El viejo
Publicado en Oct 30, 2014
El viejo
Él: viejo. Ella: mujercita, con toda la ternura obligada, ella no decía nada en la parte mecánica de las cosas. Él pensaba en alcanzar toda la felicidad posible, en esa dicha sin pretensiones, sobre esas formas estilizadas. Según él, acaso sea la única variante posible para gozar despreocupadamente de la vida, a pesar de toda su torpeza o esa tímida cobardía, sin contar que tenía miedo o vergüenza aun de rozarla, por eso la cubría con un cerco de contemplación, y a la distancia disfrutaba de ella sin limitaciones, ella parecía bañada de una provisoria soledad, pero esos ojos alegres y conspiradores lo invitaban a soñar, a no sentirse viejo a olvidar las arenas del tiempo. Pero, lo hacían dudar esa aparente poca emoción y creía como probable el arrepentimiento, por un momento él pensó que era él, dueño de la decisión, pero un fuerte dolor en pecho le hizo pensar que ni siquiera era dueño de sí mismo, ella con una ternura nunca calculada le hace olvidarse de todo, en ese momento se vuelve un idiota, la carita, esos ojos poseen una inocencia brutal, y lo hacen dudar. Quiere, lo intenta pero no puede aguantar por largo rato el optimismo… la tristeza crónica resulta insoportable. Ella sin inhibiciones se ve molesta y no le agrada la perspectiva resignada, entonces… se quedaron en silencio sin ningún estímulo intelectual, ni afectivo, solo mirando las manchas en el piso. Él la miraba de algún modo inconsciente como una figura distante, ninguna parte del cuerpo pugnaba por acercarse a ella. Él, las manos entrelazadas entre las piernas esperanzado en la esperanza, esperando. ¿Esperando qué? Mientras ella que estaba ahí totalmente dispuesta. Piensa él: En un momento así sólo queda refugiarse en la angustia. Intentó pedirle perdón por ese cuerpo que ya no me respondía, pero pensó eso tampoco sería un éxito. Pensó en esa esperanza sin mañana, con esa fuerza casi estacionaria sin vacilación, una esperanza puesta en una fe bastante insípida diría él, que como un convidado de piedra solo aumenta el peso del pesimismo, remarcadas por las tediosas lamentaciones de ella, él mira lo que es y casi preferiría no contarte lo que fue, aquella esperanza frustrada.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|