HUGO, EL PARACAIDISTA
Publicado en Dec 31, 2013
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Corría el año 1976. Volvía Hugo de su ciudad, Rosario, a La ciudad de Córdoba, donde cumplía con su servicio militar, (obligatorio en esa época).
Eran trecientos cincuenta kilómetros, que después de un franco de fin de semana y para no gastar los pocos peso que le quedaban en sus bolsillos, los hacía pidiendo que lo lleven, (auto-stop), o a dedo como decimos comúnmente por estos lugares.
En ese tiempo, no había tanta inseguridad, y con la ropa de soldadito, no era difícil hacerse transportar.
Los primeros kilómetros, viajó con un camionero muy amable que lo charló todo el camino, pero quedó a pie a unos cuarenta kilómetros de su destino, ya que hasta allí llegaba el camión.
Ese lugar era Laguna Larga, una ciudad con características de pueblo todavía. La ruta la atravesaba por la mitad  y sus veredas estaban elevadas a unos treinta centímetros del pavimento. Allí se sentó Hugo a esperar por otro transporte. La ciudad estaba desierta a esa hora de la siesta. Era verano y el calor golpeaba con todas sus fuerzas.
Mirando la ruta, pudo advertir con el rabillo del ojo, que del otro lado se aproximaba alguien caminando, al darse vuelta, se sorprendió con una hermosa joven, con un vestido tipo solero, liviano, por el calor y al pasar por la vereda más elevada, lo hipnotizaron sus perfectas piernas.
Hugo, la saludó  y a pesar de saberlo, le preguntó cuánto faltaba para llegar a Córdoba. La joven, muy atenta, se detuvo y le contestó. Allí comenzó una conversación amistosa de aproximadamente una hora. Cada uno preguntó cosas del otro. Así, ella le contó que se llamaba Liliana y que vivía allí con su madre y un hermano menor  y él,  de donde era  y donde estaba cumpliendo con el servicio militar.
Se despidieron con un beso en la mejilla, ella siguió su rumbo y él le hizo señas a un camión que salía para el lado de Córdoba.
Ya en el cuartel del grupo de artillería aerotransportada, Hugo pensaba en esa linda rubia y lo simpática que había sido con él.
Al cabo de un mes de instrucción de paracaidismo y luego de varios saltos, cuando se aprestaba para un nuevo franco, Hugo recibe, con sorpresa, una carta de Liliana. Le temblaban las manos tratando de abrir el sobre, el corazón daba galopes descontrolados.
En esa carta Liliana lo invitaba para el fin de semana, si es que salía de franco, a una fiesta que se celebraba en la ciudad y le comunicaba que podía quedarse en su casa.
Era viernes de mañana y por la tarde podía salir, para presentarse nuevamente el lunes a la madrugada.
Se le hicieron largas las horas a Hugo, hasta que por fin atravesó la puerta principal del cuartel vestido de ropa militar, con la característica boina roja de paracaidista y su bolso con ropa civil en el hombro. Se dirigió de inmediato a la terminal de ómnibus y sacó un pasaje para Laguna Larga.
El encuentro, al bajar del micro, con Liliana, fue majestuoso e inolvidable. Como si se conocieran de años y solo habían estado juntos una hora.
Ella lo llevó a su casa y les presentó a su madre y a su hermanito menor  y le indicó un cuarto donde podía acomodarse. Allí se mudó de ropas y salieron a caminar por el pueblo, que estaba adornado para una gran fiesta.
Fue ese fin de semana, maravilloso para Liliana y Hugo. No llegaron a hacer el amor, pero invadieron las horas con mimos y arrumacos.
Liliana caminaba del brazo de él contorneando su bello cuerpo, deteniéndose a cada instante para presentarle a alguna amiga. Les decía, este es Hugo, el paracaidista.
Se despidieron el domingo por la noche, con un prolongado e interminable beso y quedaron en verse el próximo fin de semana.
Fue un año difícil 1976, en la Argentina. Fue derrocado un gobierno democrático por uno militar.
Se produjeron enfrentamientos entre militares y grupos subversivos. Los soldados patrullaban diariamente las calles de las principales ciudades. Se suspendieron los francos en los cuarteles.
De la ciudad de Córdoba se enviaban soldados para los montes tucumanos, donde los enfrentamientos eran más bravos ya que los terroristas se ocultaban en dichos montes.
Se enviaban diariamente cartas entre Liliana y Hugo, con la promesa de verse pronto.
Le tocó a Hugo viajar a Tucumán para luchar en el monte y de allí no regresó jamás.
Desaparecido en acción, le dijeron a Liliana en el cuartel de Córdoba.
Cuentan en Laguna Larga, que Liliana no se casó nunca, ni tuvo jamás novio, y hasta el día de hoy, a los cincuenta y siete años, cada vez que ve un soldado de boina roja, se abalanza sobre él, preguntándole si conoce a Hugo, el paracaidista.   
 
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Foto del autor Roberto Funes
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Descripción

Palabras Clave: Hugo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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Mara Vallejo D.-

Hola Roberto.
Suelen las historias bien descritas, bien narradas atrapar mis sentidos; lo has logrado amigo, mi sensibilidad parece estar siempre a flor de piel, entonces, ese correr de Liliana lo sentì mìo, siendo la ùnica diferencia que estoy cuerda, pero en las tardes, aùn creo ver regresar a mi esposo en su auto, mandàndome besos con el viento.
Triste historia amigo.
Deseo un 2014 cargado de bendiciones para usted y los suyos.
Abrazos
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December 31, 2013
 

Roberto Funes

Estimada María: Situaciones como estas hubo muchas en esos años, y no solo de soldados. A miles de madres les desaparecieron sus hijos y miles de hijos perdieron a sus padres. Por lo tanto esta es una historia ficticia que bien podría ser real. En esa época yo he perdido amigos.
Espero María que tengas un año lleno de puras alegrías y paz en tu corazón. Gracias por hacerte presente en mis textos. Abrazos.
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December 31, 2013

kalutavon

Una historia de amor con un final muy triste, hasta el desvarío. Bien contada y ambientada en un contexto también triste, como lo es toda lucha fratricida. Grato leerte Roberto.
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December 31, 2013
 

Roberto Funes

Gracias amigo. Feliz año nuevo, Abrazos
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December 31, 2013

kalutavon

¡Feliz Año nuevo Roberto!. Salud y properidad siempre. Abrazos.
Responder
December 31, 2013

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