Rossi?
 
- ¡Lo mío con Etna Curti ha terminado definitivamente!
 
- ¿Y no le da lástima el bebé que lleva ella dentro?
 
- ¡No quiero saber nada de nada!
 
- Entonces... señor de los grandes señores... no tendrá usted ningún inconveniente en prestarnos, solamente por unas pocas horas, las llaves de su "nidito de amoríos" al Jefe Samitti y a mí... ¿verdad que no?...
 
- ¡¡Tú estás totalmente loco!!
 
- Perdone, señor Silas, pero todavía no me he enamorado de ninguna y eso que lo intento por todos los medios pero resulta que debo ser algo así como invisible para las chicas de buen ver porque pasan de mí como si yo no existiese. Y no es broma ni se lo cuento para que nadie se ponga a llorar por causa de este asunto. Así que nos va a prestar esas llaves. ¿Sí o sí?
 
- ¡No y no!
 
- ¡Préstenos de inmediato esas llaves, don Silas!
 
- ¡Es propiedad privada y, sobre todo, íntima, seño Comisario Jefe de la Policía de la ciudad de Catanzaro!
 
- Sí. Y también eran propiedades privada Horacio Craignone y Paolo "Nostradamus" sus privacidades fueron violadas en contra de sus voluntades. Así que o nos entrega esas llaves o no tendré más remedio que detenerle y acusarle de los crueles crímenes cometidos con Horacio y Paolo.
 
- ¿Me prometen que no moverán nada de su sitio, señor Samitti?
 
- Somos agentes de la seguridad ciudadana y no dos vulgares chorizos. No le vamos a robar nada por muy valioso que sea. No estoy más que satisfecho con mi sueldo y con Pelikan sucede lo mismo. ¡Venga esas llaves!
 
Silas Rossi sacó del bolsillo derecho de su flamante y moderna chaqueta un par de llaveros y entregó a Archibaldo Samitti el correspondiente a su "nidito de amoríos"
 
- Fin de la tertulia, Pelikan, nos vamos de aquí.
 
- Pero, Jefe, si todavía faltan los postres...
 
- No te preocupes por los postres, Pelikan porque, como te has protado tan bien yo te invitaré a unos milojas cuando terminemos con todo esto. ¿Los prefieres de fresa o los prefieres de nata?
 
- ¡De nata, por favor, Jefe! ¡De nata!
 
- ¿Por algún asunto personal?
 
- ¡Es que lo de nata me hacer recordar y traer a mi memoria a Natalia Oreiro!
 
- ¿Tal vez alguna cuestión de pelotas?
 
- ¡Eso es Jefe! ¡Cuestión de chicas jugando con las pelotas! ¡Y qué bueno es eso de las telenovelas que nos tienen enganchados todo el santo día mirando cosas de pelotas y haciéndonos vivir como burgueses pero soñando con vivir como marqueses! ¡Qué gran invento ha sido también esto del fútbol de mujeres! Si juntamos las tele novelas con asuntos de pelotas y el fútbol con asuntos de balones pues...
 
- ¡Jajajajajá! ¡Cállate ya que nos vamos para el "nidito de amoríos" del gran Silas! ¡Y en cuanto a ustedes tres ya pueden comenzar con su comida de trabajo porque no les vamos a molestar por más tiempo! ¿Dónde se encuentra ese "nidito" guapísimo Rossi? 
 
- En Via Pietro Nenni, número 10, de Soverato Marina.
 
Los dos salieron rápidamente de "El Molino de Calabria" en dirección al "nidito de amoríos" del bellísimo y guapísimo Silas Rossi pero hicieron un pequeño descanso en la pastelería "Antonio Foti" donde pidieron dos grandes milojas de nata. Hablaban mientras comían porque no tenían ninguna clase de prejuicios sobre lo que es hablar como verdaderos amigos aunque sea con las bocas llenas de pastel. 
 
- ¿Qué opinas, Pelikan?
 
- Que el asesino puede ser cualquiera de ellos pero a mí me da la sensación de que es el primero del que sospechamos y estoy seguro de que no me equivoco.
 
- ¿Te refieres a Germano Bisi?
 
- Sí. No tiene ninguna coartada posible y además es un sádico brutal que tiene el alma destruida por culpa de los celos. El hecho de que su bellisima y sexy esposa Etna Curti le haya puesto los cuernos con tantos hombres le debe haber desquiciado tanto que se ha convertido en un enfermo mental. 
 
- Estoy totalmente de acuerdo contigo y, además, también coincide eso con lo que nos ha contado Giuseppe Oreto.
 
- Giuseppe no puede afirmarlo todavía pero yo sí. Eso que le llevo de ventaja.
 
- ¡Deja de luchar contra Oreto! ¡Te he dicho mil veces que él va siempre por libre y no lucha contra nadie más que contra él mismo!
 
