Las aventuras de mi amigo Pedrito (Parte II) Taquitos altos
Publicado en Feb 19, 2015
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Las aventuras de mi amigo Pedrito (Parte II) Taquitos altos
Lo que escuché por ahí bronca me da, para que se guarde  justicia y para sustentar la buena opinión voy a contar algo para contradecir la misma envidia  y murmuración y de paso  conozcan un poco más a mi amigo Pedrito y le den buen lugar, ese que justo se lo merece.
Nadie quiere mirar de noche y con luz de vela, aquel resplandor será poco y será engaño, por eso, en el camino de este propósito espero que mi letra abra los ojos y sea luz a los sentidos.
En el mundo hay muchos seres que son diferentes,  espíritus que en el río de la vida   nadan contra la corriente, vuelan alto fuera del alcance del común de las personas. En algún sentido mi amigo Pedrito  no entra entre el común, su singularidad  no  está en su aspecto, sino en su capacidad de enamorar, él está siempre por sobre el horizonte femenino pasando por las fronteras de los deseos y los suspiros con tan sólo una mirada, no le tiene miedo a joyería tan fina, así desciende hasta los brazo  de un amor, y a ellas no les queda otra que seguir los caprichos del señor de los suspiros. Así va él, trajinando el mundo.
Él  con sus brazos largos para todos los abrazos siempre dice: Mujeres y hombres conviene que haya, si van de la mano; mejor, así se alimentan mutuamente. La comida es para los que tienen hambre, como necesario el placer que surge  de un orgasmo con la diosa que lo inspira.  El amor es como el incienso, necesita sólo una pequeña llama para soltar su perfume.
A mí, que me gusta la poesía digo que esto es filosofía en verso.
Mi amigo Pedrito, soldado del amor, de tantas victorias y sucesos felices, yo voy a contar una historia y de las más afamadas.
Lamentablemente no puedo decir que mi amigo siempre salga bien parado de todos sus encuentros amorosos.
En función de su profesión, un día en la fila de un banco, conoció una abogada, señora muy fina, contaba Pedrito,  era alta, delgada, con una figura tallada a mano, perfumada de la cabeza a los pies, de unos cincuenta años, rubia de cabello lacio y largo, pollerita corta, taquitos altos, con tantas virtudes y excelencias juntas pocas veces vistas u oídas, era el buen ejemplo de una diosa.
El desafío lo hizo ella,  eligió el combatiente, le clavó la mirada, él sacó la segunda, no es costumbre en Pedrito dejar vacíos para que otros llenen, como de paso y por la posta, le empezó hablar, como siempre, él le ganó de manos los oídos y con ánimo valeroso le sacó no pequeña ventaja, deslumbrando con eso sus ojos, ella quedó rendida ante tanto valor, le propuso seguir  la guerra después del trámite bancario en un bar de la zona, palabra va, palabra viene así se entretuvo la  tarde. Ese día Pedrito se llevó el compromiso de ir al campo del combate cuerpo a cuerpo.
Una semana después en un hotel de la zona se realiza el encuentro, mi amigo trajo  el arma cargada, ella cuando llegó bajó del auto con una valija y trajo  las que faltaban.
Pedrito pasó adelante con todos los fuegos de artificio, ella siguió al mandato de esos brazos y el llamado de aquellos labios, dejándose la marca en aquellas sábanas entre las crónicas afortunadas de tantas victorias y sucesos felices, la batalla duró hasta que fueron desechadas las fuerzas de mi amigo Pedrito, sin embargo ella parecía intacta, algo extraño para no tan juveniles años. Tres horas fueron necesarias para que mi amigo volviera al combate, ella lo levantó del profundo sueño. Por haber sido pródigo en el amor, le pide la segunda, él con las fuerzas renovadas tiene el caudal con que pagar la deuda, ella cansada del mismo juego le pide que cambie, le dice que esta es la oportunidad de dar un paso más en el supuesto de que la sensualidad tiene varios rostros que hay que descubrir.
Es simple -dijo ella- si se acierta en el gusto las  estimamos por buenas y se disfrutan, si se yerra para siempre se niegan.
Convencido Pedrito de la oferta, acepta el nuevo juego, ella saca su valija, abre. A simple vista se observa un látigo, ropa de cuero negro, un cinturón con tachas. Lenta y paulatinamente ella se va transformando. Mi amigo sorprendido del cambio se queda atónito, ella lo mira y le dice: Ahora es tu turno, esto se llama inversión de roles  y le da un juego de ropa femenina, una peluca, una remera sexi, un vestidito corto y unas sandalias taco alto, en una cajita habían perfume de mujer y algunas pinturitas para los ojos y los labios
Pedrito al principio se niega, ella le ruega, suplica, promete, se enoja, se ablanda, le dice: Si no puedes disfrutar este momento con libertad plena, prefiero tu partida a que te comportes como un menesteroso en la pasión ¡No te brindes como si fueras una limosna! si no puedes querer bien y aun con exceso, será la perdición de este momento particular.
Por haberse propuesto como un buen amante pasó adelante con buen ánimo, se dejó pintar los ojos y los labios (todo esto era nuevo para Pedrito) después,  empezó a vestirse, primero la remera, después la pollerita, la peluca,  por último los tacos altos.
Ella se queda mirando, cuando él termina de vestirse, la diosa con voz de mando le pide que camine por el lugar hasta encontrar el gusto y el mayor provecho.
Él caminaba con el consejo de ella con estilo, con suavidad, como fresca rosa, estaba dando esos pasos cuando en un segundo, de improviso, levantó los brazos, los desparramó por el los aire, dio un giro cayó doblado sobre sí mismo, con las piernas cruzadas, uno de los pies perdió uno de los calzados, el otro quedó atrapado en el pie torcido apuntando hacia arriba, la punta del taco se incrustó unos centímetros en uno de los muslos. Él,  gritó de dolor, sus ojos quedaron blancos, para después perder el conocimiento.
Se despertó cuando era llevado en una ambulancia de emergencia, boca abajo, cubierto con una sábana,  todavía estaba su amiga con su ropa de combate, él también traía la remera y la pollerita corta, la peluca la perdió cuando dio el giro brusco, de uno de los tacos altos no se sabe nada, el otro seguía en la nalga.  El médico lo miraba con picardía, el chofer le decía algo al camillero y juntos se reían, su amiga también empezó a reírse; primero tímidamente, y Pedrito, un poco rojo por la pintura de labio, otro poco por la vergüenza  también empezó a reírse, después todos se reían a boca suelta.  
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Foto del autor gonza pedro miguel
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Descripción

Relato de ficcin

Palabras Clave: Pedrito

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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