Con divisa verde y blanca (Teatro) -Escena IV-
Publicado en Apr 24, 2015
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Personajes: 
 
Bolita
Tribulete
Panchita
Tejeringo
Blasa 
Don Pío
Hermenegilda
Rigoberto
 
Escenario: Calle de Valverde del Camino. Hay un bar con farolas rojas y dos mesas en la acera con cuatro sillas cada una de ellas. A la izquierda del bar hay un muro de ladrillos con un letrero que dice "Educación Popular". A la derecha del bar hay una tienda de comestibles. En la mesa situada a la izquierda, en este segundo domingo de mayo que es el Día de la Romería, están sentados, desayunando mientras charlan amigablemente, Bolita, Tribulete, Panchita y Tejeringo.   
 
Bolita.- ¡No sé dónde se habrán metido! ¡Le juro a usted, señor periodista, que no sé dónde se habrán metido!  
 
Tribulete.- ¡No me llames periodista, por favor, Bolita! ¡Prefiero que me llames señor reportero porque soy un especialista en reportajes sensacionalistas! ¿De verdad no sabes dónde se han metido Jaimito y Florita?
 
Bolita (a punto de comenzar a llorar).- Sólo sé que nadie les ha visto desde anoche. A Florita la ví, por la mañana, comprando churros en Calaña. Pero ya no he vuelto a verla más. Ni a ella ni a los churros.
 
Panchita.- ¿Estás atontado del todo, Bolita? ¡Contesta sólo a lo que te preguntan porque si te vas por los cerros de Úbeda terminamos todos en Jaén! 
 
Bolita.- Creía que lo de los churros era importante decirlo.
 
Panchita.- No eres más tonto porque no has nacido antes.
 
Bolita.- Pues usted bien que bebe alcohol para poder olvidarla...
 
Panchita.- ¿Yo bebo alcohol por culpa de Florita? ¡Tú me estás confundiendo con la Blasa!
 
Bolita.- ¡No me cite, por favor, a la Blasa porque cuando esa señora se encabrita buenas palabrotas suelta! Va siempre diciendo que no es una verdulera, pero habla peor que su querido Don Berrinche. Quizás no sea una verdulera pero se pone más verde que las judías cuando le dan los ataques de ira. ¡Peor que una verdulera, Panchita, peor que una verdulera de mercadillo! 
 
Panchita.- ¡Ten mucho cuidado de que no te oiga decir eso de ella porque si se entera te mete tal guantazo que te vuelve sifilítico perdido!
 
Bolita.- ¡Aguanta los caballos! ¿Eso de sifilítico qué es?
 
Panchita.- ¡Ná de ná, Bolita! ¡Solo es una enfermedad de los percebes! 
 
Bolita.- ¡Aguanta los caballos otra vez! ¿Los percebes cogen enfermedades?
 
Panchita.- ¿Tú eres el mejor amigo de Jaimito y no sabes nada de las enfermedades que cogen los percebes? ¡No me lo puedo creer!
 
Bolita.- Lo que Jaimito me ha explicado sobre los percebes es que son crustáceos con seis patas que utilizan para crear corrientes de agua con fines alimentarios y respiratorios; que viven fijos en las rocas y que son muy apreciados para el almuerzo.
 
Panchita.- ¿Y no te ha dicho que los percebes son personas torpes e ignorantes?
 
Bolita.- ¡Arrea! ¿Eso es cierto?
 
Panchita.- ¡No me puedo creer que Jaimito no te lo haya explicado siendo tú su mejor amigo!
 
Bolita.- Jaimito sabe muchísimas cosas, muchísimas más de las que cuenta. Pero no cuenta todo lo que sabe sobre ciertos temas hasta que cree que ha llegado el momento oportuno de contarlas.
 
Tribulete.- ¡Un momento! ¡Aguanta los caballos ahora tú, Bolita! ¡Eso me parece muy interesante! ¿Cómo es ese tal Jaimito?
 
Bolita.- Si usted le conociera tanto como le conozco yo, señor reportero, pronto se daría cuenta de que a sus sólo 18 años de edad, Jaimito es un ser diferente.
 
Tribulete.- ¿Diferente?
 
Bolita.- Sí. No es de otro planeta como algunos dicen sino que es único e irrepetible. Es tan inteligente que cuando Don Minervo está de baja, por culpa de sus muchos achaques, le nombre directamente su sustituto para impartir enseñanzas a todos sus compañeros y compañeras de aula.
 
