EL VALOR DE UN CENTAVO
Publicado en Dec 03, 2014
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EL  VALOR DE UN CENTAVO  
Tenía nueve años cuando asesinaron a mi hermanito 9 años mayor, era quien jugaba conmigo y me demostraba mucho cariño. Había cumplido sus 18 años  y  alargado sus pantalones, era costumbre que los jóvenes usaban sus pantalones cortos hasta la rodilla, cuando ya tenían mayoría de edad, 21 años, los alargaban y los usaban como todos los hombres. Mi hermano trabajaba como “todero” en todos los oficios que le ofrecían porque en mi pueblo no había más en que trabajar: recolector de café, como compañía del sacerdote a llevar los santos oleos a los enfermos en el campo y arreglo de caminos, entre otros.
Cuando cumplí mis 10 años, comencé a ganar mis centavos, en esa época corría el año de 1943, un centavo era mucho dinero para un niño, podríamos comprar dulces, pan, galletas, un vaso de sirope, un banano y muchas cosas más. Juguetes no vendían, los fabricábamos nosotros mismos. Nuestro Padre solamente nos daba un centavo los días sábados de mercado, para la escuela no era costumbre dar para el recreo, en cambio hoy les dan miles de pesos y hasta un fiambre.
Los días de mercado el campesino llegaba a la plaza con su caballo y los bultos de yuca, plátano y otros insumos para vender. Les ofrecía mi servicio para llevarle el caballo a la pesebrera y me pagaban UN CENTAVO. El dueño de la pesebrera también me pagaba un centavo por llevarle el caballo. Al final del día hacía caja y contaba con 4 o 5 centavos en mi bolsillo. Una vez reuní 7 centavos y los enterré, durante cinco días llevaba agua y los regaba para que retoñaran, me habían dicho que se reproducían como las plantas, era la inocencia de los niños de la época.
Mi pueblo, Villahermosa, Tolima, está situado en la cordillera central a 18 grados de temperatura y a 2.800 metros sobre el nivel mar y, alejado de la civilización, tan alto, que decían que podíamos ver a Dios por un huequito. En aquella época era costumbre andar  -sin zapatos- porque aún no existían las fábricas. En el pueblo solamente habían dos zapateros y  recuerdo que mi padre le pidió al zapatero de los pobres Sr Patiño me hiciera unas botas y teníamos que esperar hasta tres meses, el próximo año entraría a estudiar mi primer año preparatorio antes de  entrar al primero de bachillerato (año 1946).
Desde mi nacimiento nunca había calzado zapatos y no heredaba porque tenía 5 hermanas mayores de 1 a 6 años y ellas tampoco tenían zapatos; las calles  eran empedradas y se calentaban mucho con el sol, caminábamos por la sombra y buscábamos las piedras más anchas para evitar el maltrato pues los pies se nos llenaban de NIGUAS. La nigua eran un animalito pequeñito, parecía un punto en el papel, tan chirriquitico que se incrustaba en los talones, dedos, uñas y cualquier parte del cuerpo incluyendo el pipí, ya posesionada la nigua comenzaba a picar y picar como nunca! y era hasta sabroso. Para dormir no había camas con colchones, solamente una estera y al rascarnos la dañábamos con los dedos y talones. Para encontrar una nigua se utilizaba el calor de una vela, se le acercaba la llama y empezaba a llorosear o humedecer, con una aguja se sacaba y quedaba el hueco en la piel, se le echaba veterina viva para evitar una infección. Los campesinos no usaban zapatos, se calzaban con unas ALPARGATAS DE CABUYA.
Yo venía ahorrando unos centavos para comprarme unas alpargatas. Villahermosa tiene dos pueblos vecinos: El Líbano y Casabianca. Un día me llamaron para que devolviera un caballo del Líbano a una distancia de diez horas ida y regreso. La distancia y la hora la medíamos por el sol, sabíamos que salía a las seis o siete de la mañana y se ocultaba a las seis de la tarde. Los relojes eran escasos, la sombra de nuestro cuerpo al caminar nos indicaba la hora. Para un trabajo no teníamos que pedir permiso a los padres, en la región no existían malas personas y nadie nos infundía miedo. Viajé al Líbano  y cuando regresé me pagaron 20 centavos por el trabajo, hoy  por carretera dicen que está a 32 kilómetros. El viaje lo hacíamos a pie por el camino de herradura para llegar al Líbano subíamos la loma de La Polka por más de una hora.
 
Cuando ya tenía ahorrado 50 centavos compré mis alpargatas y fui y se las mostré a mi Madre. Me felicitó y fue hasta su baúl, sacó una moneda y me dijo: le tengo guardado un regalo de su padrino Luis Alberto, se lo dejó cuando cumplió su primer año de vida. Me entregó esta moneda de plata de 50 centavos de 1934, la he guardado durante 80 años de mi vida. No sé cuántas personas habrán hecho lo mismo en su vida y si alguien aún recuerda cómo era y en qué gastó su primer centavo.
 
En Junio del año 1967 viajé a Estados Unidos, en Nueva York me dieron de vueltos unas monedas de centavo, guardé esta moneda de ONE CENT del año 1945.
Cierto día vi por un programa de televisión que buscaba monedas de ONE  CENT del año 1943 o 1945 y si tenía una, pagaban 300 mil Dólares por ella. Busqué en mi colección, las ofrecí a los coleccionistas y me contestaron que no era la moneda. Nadie informaba  cómo era la moneda. Otro día encontré el dato: se trataba de una moneda de un centavo de dólar acuñadas por error durante la 2ª guerra mundial, que solamente salieron al mercado unas 100 monedas y se trataba de monedas acuñadas en metal NIQUEL. Los Estados Unidos siempre han acuñado las monedas de un centavo en metal COBRE. Ordenaron recogerlas y parece aún quedan unas pocas, y una moneda de esas de Níquel, tiene hoy día un valor de 500 mil dólares (MIL MILLONES DE PESOS COLOMBIANOS!)
Rápidamente se perdió mi alegría  y mis sueños de hombre rico.
 
Chuumbimbon
Manizales  Colombia, Diciembre 3 de 2014  
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Foto del autor Héctor Restrepo Martínez
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Descripción

MONEDAS DE UN CENTAVO, MONEDAS ANTIGUAS

Palabras Clave: UN CENTAVO MONEDA ANTIGUA 80 AÑOS

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Héctor Restrepo Martínez

Derechos de Autor: si


Comentarios (1)add comment
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Verano Brisas

Hola Héctor: Feliz navidad y un buen año 2015, son mis deseos para ti y otros buenos amigos de textale.
El texto está enjundioso, como siempre son tus escritos. Y claro que los violentos de todas las tendencias (incluyendo a los del estado, que son quizás peores que los demás) tratarán de mantener a Colombia como una caverna antediluviana, donde no quepan sino ellos.
Un abrazo fraterno.
Responder
December 14, 2014
 

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