- De acuerdo... pero me da rabia que a él siempre le toque trabajar con las chavalas más explosivas mientras que yo estoy más solo que la una o tengo que trabajar con tipos mas bien feos... y perdone mi sinceridad Jefe... como usted.  
 
- ¡Jajajajajá! Si no fuese porque me vas a resolver este caso te metía en la chirona por faltar al respeto a una autoridad. ¿Se puede saber para qué tenemos que ir ahora al "nidito de amoríos" de Silas Rossi?
 
- Estoy pensando que si la mafia está metida de lleno en "El Molino de Calabria" podemos encontrar documentos muy importantes e interesantes en ese apartamento de lujo. Es el mejor escondite que pueden tener siendo mafiosos porque nadie sospecharía nunca que un tipo tan guapo, tan elegante y tan millonario como Silas Rossi, fuese un pringado de la mafia.
 
- Puede ser... pueder ser... pero... no lo veo muy claro...
 
- Yo tampoco... y por eso, Jefe... por eso es mejor salir de dudas...
 
- ¿Desde cuándo te gustan tanto los milojas?
 
- Desde muy niño. Desde que mi abuela materna me invitaba cuando iba con ella a ver juicios orales abiertos para toda clase de público.
 
- ¿Te has quedado satisfecho o quieres más?
 
- Me he hartado ya. ¡Vámonos para el "nidito", Jefe!
 
Pocos minutos después ya se encontraban en el lujoso departamento, abrieron la puerta, entraron en el salón y se encontraron con la terrorífica escena.
 
- ¡¡Host, host y host, jefe!! ¡¡Otra víctima más de ese monstruo demente!! ¡¡Y esta vez no ha sido un hombre sino su propia esposa!!  
 
El espectáculo era espeluznante. El cadáver de Etna Curti estaba atado de pies y manos a una silla metálica. Le había sacado los ojos, colocados sobre su minifalda, y la había degollado con una afilada y pulida cuchilla de navaja de afeitar por el método llamado de la cobarta entre las pandillas de los latinoamericanos, tal como había escuchado Silas Rossi estando en "Festa di Laurea" con la víctima. Este método de ejecución comenzó a popularizarse en los tiempos en que la guerra entre Pablo Escobar y la Policía se recrudecía en las calles de Medellín. Actualmente la emplean principalmente los cárteles de droga, tales como los que existen en México. El método consiste en hacer un corte en la garganta de la víctima, meter la mano por el hueco hecho con el corte, tomar la lengua del prisionero, y jalar fuertemente de ésta hasta sacarla por el hueco de la garganta y dejarla allí colgando a modo de corbata. Al igual que en el Ling Chi, el propósito es causar tormento psicológico además de físico, ya que la víctima, antes de morir desangrada, tendrá unos momentos para contemplar horrorizada su nueva y macabra corbata. Y, por último, le habían clavado un puñal en el corazón. 
 
- ¡¡¡Cabrón, cabrón y mil veces cabrón!!!
 
- ¿Vamos ya a por él, Jefe?
 
- Primero tenemos que saber dónde encontrarle.
 
Archibaldo Samitti volvió a llamar, con su móvil, al cabaret "El Molino de Calabria" y volvió a contestar Elsa Brandi.
 
- ¡Aquí "El Molino de Calabria"! ¿Puedo servirle en algo?
 
- ¿Han encontrado ya a las chicas del cabaret?
 
- ¡Hola, señor Samitti! ¡Eso es lo que estamos todavía intentando hacer!
 
- ¡Pues dejen ya de buscarlas y hagan el favor de no salir para nada de ese lugar bajo pena de arresto! ¡Dejémonos de historias y cuentos y dígame cuál es la dirección del domicilio de Germano Bisi!
 
- ¿Van ustedes a detenerle?
 
- Eso mismo. Aunque sea lo último que haga en mi trabajo como Comisario jefe de la Policía de la ciudad de Catanzaro.
 
- No vayan a su domicilio. Son solamente las cinco de la tarde y a estas horas siempre está todavía dentro del Banco.
 
- ¡Vale! ¡Ya saben ustedes que no pueden abandonar "El Molino de Calabria" hasta nueva orden!
 
Cerró la comunicación y se pusieron otra vez en marcha...
 
- ¡Vamos al Banco, Pelikan!
 
- Pero si ya está cerrado...
 
- Pero ese loco avaro se encuentra todavía dentro...
 
- ¿Tanto ama al dinero?
 
-  Hay gente tan pobre en el mundo que lo único que tienen es dinero.
 
- ¿De quién es esa frase?
 
- La dijo un anónimo o una anónima pero resulta ser una persona muy sabia. 
 
Llelgaron al Banco, abrieron la puerta a patadas, lo cual hizo saltar todas las sirenas y aparecer, completamente líivido y asustado, el propio Germano Bisi.
 