Tribulete.- Entonces debe ser verdad eso de que Jaimito es muy inteligente.
 
Bolita.- No lo dude no por una décima de segundo, señor reportero. Muy inteligente y muy original. Le voy a contar algo que puede ser interesante para su reportaje. Don Minervo se cabrea tanto cuando sus alumnos y sus alumnas no le hacemos caso que se pasa más tiempo de baja, por culpa de los nervios y del estrés, que acudiendo a dar clases. Pero Jaimito, cuando le sustituye, no es igual. Lo primero que hace Jaimito, cuando sustituye a Don Minervo, es ponerse en pie y mirarnos a todos y a todas de frente para hablarnos con total sinceridad pero, a la vez, de manera clara y rotunda. Y lo hace así para que nadie nos llamemos a engaño.
 
Tribulete.- ¿Se enfrenta contra todos vosotros?
 
Bolita.- No, señor reportero, no me ha entendido bien. No se enfrenta contra todos nosotros sino con todos nosotros. Son dos cosas tan diferentes que hasta son opuestas.
 
Tribulete.- No te entiendo bien, Bolita.
 
Bolita.- Se lo explico tal como se lo explicaría él mismo. Cuando nos mira a todos y a todas de frente no es para estar contra nosotros porque jamás se siente superior a nadie de nosotros sino que sigue siendo compañero de todos y de todas. Pero antes de comenzar a impartirnos sus enseñanzas nos da siempre el aviso general de que sólo le interesamos los pocos o no pocos que ponemos atención a sus enseñanzas y deja saber, muy claro además, que el resto sean muchos o no muchos, no les interesan para nada y que se pueden ir a tomar por dónde más amargan los pepinos. Por eso siempre permite que esos y esas, los que no atienden a sus enseñanzas, puedan salir a jugar al fútbol, o a tontear entre chicos y chicas o, si lo desean irse al water y estar metidos en el water toda la hora que él está dando la clase. Y afirma que le son tan indiferentes los que se quedan en el aula pero no le hacen caso que no sabe ni cómo se llaman ni cómo se apellidan porque pasa olímpicamente de todos ellos y de todas ellas.
 
Tribulete.- ¡Vaya grosería!
 
Bolita.- ¡Nada de grosería, señor reportero! ¡Se pone al nivel de ellos y de ellas para demostrarles que no les tiene ninguna clase de miedo y que sabe usar el mismo lenguaje que usan ellos y ellas! Una vez que se queda a solas con los que atendemos sus enseñanzas se transforma radicalmente. Cuando está serio sus clases son magistrales, verdaderamente magistrales. Otras veces empieza a cachondearse tanto, mientras siguen enseñándonos cosas interesantes, que todos y todas lo que le atendemos nos partimos de risa mientras aprendemos a saber cosas que ningún otro profesor o profesora nos sabe transmitir. ¿Le parece tener poca personalidad o mucha personalidad cuando se pone a torearnos?
 
Tribulete.- ¡Demasiada personalidad para tener solamente 18 años de edad!
 
Bolita.- ¡Esté dando la clase completamente en serio o se ría cuanto quiera mientras está dando clase siempre aprendemos cosas nuevas con él! En realidad es una caja de sorpresas porque nunca sabemos cuándo va a saltar la chispa de su genialidad. Pasa de la seriedad más absoluta a lo que nadie se espera, pero siempre nos enseña algo. Y eso ocurre porque es el maestro más recursivo que yo he conocido en mi vida y eso que ya conozco multitud de maestros.
 
Tribulete.- ¿Tal vez es un revolucionario?
 
Bolita.- Aunque usted no se lo crea, Jaimito es lo más opuesto que existe sobre lo que es ser un revolucionario. Si usted le viese actuar se daría rápidamente cuenta de ello. Un revolucionario puede ser ese pelma comunista de Miguelito con sus pesadas y aburridas proclamas ideológicas pero no deja nunca de ser un casposo y nada más que un casposo. ¡Jaimito no! ¡Jaimito no es un revolucionario porque no cree en niunguna revolución sea cual sea dicha revolución! ¡Jaimito es mucho más que un revolucionario! ¡Es un verdadero transformador! ¡Uno de esos chavales que salen, de repente, cada milenio sin que nadie se dé cuenta hasta que ven con sus propios ojos cómo actúa y lo enormemente coherente que es cuando actúa porque actúa como dice y no se contradice como el tal Miguelito! Además de eso es la persona más noble y de buen corazón que yo he conocido y por eso me alegro infinito que le haya dado en los morros al plastígena de Miguelito quitándole a Florita.
 
