"Bajo la belleza de la misma Luna
Yacían esas miradas, anhelantes
Era más frágil y más débil, de ellas una
La otra más fuerte y más perseverante."


Fue casualidad, que un día la conociera...
Fue más bien por una amiga de la cual ya he escrito antes, Anto. Vi que se parecía a mí en algunas cosas, y me gustaba como opinaba en las publicaciones de Facebook de Anto, y quise enviarle una solicitud de amistad. 
Si era como yo suponía, no me aceptaría de inmediato sin antes preguntarle a alguien si es que me conocía, y teníamos solo un "amigo en común", osea, Anto. Es divertido en cierta forma...

Finalmente me aceptó, y fui yo quién inició una conversación con ella. 
Mucho blah blah...
Pocos gustos en común.
Pero, algo hubo, algo que me cautivó inmediatamente de ella, algo que no podía decirse con palabras mundanas. 
Algo especial....

Tal vez la forma en la que veía a la sociedad común, y la manera en la que se refería a si misma, tan confiada y osada, como si fuese ella lo último que se podía alcanzar del mundo pues nadie podía tocarle.

Y yo amé eso. 

 Siempre he sido una niña insegura de sí, que está convencida de que el mundo estaría mejor sin su existencia en él, y que desahoga sus penas en sus escritos, y semejante confianza, me atrajo inevitablemente. (Tampoco es como si hubiera querido evitarlo mucho en todo caso...)

Pasó el tiempo,y me di cuenta de que coincidíamos en más cosas, y las charlas con ellas eran agradables, pues ambas teníamos la misma ironía pesada y cruel que yo tanto amaba.
También veíamos cierta parte del mundo igual, y creíamos que la discriminación de cualquier tipo o forma era una maldita estupidez.

Y un día, lo noté: Ella me estaba gustando.
Inmediatamente comencé a suprimir ese sentimiento por dos grandes razones, una, es que le temía a enamorarme otra vez. Y dos, ella vivía en México.
Y la distancia no es complemento de una buena relación, además, de por lo que yo sabía, a ella ya le gustaba otra chica.

Recuerdo lo que me impactó el día que me se hizo "público" que ella tenía ya, una novia. 
Era feliz con la dama que le gustaba, que la hacía feliz, y yo, una niñita de en ese entonces 14 años recién cumplidos, no era en lo más mínimo una competencia siquiera. Era solo...yo. Insuficiente, como siempre había sido.

Mi único camino era apoyarla, mi única opción era fingir que me importaba un pepino que yo no pudiera hacer nada, que no pudiera seguir otro sueño por las consecuencias que traería, además de las circunstancias que ya estaban presentes. No iba a romper una relación tan bonita como esa, ellas tenían muchos gustos en común, y aunque nunca vi como era "mi rival", siempre supuse que era muy hermosa, o, al menos, mucho más de lo que yo era o alguna vez podía llegar a ser, y tampoco podía declararme, pues, lo más obvio era que esa chica que tan lejos de mí estaba, solo sentiría pena por mí. Y odio que me tengan pena...

TO BE CONTINUE...