Me acuerdo de mi viejo
Publicado en Sep 18, 2014
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Me acuerdo de mi viejo
Lo reconozco, de chico siempre fui un poco atrevido y un algo temerario y en mis nalgas llevo grabado, por causa de mi atrevimiento una de las cosas que más temor me causó: La marca  de mi viejo y su varita en el consejo, ja, de su uso mi hermano también puede hacer mención.
Tuve un amigo que me acompañó en todas mis intenciones. según mi vieja, era él un escándalo para la virtud, de cuyo lazo engañoso nunca me pudo liberar.
Un día con mi amigo le dimos campo franco a nuestras curiosidades y le robamos un poco de tabaco negro a mi abuelo. Lo fumamos detrás de la casa, salíamos todo mareados, ebrios por el humo del tabaco cuando nos descubrió mi abuela.  
No voy a contar como fue el castigo, pero a mi viejo, después de eso, le tuve un miedo particular. El siempre tuvo la mano pesada y ese día se la conocí.
Yo,  como siempre, corrí buscando el seguro resguardo de la acostumbrada clemencia de mi vieja, esa vez eso no me alcanzó, ni ella con sus ruegos y  prolijas súplicas lograron calmar el enojo encendido de mi viejo.
Algunos días después yo seguía algo huraño con mi viejo, él entendiendo lo que pasaba me dijo: A mí también me dolió, pero si no escuchas los consejos con amor, entonces será con dolor. Debes saber que robar no es cosa buena. Después me lo agradecerás.  Para que sepas el precio de la desobediencia, y para que tengas dichosos y largos años. Hoy con cincuenta y dos años y con algunas canas que corren y cuentan experiencias vividas, no tengo mucho para agradecer, yo hubiera actuado diferente. Para mí fue excesivo el castigo, pero bueno, mi viejo era así, con su carácter fiero y seco. ¿Me amó o se supone que me amó? Yo de chico sentía  gorda mi duda, debajo de los anteojos me brotaba la mirada estúpida ante la pregunta inteligente, que se disipa y se resuelve en ese castigo,  aunque mi yo responda con una banalidad y su incertidumbre se multiplique por diez mil, yo lo quería, no tanto como yo hubiese querido, pero  a mi  modo lo quería. Ahora de grande pienso un poquito diferente ¿Qué sabe nadie de la manera en que él me amó? ¿Quién puede decir como toca el amor a cada uno? Sólo Dios entiende de estas cosas.  
Me acuerdo de mi viejo y de su carácter fiero y más fiero se puso cuando se enteró que quería ser escritor; me dijo –Que pena que a un joven tan fuerte le haya nacido flaco de fuerzas un ánimo tan pobre. Sabrás lo poco  que vale y cuesta vivir de los sueños. ¿Despreciando toda buena consideración dejarás el arado por la pluma? Eso hacen los vagos. Si quieres vivir de las letras, ve estirando la paciencia y prepara tu oído para escuchar pasearse el hambre en tu estómago, cuando eso pase aquí no vengas buscando un pan.
Un último consejo te doy después de eso te puedes marchar tranquilo. Por soñar no te quedes dormido; porque los sueños mejor cumplidos son los que se realizan trabajando.
Hoy no sé si hizo bien o si hizo mal, pero eso sí, no estuvo muy errado en el pronóstico,  mucho me costó y  aun hoy me cuesta vivir de las letras.  
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