Tribulete.- ¿Miguelito era el novio de Florita?
 
Bolita.- ¡No es eso! ¡Está usted, señor reportero, más despistado que un tiburón en el desierto de Atacama! ¡Miguelito se creía que tenía a Florita dentro del bote hasta que vino Jaimito y se la quitó delante de sus propias narices! ¡Y es que Jaimito liga con las chavalas incluso hasta sin darse cuenta de que está ligando con ellas!
 
Tribulete.- ¿Cómo es posible eso? ¿Tanta personalidad tiene?
 
Bolita.- ¡Carisma, señor reportero, carisma! ¡Un día me contó Florita que lo que tiene Jaimito no es solo personalidad sino, sobre todo, carisma! Claro que en cuanto a personalidad y carisma ella no se le queda atrás. Digamos que están a la par.
 
Tribulete.- ¿Tú lo has podido comprobar alguna vez en primera persona?
 
Bolita.- ¡Muchísimas veces! ¡Soy el mejor amigo de Jaimito y me he fijado mcuhísimas veces en lo que dice Jaimito y en lo que hace Jaimito! ¡Es carisma! Un día, estando los dos a solas y mientras pescábamos en las orillas del río Odiel, me explicó que él siempre se ríe de la vida porque para él la vida es lo más serio que existe.
 
Tribulete.- ¿Y no es eso ser un revolucionario?
 
Bolita.- ¡No! ¡Usted, señor reportero, no está dando hoy pie con bola como le sucede a Messi cuando le ponen un vigardo de dos metros de altura a su lado! ¡Eso es ser un transformador sin importarle para nada las circunstancias! ¡Jaimito no es como Ortega y Gasset sino como Jaimito! ¿Tiene o no tiene carisma?
 
Tribulete.- Reconozco que sí.
 
Bolita.- Pues a otra cosa, mariposa...
 
Tribulete.- Háblame ahora de Florita.  
 
Bolita.- Se lo voy a decir solamente con dos frases porque si tuviera que hablar de todo lo que es y representa Florita para todos nosotros y todas nosotras nos darían las uvas de añonuevo y no habría terminado de hablar sobre ella.
 
Tribulete.- ¡Venga esas dos frases que las anoto!
 
Bolita.- ¡Florita es la chavala más guapa de toda Andalucía y Florita es la chavala más interesante de toda Andalucía y parte del Universo entero y eso que no es andaluza!
 
Tribulete.- ¿Has dicho que no es andaluza?
 
Bolita.- Eso he dicho. Es una hispanoamericana que dejaron abandonada en Calaña cuanto tan sólo tenía un mes de vida después de haber salido del vientre de su madre. Eso sólo lo sabíamos, hasta ahora, los padres adoptivos de Florita, Jaimito y yo.
 
Tribulete.- ¿Y quiénes son los padres adoptivos de Florita?
 
Bolita.- Ya puedo decirlo sin tapujo alguno porque estoy seguro de que Jaimito se lo habrá explicado a Florita. Son Don Berrinche y su arrejuntada Doña Blasa.
 
Tribulete.- ¿La arrejuntada Doña Blasa? ¿Don Berrinche y Doña Blasa no están casados?
 
Bolita.- ¡Pues no! No están casados sino que viven y duermen juntos, lo cual yo no me lo puedo explicar bien del todo pero un día Jaimito me dijo que hay gustos para todo... incluso hasta para tener mal gusto... y me hizo reír tanto aquel día... porque resulta que es verdad... que me dolían las tripas de tanto reír... y es que, como dice Jaimito, hay que tener un pésimo gusto para soportarse todos los días estando solamente arrejuntados... porque cuando se está casado... pues vale... está bien soportar lo que te viene encima... pero aguantar el chaparrón sin estar casado... ¡eso es de masoquistas!... y ya le digo que cuando me lo explicó Jaimito me hizo reír tanto que me dolían las tripas de tanto reír... porque resulta que es verdad...
 
