Voy en la combinatoria de los árboles
a ver las estructuras lúdicas de la luz
y sentir los embates del ramaje en mi rostro:
Hoy me he desanudado nuevamente del mundo
y olvidado de todo deseo contemporáneo.
Mis espaldas se han quebrado de tanto trabajar.
Tengo toneladas de medicamentos en el armario
pero ninguno detiene mis turbias cefaléas
mejor que la miel de estos serenos panales.
Mi mejor medicina es perderme en la mixtura
de campos artesanales y bosques meteóricos.
Entrar en las quebradas, palpar los vericuetos.
Cruzar los pastizales y su verde melaza.
Oír el talante y el ulular de juncales padrillos.
Perderme en el ring elástico de las hojas
y mirar las caídas tímidas de la araña
trepada en una peña refulgente
mientras mis pasos van diluyendo mis huellas
y me entrego a la ancha boca de la manigua.