Siempre había escuchado que debes de seguir tus sueños,  claro, cuando se trata de casarte y tener hijos un empleo exitoso y una vida plena, pasar las navidades con tu familia y celebrar el catorce de febrero, tener amistades y de vez en cuando charlar con ellas, salir de vacaciones y volver a la rutina hasta envejecer al lado de quien siempre estuvo a tu lado, pero, ¿Qué pasa cuando ese no es tu sueño?
Amaneceres  atrás me he despertado con la verdad más cruel que pude haberme encontrado: un día voy a morir, cualquier día, hoy, mañana o en algunos años y puede que para entonces me arrepienta de haber seguido con el “plan perfecto”. Sin más aquella mañana comprendí que era una vida, una sola y no pensaba desperdiciarla tratando de complacer estándares sociales, así que aquello que siempre imaginé imposible le he planteado como meta, es una locura, no tengo duda, pero no voy a quedarme de brazos cruzados una vez que se quién soy realmente.
Tengo miedo, claro que sí, de fracasar y escuchar el tan famoso “te lo dije”,  o de no lograr ver nada cumplido antes de cerrar los ojos para siempre, pero también estoy feliz, ¿alguna vez has llorado de felicidad? Bueno, entonces me comprenderás cuando te diga que es la primera vez que me ocurre. Quiero respirar la vida, beberme su aliento, encontrar el sinfín de sensaciones indescriptibles de las que he escuchado hablar, quiero que esta locura se quede conmigo para darme el valor de continuar.
 Tal vez ni siquiera parece un camino, pero tengo seguro que muchos le han recorrido, y a decir verdad, mi sueño es llegar a la meta que todos ellos comparten; imposible, me lo he dicho tantas veces que cuando decidí caminar por el hasta yo me he burlado. Posiblemente sea eso, solo un sueño, al que me gustaría entregar esta vida, jugando a que cada día me voy acercando un poco más, esperando que cada día ese poco sea notado. Ahora si mis latidos tuviesen un pronto final, me complacería de entregar mi último suspiro sabiendo que soy yo quien se va y no un reflejo de lo que tantas bocas han dicho que sería lo mejor.
Un paso hacia adelante era lo único que necesitaba para comenzar con la carrera, y no prometo llegar al final, sino correr hasta donde lo permitan mis fuerzas.