Panchita.- ¡Jesús, María y José! ¡Santo cielo, santo cielo y hasta tres veces santo cielo! ¡Qué gran verdad has dicho, Bolita!
 
Bolita.- Algo voy aprendiendo. Yo soy muy lento para aprender pero cuando algo aprendo no lo olvido jamás de los jamases. Por cierto... ¡qué bueno está este jamón!...
 
Panchita.- ¡Jama jamón, Bolita, jama jamón!
 
Bolita se mete para el cuerpo una grande y espléndida loncha de jamón de bellota.
 
Tribulete.- ¡Interesante! ¡Muy interesante!
 
Panchita.- Pues ya que estamos todos tirando de la lengua yo también tengo algo que decir sobre esto de los arrejuntamientos, que hasta la palabra arrejuntamiento me produce tanta risa, tía Felisa, que me partiría en dos de tanto reírme pero el asunto es más bien muy triste.
 
Tribulete.- ¿Qué quiere usted decirme, Panchita?
 
Panchita.- Decirle no quiero decirle nada porque usted no me gusta para nada... los he visto más buenos que usted cien mil veces en mi vida... así que tírese de la moto porque a mí los motoristas que se las dan de star que en español quiere decir estrella... pues me molan menos que los monos de Gibraltar en calzoncillos... 
 
 
Tribulete.- ¿Le parezco un callo?
 
Panchita.- Me parece usted mucho más que un callo... porque para mí usted... señor reportero... es solamente un cardo borriquero... y montado en moto es usted más ridículo que Tartarín...
 
Tribulete.- ¿Se refiere usted al de Tarascón?
 
Panchita.- Me estaba refiriendo al de Tarancón pero si es necesario que sea el de Tarascón en lugar de el de Tarancón... me dá lo mismo... que lo mismo me da...
 
Tribulete.- ¡Está bien! ¿Qué quiere usted contarme, Panchita?
 
Panchita (echando su cuerpo hacia adelante para contar una confidencia secreta).- Que Doña Blasa está arrejuntada con Don Berrinche solamente porque le gusta mucho el cusqui.
 
Tribulete.- ¿Qué es el cusqui?
 
Panchita (volviendo a la posición normal).- ¡Parece usted bobo del todo, señor reportero! ¡El cusqui es la guita!
 
Tribulete.- ¿Qué es la guita?
 
Panchita.- ¿Es que de verdad es usted bobo de verdad?
 
Tribulete.- No. Lo que pasa es que soy muy académico.
 
Panchita.- ¡Ya entiendo yo ahora lo de sus cortas ideas! ¡Tiene usted unas ideas más cortas que la pata de un chinche del camastro de Don Berrinche! El cusqui y la guita son dos sinónimos del pecunio que, a su vez, es un sinónimo de los cuartos y que, a su vez, es un sinónimo del dinero... ¿me entiende ya, señor académico?...
 
Tribulete.- ¿Está usted diciendo que Doña Blasa está arrejuntada con Don Berrinche solamente por el dinero?
 
Panchita.- Pues va a ser que sí mire usted. Eso estoy diciendo en su plena cara de anémico, señor académico. Parece que le empieza ya a funcionar el caletre.
 
Tribulete.- ¿Qué es el caletre?
 
Panchita.- ¡Vaya por Dios! ¡Santo cielo, santo cielo y hasta tres veces santo cielo! ¡Se me estaba olvidando que es usted muy académico! ¡El caletre es la mollera y la mollera es la sesera y la sesera es el cerebro! ¿Me ha entendido ya bien del todo?
 
Tribulete (bastante asustado).- Sí... sí... sisí...
 
Panchita.- ¿Qué pasa con Sisí? ¿Era emperatriz o no era emperatriz y se hacía pasar por emperatriz? Porque según la película sí lo era... pero claro... una cosa es la película y otra cosa es la historia...
 
Tribulete.- Sisí sí que era emperatriz, Panchita; pero yo esto diciendo que sí que la he entendido.
 
Panchita (echando su cuerpo otra vez hacia adelante para contar un secreto).- Pero lo que no sabe la pobretona de Doña Blasa, que se cree multimillonaria de verdad, es que Don Berrinche está más quebrado que la pata del camastro donde se encuentra tumbado que he tenido yo que poner un ejemplar de la Guía Telefónica de Huelva para que no se venga abajo. O sea, que está arruinado del todo pero no lo sabe Doña Blasa porque ha sido algo así como de sopetón. ¿Sabe usted lo que quiere decir de sopetón, señor académico?
 
