El paseador
Publicado en Sep 18, 2014
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El paseador
Yo soy el que  saca a pasear las palabras, algo parecido al que saca a pasear los perros, digo algo parecido porque en realidad, cuando las saco a pasear, las palabras tiran de mí, y me pasa lo mismo que al paseador, con tanta fuerza tiran, que son ellas las que me llevan.  En una mano, con la izquierda llevo un hato de palabras soeces, verbos libidinosos, adjetivos groseros, junto con un grupo de verdades pequeñitas, chiquitas: intrascendentes, mescladas con algunas mentiritas y en la otra, la derecha, al tropel, un grupo de verbos puros, claros y transparentes, casi diría palabra santa, junto con algunas verdades, casi inmutables.
Mientras caminaba, escuché el comentario que alguien hacía -¡Que inconsciente! Cómo puede mesclar verdades por más que sean chiquitas, con adjetivos groseros y lo peor aun ¡rodeado de verbos libidinosos!   
Decía otro, -Eso no es nada, él las lleva como verdades intrascendentes, ¿dónde se ha visto que una verdad sea intrascendente? Eso no existe, si es una verdad no puede ser nunca pequeñita y menos aun, intrascendente.
Otro con cara de aquí no pasa nada, le decía al que protestaba, -Lo que pasa que el mundo está loco y la única solución es entrar en la locura de este mundo y éste loco sólo expresa la locura de este mundo y para este mundo loco, las grandes verdades ya no existen y menos aun las verdades verdaderas, eternas e inmutables, por eso dice que en la otra mano lleva verdades casi inmutable.
Otro que pasaba por ahí escuchando la polémica opinó, -Para mí, en algún sentido él tiene razón, (lo decía por mí apuntándome con un dedo) pero hizo mal en llevar en la derecha  las verdades casi inmutables, porque en el fondo, si son casi verdades: son  mentiras disfrazadas de verdad, sería justicia en honor a la verdad que estas fueran en la mano izquierda,  deberían ir juntos con las verdades pequeñitas e intrascendentes que si son pequeñitas e intrascendentes no tienen valor de verdad y por lo tanto es natural que se las vea junto a términos soeces y vulgares.
Decía el primero que opinó, -Para mí es injusto que saque sólo a pasear a las palabra, todos se olvidan que los silencios también dicen algo, siempre tienen un valor, por ejemplo en la música son muy importantes los silencios.
-Es verdad, -decía otro sumándose a la polémica- no sólo se olvida él (mirándome evidentemente molesto)  de los silencios, también se olvida de los gestos, si los silencios hablan, mucho más los gestos, por algo, algunos dicen que un gesto vale más que mil palabras.  
  Un transeúnte que pasaba por ahí, con pinta de literato, al ver el nutrido grupo,  escuchaba atento hasta que dijo, -Para mí las palabras tienen una zona equívoca, es decir, un adjetivo puede ser soez o no dependiendo del contexto, lo mismo pasa con la verdades, las mentiras, los silencios, los gestos y con cualquier otra cosa que se pueda decir, por lo tanto es una locura llevarlas por separado, que izquierda ni que derecha,  para mí deberían ir todas juntas y mescladas y que cada uno elija como usarla; por otro lado  no es absurdo pensar que los silencios y los gestos puedan ir juntos con las palabras, hay que pensar cómo integrarlos, pero ese es otro tema.
Mientras el murmullo crecía yo pensaba. No sé… los gestos y los silencios juntos con las palabras… no sé, puede ser… quizás.
 
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Foto del autor gonza pedro miguel
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Descripción

relato

Palabras Clave: el paseador

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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