- ¡¡Bastardo!! ¡¡Estás detenido, en nombre de la Ley de la cual soy su máximo reporesentante, por haber asesinado cruelmente a Horacio Craignone, Paolo "Nostradamus" y Etna Curti!
 
- ¡¡¡Yo no he asesinado a nadie!!! ¡¡¡Soy un loco pero no una asesino!!!
 
- Cállate que va a ser mejor, cerdo. Lo que dice el Jefe es la verdad.
 
- ¡¡¡Yo no he asesiando a nadie!!! ¡¡¡Soy un loco pero no un asesino!!!
 
- ¡¡Que te calles en ombre de la ley a la cual represento!!
 
- ¡¡¡Yo no he asesiando a nadie!!! ¡¡¡Soy un loco pero no un asesino!!!
 
Cuando llegaron dos coches de policías le esposaron y lo metieron en uno de ellos camino de la cárcel. 
 
- ¡¡Te vas a pudrir en vida rodeado de mierda por todas partes, mamón!!
 
- ¡¡¡Yo no he asesinado a nadie!!! ¡¡¡Soy un loco pero no un asesino!!!
 
- Déjele en paz, Jefe. Es mejor no decirle nada por ver si se calla de una puñetera vez para siempre. Y hablando de callar o hablar tengo que hace una llamada.
 
- ¿A quién vas a llamar ahora?
 
- Usted sólo escuche, Jefe, usted sólo escuche los ecos de mi victoria
 
Yo había terminado ya de comer, me había dado una buena ducha, había llamado a Rosalinda para quedar con ellas a las seis de la tarde en la puerta del Cinema Teatro Comunale, y estaba tratando de arreglarme bien el nudo de la corbata habiendo elegido el traje más elegante que tenía, cosa que no me fui difícil de hacer porque yo sólo tenia un traje nada más, cuando sonó mi móvil. 
 
- Soy el periodista Oreto. ¿Quién es usted?
 
- ¡Soy el detective Pelikan! ¡¡Te he derrotado!! ¡¡He conseguido derrotarte!!
 
- ¿Pero se puede saber de qué clase de derrota me estás hablando? Que yo sepa nunca jamás hemos jugado un partido de fútbol entre nosotros dos y además, mientras yo soy un genio del balón tú ni tan siquiera sabes que un balón es redondo! ¿Estás alucinando, chaval? ¡Anda y toma Vitacal por ver si dices algo cabal!
 
- ¡¡Nada de chistes malos, Oreto!! ¡¡He logrado descubrir quién era el asesino antes de que lo descubrieras tú!!
 
- ¿Y quién ha sido?
 
- ¡¡Primero dime que aceptas tu derrota!!
 
- Primero haz el favor de hablar con total tranquilidad. ¿De acuerdo?
 
- De acuerdo.
 
- ¿Quién es el asesino?
 
- ¡¡Germano Bisi!! ¡¡Y lo he descubierto yo y no tú!!
 
- ¿Te has vuelto loco?
 
- ¡¡Estoy loco de alegría!!
 
- No vendas la piel del oso sin antes haberlo cazado.
 
- Parece que tu derrota te ha producido sordera. ¡Te estoy afirmando que, gracias a mí, ya hemos detenido a Germano Bisi y va camino de la cárcel de la cual nunca más saldrá!
 
- ¿Estáis total y completamente seguros de que él es el asesino?
 
- ¡Total y completamente seguros!
 
- ¿Puedo hacerte una pregunta antes de aceptar mi derrota?
 
- Si es razonable te la acepto.
 
- ¿Germano Bisi ha confesado su culpabilidad?
 
- ¿Qué estás queriendo decir?
 
- Te pregunto si Germano Bisi ha confesado que es él el asesino.
 
- Todavía no; pero es lógico que todos los culpables juren y perjuren que no son culpables.
 
- ¿Y no tenéis ninguna duda razonable?
 
- ¡Ni duda razonable ni duda irrazonable! ¡¡Germano Bisi es el asesino!!
 
- ¿Puedo hacerte otra pregunta antes de aceptar mi derrota?
 
- Si es tan sencilla como la de antes puedes hacerla. Me divierte un montón ves cómo quemas tus últimos cartuchos antes de reconocer que te he vencido.
 
- Ecucha bien, Pelikan, y no seas tan orgulloso porque Dante Alighieri dijo que si no se modera tu orgullo, él será tu mayor castigo.
 
- ¡Déjate ahora de frases tontas!
 
- ¿Tú crees que Dante Alighieri era tonto?
 
- ¡Bastante tonto si que era! ¡A mí me gustaría ver a ese tal Dante en este asunto que he sabido resolver! ¿Cuál es esa pregunta?
 