Tribulete.- Supondo que de repente.
 
Panchita (volviendo a la posición normal).- Pues menos mal que esta vez supone usted bien porque me estaba entrando la curiosidad por saber cuando llegaría para usted el momento de comprenderlo todo. ¿Enterado?
 
Tribulete.- ¡Perfectamente enterado, Panchita!
 
Bolita.- Pues entonces, señor reportero muy académico, a pesar de haberse enterado tanto, todavía no se ha enterado de que el chaval más simpático de toda Andalucía no es andaluz.
 
Tribulete (totalmente atribulado).- ¡Por Nipho! ¿A quién te estás refiriendo?
 
Bolita.- Desde luego que a usted no, señor reportero muy académico, porque además de ser un tarra es usted más cutre que Rigoberto, el enamorado de Hermenegilda.
 
Tribulete (otra vez asustado).- ¿Puedo saber o no puedo sabe quién es ese chaval?
 
Bolita.-¡Por Nipho, que vaya usted a saber quién será ese tipo con nombre tan griego, lo que le estoy diciendo es que Jaimito no es andaluz.
 
Tribulete.- ¿Jaimito no es andaluz?
 
Bolita.- ¡No, señor muy académico! ¡Jaimito es extremeño!
 
Tribulete.- ¿Y qué hace un extremeño en un pequeño rincón como Calaña?
 
Bolita (tras meterse para el cuerpo otra larga loncha de jamón de bellota).- Cuando Jaimito nació le dejaron abandonado debajo de un puente de Extremadura; era un frío día de enero pero no murió congelado porque le encontró Don Minervo, que estaba de excursión por aquellas tierras extemeñas. Don Minervo se lo trajo a Calaña y siempre le ha criado como si fuese su propio y verdadero hijo.
 
Panchita.- Está bien que cuentes con tanta fluidez de palabra, Bolita, que da gusto escucharte hermoso mío, pero deja ya en paz el jamón y a ver si le entras a las aceitunas, digo yo.
 
Bolita toma un puñado de aceitunas y se las mete en la boca mientras reacciona Tribulete.
 
Tribulete.- ¡Hostias! ¡Esto parece la Historia del Nunca Jamás!
 
Panchita.- Yo no sé si esto parece la Historia del Nunca Jamás pero... ¿puedo cantar un poco?...
 
Tribulete.- ¡Cante, cante deprisa, Panchita, porque a este paso Bolita no sólo acaba con todo el jamón de bellota sino que nos quedamos también sin probar las aceitunas.
 
Panchita (ya lanzada comienza a cantar).- Nunca jamás pensé llegar a quererte tanto, nunca jamás pensé llegar a quererte así, nunca jamás pensé derramar mi llanto, por un amor que había de tratarme así. Sé que te vas, te vas porque tú ya no me quieres piénsalo bien porque me matarás, mírame, miénteme, pégame mátame si quieres, pero no me dejes, no, no me dejes nunca jamás. Sé que te vas, te vas porque tú ya no me quieres piénsalo bien porque me matarás, mírame, miénteme, pégame mátame si quieres, pero no me dejes, no, no me dejes nunca jamás.
 
Tribulete.- Me he quedado atónito...
 
Panchita.- ¡Pues por eso es por lo que lo más importante, para Jaimito, es la vida! ¿Comprende ahora de dónde le vino la sonrisa? ¡Dele al vino, señor muy académico, dele al vino! Porque Jaimito no necesita lisonjas de ningún periodista de los de pacotilla.
 
Tribulete.- ¿Será porque está muy agradecido a Dios?
 
Bolita.- Por eso mismo, señor reportero, por eso mismo; y más le valiera a todos los muy académicos de la Real Lengua que aprendieran un poco de él cuando se refieren a la vida y cuando se refieren a la muerte usando tantas palabrotas mientras viven como carotas. ¿Sabe usted lo que es vivir como carotas o se lo explicamos entre Panchita y yo?
 
