Porqué vivir es una tarea impuesta
Publicado en Sep 14, 2014
Porqué vivir es una tarea impuesta
…Atrás quedó el remanso, delante la dura pena. PMG Se acerca a la ventana abierta. No es fácil por causa de esa funda que se adhiere como una piel. No poco le cuesta sacar un brazo. Una ola de fuerza lo empuja, poco a poco hasta la frontera del exilio. Va avanzando, asoma una parte y en una fría corriente de aire se deja ver la piel arrugada, la cara morada por el esfuerzo. Se ve una mano y tiran con fuerza de los hombros. La repentina penumbra se hace luz, no quiere abrir los ojos, pero sabe que ya está afuera. Aquí es frio y diferente. Le nace una repentina bronca, un enojo se abre paso, por abandonar ese lugar confortante y en un grito sofocante respira, respira hondo sin dejar escapar una gota de aire. -Ya estás aquí. Te guste o no…yo sé… no es fácil…pero te darás cuenta que, cuando uno nace no te regalan un cuerpo… no…te regalan un pedazo frágil y precario, una masa al principio, casi sin sentido. Por ahora sólo eres un ser sin motivo, en esa procesión hacia la vida. Uno se siente con la necesidad de darle cuerda a ese ser, con la deseable certidumbre de que con eso ganamos la vida, pero… en este preciso momento, con este regalo de la vida, te nace la obsesión por mirar la hora, te regalan la obsesión de mirar el tiempo y el miedo en cualquier momento a perderlo todo, entonces nos lanzamos a no malgastar un instante…pero… sobre este cuerpo pesará el ayer, corren presurosos los minutos, con cada segundo, que se hacen horas, te percatas del tiempo y de su inexorable influjo que te hace prisionero. Y son las seis y son las ochos y es lunes y es martes y es domingo y es un mes y es un año que se va con su primavera y su verano. Sobre este cuerpo pasó el ayer y sucederá el mañana. Hay que intentar sobrevivir el día a día, en este mundo donde todo es pasajero, es una apuesta continua a un futuro incierto con aristas de quimera Once Es un mundo de gente, donde se vende y se compra de todo. Con la variedad adornan el gusto, y con eso hermosean la vista, alegrando el ojo, soltando el bolsillo, ideal para gastar tiempo y perder dinero. Volviendo la cabeza, torciendo el cuerpo, mirando para todos lados sin saber por dónde caminar, todos como yo, parecen no saber dónde ir, ni que comprar, las cosas que aquí se venden, te tiran y estiran de los ojos, veo tantos como variados presentes y de tan variados gustos, que tan dividido quedo sin saber que elegir, poniendo el ojo aquí o allá y no habiendo quien lo adiestre a uno, aumenta la ansiedad y la incertidumbre., Detengo un poco el paso y alzo la mirada sobre un objeto, uno de los vendedores lee mi actitud de presunto comprador y me llega con sus baratijas, quiero volverme al camino, pero uno me cierra el paso y contra toda voluntad, otro haciendo fuerza, se cuelga de mi brazo y apelando a la caridad, me quiere obligar a comprarles algo, después de varias súplicas como ve que no tengo una oreja muy dispuesta de comprador, molesto me hace a un lado como a un estorbo, para correr a otro, con la esperanza de que sea un blanco más fácil. En Once hay que tener cuidado, porque son muchos armando la ilusión en la calle, donde te envisten y despedazan los bolsillos. Te cuento algo, quizás servirán aquí mis penas, para que veas el poso donde me viste resbalar y aprendiendo no pongas el pie donde me viste caer, esto te predico y te vendo y así, viendo mi desgracia, evites las penas y alcances los premios. En Once, me detengo en una esquina, cuando creo haber hallado y elegido un producto, era un celular que vendía un vendedor ambulante, el precio: Dentro de lo que esperaba, nuevo, moderno, con su cajita, el manual y los auriculares, todo empaquetado, lo mostraba mientras él intenta persuadirme, nombrando como ciertas y acertadas todas las virtudes del teléfono, él no sabía, que yo, ya las conocía en todas las razones que me daba. Pensé, no me lo vende caro, está en precio…pero yo… haciéndome de rogar dudaba en comprarlo y él con suspiros y lágrimas contaba lo mucho que le dolía vender ese teléfono, pero como estaba muy necesitado por un problema de enfermedad, sólo por esta vez, me lo vendía, casi a la mitad del precio original. Yo no lo podía creer, si antes me parecía aceptable, ahora el precio parecía un regalo, ese: el teléfono soñado, era lo que yo quería, pero… yo…dudaba, el precio era muy por debajo de lo esperado, él me explicaba que como no pagaba impuesto y un amigo se lo conseguía directo de la aduana, además… con estas y otras muchas razones que daba, buscaba persuadirme. Mientras él, entre suspiros y penas decía, lo mucho que no quería venderlo a ese precio, que él así, no ganaba nada, incluso iba en pérdida de su bolsillo, pero, que por ser muy grande su necesidad no le quedaba otra… De esta manera, estos creadores de ilusiones mueven los gustos, dejando abierta la puerta de los descuidos para ganarte con la boca, con sutiles mentiras y gran actuación. Para mi desgracia, compré el teléfono. Hasta ese momento, pensaba yo, que había sido una excelente compra, había regateado el precio y lo terminaba pagando casi a la mitad del valor, inicialmente pedido. Me sentía el rey de los compradores. Me entregó la caja e hizo un recuento mostrando que no faltaba nada, estaba el celular, la batería, el cargador, los auriculares, el manual, cerró la caja con las instrucciones de siempre, no usar hasta no poner a cargar por lo menos 24hs y me recomendó que lo guardara y abriera la caja en un lugar seguro, según él, en Once está lleno de arrebatadores, por la calidad del celular, era un peligro mostrarlo tan abiertamente. Pensaba, tiene razón, mejor lo guardo y en el tren con más cuidado y menos preocupación puedo tomar estrecha cuenta de cómo funciona el teléfono, esto fue así, seguí la ley de su consejo, sólo para encontrarme después con la ley de su trampa, y ver la zancadilla que me hizo. Por ser el blanco de su puntería, me quedé perdido y sin provecho. Por mi mala cosecha, es mi mano que se levanta y hace puño. ¡Si lo veo de nuevo…!
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