- Tanto el señor Samitti como tú no sabéis más que decir que es un asesino.
 
- ¡Y lo es!
 
- Afirmáis que, absolutamente, es un asesino pero... ¿por qué no puede ser una asesina?...
 
- ¿Tú estás también loco, Oreto?
 
- ¿Puedes demostrarme que no es una asesina en lugar de un asesino?
 
- ¡Host! ¡No había caído yo en eso! De momento te doy un tiempo más para que me aceptes que te he derrotado pero estoy seguro de que Germano Bisi terminará por confesar todos sus crímenes.
 
- Pues entonces, hasta que eso no ocurra, no me llames para decirme que eres un ganador y yo un perdedor. ¿Sabes lo que opino yo sobre esto de ganadores y perdedores que tan de moda está en el mundo en que vivimos? 
 
- ¿Qué es lo que opina un sabio como tú?
 
- Te acepto la ironía, Pelikan, pero quienes pierden siempre empiezan por ser irónicos. ¿Sabías eso?
 
- Está bien, compañero. ¿Qué opina un hombre como tú?
 
- Eso está mejor dicho. Escucha. Todos sabemos lo que son las “pirámides” de los anhelos con los que sueñan los que quieren se ganadores. Todos montamos nuestras pirámides en base a una escala de valores y principios. Depende de qué valores y principios elijamos para nuestra escala y nuestra pirámide el hecho de que seamos verdaderamente ganadores o solamente perdedores. Pero todos sabemos cómo montan los sediciosos del “glamour” y los millones de dólares esas escalas y esas pirámides. Vacío. Un vacío tremendo lleno de dolor, de drogas, de alucinógenos, de demenciales entregas al alcohol o a la depravación para al final vender el alma, una vez ya destruidos como personas, por cincuenta centavos. Verdadera locura. Verdadero vacío. Los verdaderos triunfadores de la vida no están en Holyywood ni en las medallas de oros olímpicas. Están paseando alegres y esperanzados por las calles de tu barrio o sentados bajo un almendro viendo ocultarse el sol en el horizonte. Falsos besos vendidos por millones de dólares para decir que eso es el amor… y almas perdidas vendidas por sólo cincuenta centavos o un tubo de píldoras de Nembutal… cuando llegues a saber lo que es todo eso me vuelves a llamar. ¿Entendido grandioso triunfador? 
 
- Esto... yo... no quiero que te ofendas... 
 
- No estoy ofendido porque estoy pensando en otra persona y no en ti. En realidad en ti apenas pienso nunca; quizás alguna vez que otra para meditar sobre el orgullo. 
 
- El Jefe Samitti está deseando que te encuentres con nosotros para poder trabajar lo tres junto a ver si acabamos con esta historia.
 
- ¡Mañana! 
 
Corté la comunicación y Pelikan se encontró otra vez a solas con el Jefe.
 
- ¿Ha estado escuchando, Jefe?
 
- Escuchando y poniendo mucha atención en lo que escuchaba.
 
- ¿Y qué opina?
 
- Que ese periodista es mucho más inteligente que tú y yo juntos. Estoy seguro de que está realizando una investigación mucho más completa que la nuestra. En eso de que fuese una asesina en lugar de un asesino no habíamos pensado pero creo que nos está queriendo decir algo. Quizás sea solamente una hipótesis nada más, pero si mañana no hemos conseguido hacer que Germano Bisi confiese su culpabilidad sin ninguna clase de duda tendremos que ir a por Elsa Brandi.
 
- ¿Elsa Brandi es la asesina?
 
- Sólo es una hipótesis nada mas pero me estoy preguntando que siendo la secretaria de Germano Bisi no sé qué pinta dirigiendo los entresijos de "El Molino de Calabria". Giuseppe Oreto me ha hecho pensar que quizás sea ella la que mueve todos los hilos manejando a su antojo a Don Aldo Lame. Y quien es capaz de hacer todo eso con sangre fría es capaz de cometer estos horribles crímenes sin que nadie sospeche de ella.
 
- Bien razonado, Jefe.
 
- Además, no tiene sentido que Germano Bisi mate por cuestiones de celos. Si te das cuenta las víctimas ni eran homosexuales y tampoco una lesbiana. De acuerdo que está totalmente loco y que es un sádico sin ninguna clase de escrúpulos pero hay algo que no concuerda dentro de mis pensamientos.
 
- ¿Qué es, Jefe?
 
- Ningún loco admite jamás ante los demás que es un loco y Germano Bisi sí lo ha admitido; luego si el fuese el asesino también habría admitido que es un asesino.
 
- ¡Ostras, Jefe! ¡Ese periodista es mucho más inteligente que nosotros dos juntos! 
 
 
 
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela de suspenso y terror.

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Relatos Policaca Suspenso Misterio Intriga Terror Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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