Tribulete.- ¡Ya está bien! ¡Ya tengo suficiente! ¡Ahora tengo que marcharme a toda velocidad de mi moto para ordenar mis ideas y ver si logro escribir un reportaje tan interesante que me lo publiquen en el "Sur" sin quitarme ni una sola coma.
 
Panchita.- ¡Coma! ¡Coma usted un poco más, señor muy académico! ¿Ha habido alguien enchufándole por detrás, sin ser vistos por nadie, para que le diesen el título de licenciado o ya le han enchufado tanto, por detrás por supuesto para no ser vistos por nadie, y ha alcanzado usted el digno alto honor del doctorado? ¡Coma usted un poco más por Nipho o como quiera que se llame ese dichoso señor!
 
Tribulete.- No... no... ya tengo bastante... ¿y usted tiene algo que decirme?...
 
Tejeringo.- Yo soy solamente un pobre viejo nada más, que se gana el sustendo usando mi vieja tartana, y por eso no tengo nada que decirle a usted porque si digo lo que sé se entera todo quisque.
 
Tribulete.- ¿Qué es quisque?
 
Panchita.- ¡Déjese ya de tanta murga y pregunte a quienes le han enchufado tanto por detrás, para no ser vistos por nadie, lo que quiere decir o no quiere decir quisque! ¡Coma más o coma menos; pero para saber lo que se escribe hay que saber lo que se vive! ¿O estoy equivocada?
 
Tribulete.- Yo... no sé que decir...
 
Panchita.- ¡Pues vaya usted con Dios!
 
Tribulete.- ¡Con Dios me voy!
 
Panchito.- ¡Buena está la cosa, pero no se olvide de sacarme a mí en los papeles de ese dichoso "Sur" para hacerme un poco famosa... aunque sólo sea por un día nada más...
 
Tribulete.- ¡De acuerdo! ¡Haré una fotografía de ustedes tres para publicarla con el reportaje!
 
Bolita.- Yo es que no traje traje...
 
Panchita.- Nada nada...
 
Tribulete.- Lleva razón Panchita. No hace falta el traje. Júntense un poquito más para que salgan los tres bien centrados. La señora en el medio, por favor.
 
Panchita.- ¿Por eso de que en el medio está la virtud? ¡Ha de saber usted, señor enchufado por detrás para no ser vistos por nadie, que yo estoy llena de virtudes y de algún que otro cardenal!
 
Tribulete.- ¿Llena de algún que otro cardenal?
 
Panchita.- Pues sí. Son cosas de Doña Blasa cuando se enciende como una brasa. ¿Me entiende o no me entiende?
 
Tribulete.- Le entiendo pero haga el favor de callarse y sonreír un poco para que salga muy guapa en la foto...
 
Panchita.- ¡Ay que ilu! ¡Ay que ilu! ¡Una fotografía donde salgo yo en el "Sur"! Esto parece una película de Brian Levant y yo voy a ser más famosa que Halle Berry aunque sólo sea por una vez en mi vida; porque lo que es servidora puedo ser, y lo soy, negra pero también las negras tenemos nuestra miaja de cultura. Más o menos doméstica pero cultura al fin y al cabo y sabemos hasta mucho de cine y de artistas de cine. ¡Famosa por un día! ¡Menos da el tacaño de Don Berrinche y que se chinche quien se chinche porque de chinches está lleno el mundo! 
 
Tribulete.- ¿Y usted cómo se llama para ponerlo en el pie de foto?
 
Tejeringo.- Tejeringo.
 
Tribulete, asustado de verdad por la respuesta de Tejeringo, hace la fotografía y sale a toda prisa del escenario en el mismo momento en que hacen su entrada Blasa, Don Pío, Hermenegilda y Rigoberto, sentándose los cuatro alrededor de la mesa que está vacía.
 
Blasa.- ¡Me siento mal! ¡Pero que muy mal! ¡He pasado toda la noche vomitando y sin poder pegar un ojo pensando en dónde se habrá metido esa criatura! ¿Usted cree, padre, que merece la pena tanto sufrimiento?
 
Don Pío.- ¡Permítame que le diga, mi fiel acólita, que el sufrimiento es la parte más esencial de nuestros dolores y que, como buenos católicos que somos, son nuestros dolores los que más aprecia Jesucristo!
 
Blasa.- ¿Me lo está diciendo con la mano en el corazón o sólo para consolarme?
 
Don Pio.- Esto... yo... pues... deje ya de pensar en eso...
 
Blasa.- ¡Mis pensamientos están abiertos a todo el mundo!
 
Don Pío.- Pues cierre usted la puerta de vez en cuando...
 
Blasa.- ¿Me está proponiendo prudencia?
 
Don Pío.- Le estoy proponiendo un pacto. Usted habla menos y yo confieso más.
 
Blasa.- ¿Quiere decir que ciertos asuntos es mejor hablarlos a solas entre usted y yo?
 
Don Pío.- No es mala la idea... no es mala la idea... siempre que nadie nos vea...
 
Blasa.- Normalmente suelo confesar bastante...
 
Don Pío.- E irse de la lengua más que un carretero en una cantina de paso...
 
Blasa.- ¿Pero es que usted aprueba la conducta de ese sinvergüenza?
 
Don Pío.- ¿Se refiere usted a Don Berrinche?
 
Blasa.- ¡Muy místico le veo hoy, Don Pío! ¡Me estoy refiriendo al golfo de Jaimito!
 
Don Pío.- Recuerde usted, querida acólita, que somos católicos...
 
Blasa.- ¿Entonces hacemos una excepción con ese granuja?
 
Don Pío.- Cada bruja maneja su aguja. ¿Me comprende ahora?
 
Blasa.- ¡Repito que le veo hoy muy místico a usted, padre! ¡Demasiado místico para mi gusto!
 
Don Pío.- No me hable usted de su gusto que ya sé por dónde van los tiros...
 
Blasa.- Entonces seamos prudentes. ¿Está prohibido cantar?
 
Don Pío.- Hoy es domingo de fiesta. Día de Romería. Y en las romerías quien quiere cantar pues canta y santas pascuas.
 
Blasa.- ¡Anda, Hermenegilda, no seas tan sosa y cántanos algo para alegrarnos la juerga!
 
Hermenegilda.- Es que me sé muy pocas...
 
Blasa.- ¡Canta ya, leches!  
 
Rigoberto.- ¡Eso, eso, querida gildita! ¡Canta una rociera para animarnos un poco!
 
Hermenegilda.- ¡Tú quédate un poquito callado porque un poquito callado estás más guapo, querido Bertín! 
 
Don Pío.- Cante usted algo, por favor, Herme...
 
Hermenegilda.- Ya que todos me lo piden...
 
Bolita (desde la mesa de al lado).- ¡Dios mío! ¡Va a cantar Doña Hermenegilda! ¡Que Jesús nos pille confesados a todos!
 
Hermenegilda.- ¿Tienes algo que decir contra mi forma y manera de cantar?
 
Bolita.- Pues no... pero háganos el favor de no espantar a los ángeles...
 
Hermenegilda.- ¿Es que no me vas a defender, Rigoberto?
 
Rigoberto.- Pero mujer... si sólo ha sido una broma...
 
Hermenegilda.- Cada día que pasa más me doy cuenta de lo calzonazos que eres, Bertín.
 
Rigoberto.- Sí. Lo confieso. Por eso algunos me llaman Don Gil de las Calzas Verdes.
 
Blasa.- Pero mujer... no te pongas a llorar ahora, Gildita... y alégranos la vida... que sólo ha sido que tu Bertín está algo nervioso por la tormenta de anoche...
 
Hermenegilda (Se seca sus lágrimas de cocodrilo con un pañuelo y se pone a canta).- ¡Para qué quiero llorar, si no tengo quien me oiga! ¡Ole ole ole ole! ¡Para qué quiero llorar, si no tengo quien me oiga, si no tengo quien me oiga lo que me tiene que oír! ¡Ole ole ole ole! ¡Está viviendo en la gloria y no se acuerda de mí! ¡Ole ole ole ole! ¡Arriba con los faroles el moreno que yo quiero está lleno de lunares hasta la punta del pelo! ¡Ole ole ole ole!  
 
Blasa.- ¡Pues si que la hemos arreglado! ¡Te pedí que cantaras algo alegre, Herme!
 
Hermenegilda.- ¡Pues debería usted tener un poco más de vergüenza y mostrar algo de tristeza sabiendo cómo se encuentra su amado Don Berinche! ¡Cante usted por bulerías si lo desea señora desconsiderada!
 
Blasa.- ¿Esto es un reto o una amenaza?
 
Hermenegilda.- ¡Esto es decir cuatro verdades!
 
Blasa.- ¡Pues te vas a enterar tú de lo que es cantar por bulerías! 
 
Don Pío.- ¡Un poco de cordura, hijas mías, que se está enterando todo el vecindario! ¡No cante usted, Doña Blasa, por caridad!
 
Blasa.- ¡Ni por caridad ni por leches en vinagre! ¡Le voy a demostrar yo a esta Gildita lo que es cantar de verdad!
 
Hermenegilda.- ¡Menos decir y más hacer es lo que hace falta en esta nuestra Andalucía de hoy en día!
 
Blasa (cantando a toda voz).- ¡Y eran tan grandes mis penas que no caben más
que me dejaste malita de muerte en el hospital! !Ay, loquita me llaman porque voy riendo
soy de las pocas que a este mundo embustero yo voy comprendiendo! ¡Dale la limosnita, dásela por Dios. Que el "probecito" viene malherío del mal de amor!
 
Don Pío.- ¡Qué vergüenza, Dios mío, qué vergüenza! 
 
Blasa.- ¡Deje usted en paz ahora a Dios porque Dios no tiene la culpa!
 
Rigoberto.- Si estuviese aquí Leovigilda...
 
Blasa.- ¡Deja en paz ahora a Leo porque es más buena que el pan y por eso se ha quedado cuidando a mi amado Berrinche!
 
Hermenegilda.- ¿Se puede saber qué pasa con mi hermana Leo, Bertín de las narices?
 
Rigoberto.- Que tú hermana sí que sabe cantar bien... pero bien del todo...
 
Hermenegilda.- ¿Y por qué no te fijaste en ella en lugar de fijarte en mí?
 
Rigoberto.- ¡No creas que a veces no lo pienso y me arrepiento de ello!
 
Don Pío.- ¡Que estamos llamando la atención de todo el vecindario, por favor!
 
Hermenegilda.- ¡Ni por favor ni por la madre que le parió a este Rigoberto! ¿Qué estás queriendo decir, famélico de carnes? ¡Estás tan famélico de carnes que en vez de parecer un hombre pareces un picaporte! ¡Vaya porte, por Dios! ¡Vaya porte de birria! ¡Sólo eres un facha, Rigoberto, un verdadero y perfecto facha! ¡Y qué facha, Dios mío! 
 
Don Pío.- ¡No nos declaremos la guerra, por la Virgen del Rocío, que esto ya clama al cielo!
 
Panchita (interviniendo desde la mesa de al lado).- ¡Vaya que sí que clama al cielo! ¡Parece mentira que después de la tormenta de anoche tengan ustedes tantas ganas de que vuelvan a tronar las nubes! 
 
Blasa (envalentonada y dirigiéndose a la mesa de al lado).- ¡Me parece que estás tu hoy muy calladito, Tejeringo!
 
Tejeringo.- ¡Es mejor estar calladito antes de que se entere toda Andalucía!
 
Blasa.- ¿Eso es también una amenaza?
 
Tejeringo.- ¡Soy demasiado viejo para ir lanzando amenazas a nadie, pero si usted no hubiese tratado siempre a Florita como si fuese "La Cenicienta", ella no se habría dado a la fuga!
 
Blasa.- ¡Luego usted debe saber algo!
 
Tejeringo.- ¡Si algo sé o si algo no sé me lo llevaré a la tumba!
 
Blasa.- ¡Por favor, Tejeringo! ¡Dígame donde están esos dos truhanes!
 
Tejeringo.- Sólo puedo decir lo que sé. Y lo que sé es que están buscando su propio destino gracias a la Providencia de Nuestro Señor Jesucristo. Y amén, amén y amén.
 
Don Pío (levantándose autoritariamente).- ¡Hora de iniciar la Romería! ¡Todos y todas en pie que tengo que encabezar la comitiva!
 
Todos y todas se ponen en pie...
 
Blasa.- Sólo una cosa, Tejeringo. ¿Utilizaron tu tartana?
 
Tejeringo.- ¡Mañana! ¡Eso se lo digo mañana!
 
VAN SALIENDO TODOS DE LA ESCENA MIENTRA CAE EL TELÓN.
FIN DE LA ESCENA IV. 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Obra teatral

Palabras Clave: Literatura Prosa Teatro Comedia Narrativa

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Humor



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